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Ciclistas SOS

Aquí estoy, con la noticia de otro ciclista muerto en Bogotá (vamos ya en 31 este año), repitiendo lo dicho: es urgente tomar acciones reales y sensatas que atajen la muerte sobre dos ruedas.

Poly Martínez, Poly Martínez
13 de septiembre de 2017

Pensé escribir esta columna sobre qué se entiende por alegría, si nos la están robando o no cuando evidentemente, por todas las ferias y fiestas que tenemos, incluidos los cinco días de visita del papa, somos un país irremediablemente alegre.

Una reflexión en torno a la máxima de lo bailado quién nos lo quita, teniendo de fondo al magnífico Charly García y su “alegría no es solo brasilera (no mi amor)…”; traté de entender la locura que nos mece entre dos polos: el de ser alegres, estar dispuestos a la sonrisa rápida y a la mamadera de gallo, y el otro, el de la piedra y la frustración que se traduce en rabia que se traduce en violencia que se roba la alegría y nos deja con la cáscara de la amargura.

Estando en esas, se me atravesaron las declaraciones del Súper Robledo, quien se asomó por todos los medios posibles para contar cómo es el tumbao de la reventa de boletería para los partidos de Colombia en el camino de las eliminatorias para Rusia 2018, y prometer medidas que atajen el abuso, incluido un máximo de 4 boletas por comprador (suena a libreta de racionamiento cubana), y la efectiva marcación a la Colfútbol o del vendedor oficial.

Pensé en la alegría de mi amigo Héctor Mujica, a quien ya no se la van a robar: desde hacía días andaba pidiendo recomendaciones, vía Facebook, para comprar en Santa Marta un par de boletas limpias, sanas, legales y a precio justo para el partido mundialista del 5 de octubre contra Paraguay, en Barranquilla. Cuando leí la petición en su muro me sonó igual a la que puede estar haciendo cualquier colombiano hoy: qué candidato me recomiendan, que juegue limpio y en equipo, que entregue resultados sin acomodar las reglas a su favor y respete al árbitro, que se supone tampoco puede recibir coimas.

Pero perdí la alegría al captar que en este país el negocio del fútbol y el de la política parecen calcados y con lamentable frecuencia terminan reducidos a un catálogo de prácticas que recogen todos los males y mañas nacionales. Muchos hinchas y directivos están dispuestos a tomar el atajo, a acaparar beneficios y ser ventajosos con tal de ganar un cupo, un cargo, una clasificación. 

Para la muestra, este gol: la campaña pro firmas para la inscripción de Vargas Lleras como candidato presidencial reta a los jóvenes de otro partido, Cambio Radical, a que le ayuden a recolectar firmas y promete el combo boleta-viaje-hotel para ver el partido Colombia-Paraguay a quien más firmas logre. La verdad, no es que Vargas Lleras no tenga partido, sino que se ha partido en dos para ganar la jugada.

Estaba en esas cuando me llegó el mensaje de la muerte, temprano en la mañana del martes, de un ciclista que estaba sobre el andén esperando a otro, para subir al alto de Patios, en Bogotá. Fue embestido por un carro que perdió el control. Un hombre joven, dos niños huérfanos y la comunidad de ciclistas lista para la masiva subida a Patios, vestidos de blanco, para pedir a los conductores y a los ciclistas temerarios, que sean prudentes y entiendan, como lo ha reiterado Rigo Urán en su video, que perder unos segundos en la vía salva vidas, que La Vida cabe en metro y medio.

Y aquí estoy, con la noticia de otro ciclista muerto en Bogotá (vamos ya en 31 este año), repitiendo lo dicho hace dos años: es urgente tomar acciones reales y sensatas que atajen la muerte sobre dos ruedas. Porque de nada sirve promover el uso de la bicicleta, declarar 2017 como el año de la bici en la ciudad (¿en serio eso de #EscogeLaBici?), si las autoridades parquean el esfuerzo en una campaña en redes y siguen dando tumbos sobre la vía. Robos, imprudencia vial, bajo control y desmadres, en especial del transporte público, sí le roban la alegría a los ciclistas y sus familias.

Yo tengo un sueño…

Que los camiones rosados de Manzana Postobon, vistosos y alegres que ahora se pasean por el país, lleven en la parte de atrás un mensaje, con la foto de sus ciclistas, pidiendo a los conductores respetar los 1,5 metros que salvan vidas. Que los camiones de Alpina, comprometida con la vida, viajen por la sabana y Boyacá con el mismo mensaje, segura de que Winner Anacona, Nairo o Superman López suman su imagen para hacer contundente la petición.

Que se suban a esta idea La Alquería, con el Chavito recordándonos que hay que guardar distancias, y los camiones de Colanta, con Sergio Luis Henao haciéndole señas a los paisas. Que Colombina le pida a Pantano y a Atapuma que apoyen la idea, y que Bavaria diga #Me Uno y ponga a rodar sobre sus inmensos camiones esta iniciativa que también construye pías.

Mi sueño es que muchos contribuyan a la pedagogía vial. Mejor dicho: que se sumen a la vida, que es la única que permite la alegría.

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