Julio Londoño Paredes

OPINIÓN

Boric y Sansón con los filisteos

El resultado de las elecciones en Chile ha generado todo tipo de comentarios y conjeturas. Amanecerá y veremos.

24 de diciembre de 2021

La holgada victoria en la segunda vuelta, no del candidato sino del “anti-candidato” chileno Gabriel Boric, ha generado todo tipo de reacciones y presagios.

Lo que ha sucedido en Chile y acontece en otros países es un cansancio por “los mismos con las mismas” y un deterioro progresivo de los partidos y de los políticos de izquierda, de centro o de derecha.

Se espera ahora la “revolución chilena”. Pero en un momento como el actual, de la globalización y del avance vertiginoso de las comunicaciones, no se hacen revoluciones de la noche a la mañana. Después de la novedad de la elección y de la posesión de la burocracia acompañante, la gente regresa a la realidad.

En China, millones de personas en condiciones paupérrimas tratan de salir por los medios más precarios a cualquier lugar del mundo. Sea para organizar restaurantes o para llegar a los Estados Unidos por el tapón del Darién.

En los tiempos de la Cortina de Hierro, millones se levantaron y comenzaron a fundar nuevos estados. Para no hablar de Venezuela de la que han huido seis millones de personas.

Ahora en la era de la globalización, un mandatario, por más socialista que se pregone y por estrambótico que sea, no puede hacer zozobrar al estado. Una cosa es formular lemas en las campañas y hacer entrevistas radiales, y otra enfrentar las realidades económicas y sociales cuando se está al frente de un país.

Chile no es una isla como Cuba ni viene de una situación como la que atravesaba Venezuela antes de que triunfara Chávez.

Ni siquiera en el Perú, donde por muchísimos años la élite limeña que dirigía el país y que estableció una diferencia abismal con los “cholos” y los indígenas de la sierra, se pudo establecer un sistema socialista impulsado por los militares del general Velasco Alvarado.

Pedro Castillo, el señor del sombrero, que primero fue miembro de unos grupos de autodefensa campesina y luego maestro de escuela que es lo que lo honra, admirador de Chávez y de Maduro, tuvo que desprenderse de sus más cercanos asesores para sobrevivir, jurando que no es comunista e invitando a los inversionistas a tener confianza en la estabilidad económica del país.

Es curioso que en Colombia, apenas se abre una tímida tregua en medio de la pandemia, gente de todos los estratos sociales se vuelcan hacia los comederos y se experimenta un afán de compras sin precedentes, desde San Victorino en Bogotá y el Hueco en Medellín, hasta en los centros comerciales más sofisticados en todo el país.

Al mismo tiempo, millones se desplazan por las carreteras en automóviles, buses, motos y bicicletas, desafiando la criminalidad rampante, mientras que los vuelos, así como los hoteles de dos a cinco estrellas, están colmados.

No hay migraciones masivas de haitianos o venezolanos hacia Cuba o Nicaragua, sino que procuran instalarse en Colombia. ¿Será que aquí estamos en “la olla”?

Los problemas que debe afrontar un gobierno, sea de izquierda, de centro o de derecha son los mismos y no se pueden cometer errores, porque les puede pasar lo que dice el pasaje del antiguo testamento, cuando Sansón atado en el templo dijo : “muera Sansón con todos los filisteos” …

Y se cayó el templo…

*Decano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

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