
OPINIÓN
Ante el inminente juicio, el presidente cierra el Congreso
Con la incursión al Capitolio en Washington y el juicio que se le abrirá a Trump, se recuerda el cierre del Congreso por Ospina Pérez cuando le iba a suceder lo mismo.
Naturalmente que no se trata de los Estados Unidos, sino de Colombia. El mundo ha seguido las maniobras del presidente Trump para evitar su salida de la Casa Blanca. Ahora todos están atentos al proceso que se le seguirá en el Senado.
Mientras eso sucede, unos pocos, recuerdan un oscuro capítulo de nuestra historia política. En 1949, el país había entrado en una etapa de aguda confrontación, derivada de la política oficial emprendida después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. El gobierno había resuelto utilizar a la politizada policía para reprimir las reacciones de inconformidad en diferentes regiones del país.
El Partido Liberal había triunfado en las elecciones para Congreso celebradas en junio de ese año. Tan pronto entró en funciones, se presentó un proyecto de ley para adelantar las elecciones previstas para el año siguiente. El gobierno se opuso, pero el grupo mayoritario ganó la partida, con el aval de la Corte Suprema de Justicia.
El Congreso se constituyó para el gobierno en una “piedra en el zapato”. El 8 de noviembre de 1949, la bancada liberal de la Cámara comenzó a estudiar la posibilidad de acusar ante el Senado al presidente Mariano Ospina Pérez.
En un acto quijotesco, el 9 de noviembre en las horas de la tarde, el presidente de la Cámara y un joven representante, Julio César Turbay Ayala, se entrevistaron con el ministro de guerra, general Rafael Sánchez Amaya, para notificarle la conformación de la comisión que estudiaría los términos de la acusación al presidente y a solicitarle medidas de seguridad para garantizar el desarrollo de las deliberaciones de la comisión.
Aprovechando la ingenua solicitud, el gobierno envió, no a unas turbas que se tomaran al Capitolio nacional, sino a la policía del régimen, no propiamente para “proteger” a la comisión en sus deliberaciones, sino para expulsar a los parlamentarios que se encontraban en el recinto de la corporación y para impedir el acceso de los que pretendían ingresar.
Dos horas después el presidente Ospina Pérez, mediante el decreto 3518 y basado en el artículo 121 de la Constitución, declaró turbado el orden público en el territorio nacional. Por un decreto subsiguiente procedió a cerrar el Congreso, las asambleas departamentales y los consejos municipales en todo el país. Igualmente estableció la censura de prensa y prohibió las manifestaciones públicas.
No hubo mayor reacción nacional, ya que, ante la censura, los periódicos se dedicaron a informar sobre el concurso de belleza en Cartagena, en el que la barranquillera Mirian Sojo Zambrano fue elegida Señorita Colombia.
El cierre del Congreso persistió, no solamente hasta el golpe de estado del general Rojas Pinilla en 1953, sino posteriormente hasta 1958. Aquí estamos en “un mundo raro”, como dice la canción de José Alfredo Jiménez…
Muchos estuvieron de acuerdo con en esa situación
(*) Decano de la Facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario.