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CANAL TRES

Semana
10 de enero de 2000

DespuEs de perder toda la tarde del martes, atrapado por el debate televisado que se
desarrolló en la comisión quinta del Senado, a propósito del ministro Valenzuela, del ex director de
petróleos, Carlos Rodado y del senador Serrano, no me queda sino comentar mis impresiones acerca de esa
vespertina de ocio.Nervioso y sumamente inquieto, con sonrisitas inopor-tunas, el Ministro de Minas e
Hidrocarburos desplegó una conversación afectadamente descomplicada, para exponer sus tesis de
acción intrépida, de laboriosidad en contra de la pobreza, de pragmatismo y, finalmente, de legalidad como
soporte del sistema democrático, en el cual dijo creer sin alternativa posible. "Si aquí se implanta una
dictadura, me voy del país", afirmó con convicción-convincente- de hombre libre.
El Chiqui _que es el mismo Luis Carlos Valenzuela_ estuvo, en general, bien, aunque entrecortado, porque
no es orador experto, como tampoco es experto en usos y razones jurídicas. Tiene un abogado, que, según
el senador Serrano, debe echarlo, por la interpretación de textos legales que le brindó en apoyo. Tampoco el
senador es un experto.
Con lo que sí cuenta el Ministro de Minas, lo que hoy parece ser de uso entre funcionarios, es con un
equipo de congresistas que salen en su defensa, cual mastines al ataque. Ocurrió algo parecido con el
Alcalde de Bogotá, en la Cámara de Representantes, donde él ni siquiera se tomó la molestia de ponerles
atención a los citantes.
Hay una tesis muy curiosa que aportó el Ministro, y que para Lorenzo tiene el encanto de la nostalgia
histórica. Dijo que un presidente que se posesionaba del cargo hace 50 años, en su discurso inaugural, había
afirmado que no gobernaría con las leyes, sino con la moral. Vaya uno a saber cuál sería el texto exacto que
el mismo Valenzuela dijo no transcribir a la letra. Esto le venía en respaldo a sus argumentos en contra del
escándalo moral que se le ha pretendido hacer, según el Ministro y otras personas, por verdaderas
nimiedades.
A lo dicho por el presidente de hace medio siglo (y que me temo fue el fundador de El Siglo), respondió desde
su periódico el doctor Eduardo Santos con la afirmación de que nos encontrábamos _se encontraba él_ ante
un futuro dictador. De hecho, en esa lectura, atenerse a la moral, con frecuencia subjetiva y no a la ley, que
es un dique preciso e infranqueable, puede conducir al chavismo, al fujimorismo, al castrismo (pero no al
laureanismo).
El presidente del medio siglo _de ello estoy seguro _ no afirmó ni dio a entender que se apartaría de la
ley, sino por el contrario, que no le bastaría la sola barda legal, y que iría más allá en la exigencia de su
conducta, ajustándose a principios morales. Fue hombre puro, por reconocimiento unánime, y fue llamado gran
fiscal de la Nación.
La interpretación de Santos, en cambio, es de la esencia del santanderismo. Basta la ley. Solamente ella
es suficiente y, por fuera de ella, todo es permitido. Lo que de alguna manera es verdad. Pero de ahí se
salta a que un inciso deje a salvo un peculado o un parágrafo, mal previsto, dé paso a un atropello. Si fue
a espaldas del funcionario, o, bueno, del responsable, si se careció de la 'prueba reina', otras evidencias
contundentes nada importan, ni obligan la dejación de un cargo.
Volviendo al debate del martes, pudo verse cómo se desplegó la experiencia parlamentaria del senador
Mario Uribe, con su ironía, su rostro de Benny Hill, el tono coloquial y el perfecto manejo de su irritación
dosificada. Hoy se habla sentado y no lo digo de Uribe, comiendo o bebiendo, mientras el ujier pasa, en
primer plano, gaseosas, como si fueran comerciales, siendo lo más respetable que reposa sobre las curules
una botellita, de esas de agua supuestamente, con torso de oruga.
Carlos Rodado se lució. Se mostró como el más serio, y de lejos el mejor conocedor del tema. Lo tenía
fresquecito. La presión _aunque él reitera que no ha mencionado ese término_ que se ejerció sobre el
presidente de la estatal petrolera en Houston, es en su testimonio (absolutamente creíble) de un enorme
irrespeto por tan alto ejecutivo y ex ministro de Estado. No puede una viceministra de hidrocarburos, y
algo de carbohidratos, pasarle papelitos de un pacto de intención, ni permanecer a su lado, como monitora
vigilante y vocera del Ministro, a quien como funcionario tenía que interesarle el negocio.
Pero es lo cierto que, más que el 0.1 de acciones, pesaba en impedimento del Ministro la alta posición que
había tenido en Corfivalle, socia de Promigas y ésta de Enron, todo lo cual era de dato reciente.
Por último pude ver cómo se irrespetó al senador Serrano y la caída de estilo del senador Mario Uribe, al
recordarle sus años, a los cuales indefectiblemente ha de llegar el parlamentario paisa, ya pintado de canas.
Benny Hill también murió. Ni el presidente de la comisión fue considerado con la justificada indignación
del veterano senador, al ofrecerle con ironía un vaso de agua. Fue casi tan descortés como Mockus
cuando los lanzaba a la cara de sus interlocutores. Los años se respetan. Si lo sabrá Lorenzo.

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