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¡Con mis hijos no te metas!

Es muy peligroso que, por cuenta de la obsesión por hacer política, se deje de lado lo fundamental, que es la adecuada formación de los niños, niñas y adolescentes.

María Andrea Nieto
19 de noviembre de 2022

Es muy peligroso el avance desbordado de la ideología de género que ahora pretende desplazar a la familia en el proceso formativo de la sexualidad de los niños, niñas y adolescentes, otorgándoles, al parecer, a los profesores en los colegios ser la potestad de hacer de guías en esta materia.

El 11 de agosto de 2021 fue presentado el proyecto de ley en la Cámara de Representantes por medio del cual “se promueve y fortalece la educación de la sexualidad a través de la formación, conocimiento y ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos y se dictan otras disposiciones”. Esta semana, en el orden del día de la plenaria de la Cámara, se retomó dicho proyecto para ser discutido en segundo debate. Pues bien, nadie puede negar que la educación sexual es importante en los procesos de formación, pero en este proyecto, el artículo 3, numeral e., llamó la atención de la oposición al Gobierno del “cambio” y que establece: “El reconocimiento y la transformación de estereotipos, roles y normas que condicionan el desarrollo de niños, niñas y adolescentes”.

¿En qué consiste la tal “transformación de estereotipos”?, ¿“roles”?, y ¿normas que “condicionan el desarrollo de los niños”? ¿Quién estará encargado de crear los contenidos para tal fin? ¿Tiene fundamento científico o político? Antes de llegar a confundir a los niños, ¿no es mejor capacitar a las comunidades educativas de adultos para identificar los casos que requieren atención especial? Al parecer nadie pudo explicar estas y otras preguntas que tenía la oposición en el debate porque no hubo ningún representante del Ministerio de Educación y, además, la bancada aplanadora del “cambio”, al ver que el proyecto iba a ser archivado, decidió romper el quorum y abandonar el recinto.

Es muy peligroso que, por cuenta de la obsesión por hacer política, se deje de lado lo fundamental, que es la adecuada formación de los niños, niñas y adolescentes. Estemos de acuerdo en que los niños no pueden ser hipersexualizados. Recordemos que, en 2016, a Gina Parody le tocó renunciar como ministra de Educación por cuenta de unas cartillas que pretendían tener “ambientes escolares libres de discriminación” y cuyo propósito consistía en dar orientación sobre “identidades de género no hegemónicas en la escuela”. La exministra también fue incapaz de explicar y salió del cargo.

Pues bien, el fanatismo feminista desbordado en el siglo XXI se encarna de manera casi perfecta en 2022 en la española Irene Montero, ministra de la Igualdad, que casualmente estuvo de visita en el país el pasado fin de semana y firmó con su futura homónima ministra de la Igualdad, la vicepresidenta Francia Márquez, un acuerdo que aún está por darse a conocer. Hasta ahí no hay mayor tema de preocupación. Pero resulta que Montero ha escandalizado a la sociedad española por cuenta de su ideología de género violatoria de la infancia, repitiendo en diferentes foros que “los niños, las niñas y les niñes tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber, que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren, que eso es una forma de violencia, que tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas eso sí, en el consentimiento”.

Con el proyecto de ley y el acuerdo firmado con la ministra Irene Montero, ¿qué les espera a las familias y a los niños en materia de educación sexual?

Llama la atención que la “progre” feminista Montero, digna representante del radicalismo de izquierda, tan cuidadosa en mencionar a los grupos sociales de manera tan detallada, se refiera a los niños con tanto ahínco y no haga referencia a los adolescentes. Porque un niño que biológicamente que no está hormonado no tendría por qué estar teniendo estímulos sexuales, a menos que esté siendo abusado.

Esta ideología de género, que al parecer deslumbra a tanto suramericano, raya con la exoneración de la pedofilia. Y si bien, el proyecto de ley sobre educación sexual en cuestión, no fue iniciativa del Gobierno del “cambio”, la visita de Irene Montero, esposa del “progresista” Pablo Iglesias, sí lo es.

Por esta razón, inquieta saber cuál es la política en materia de niñez y adolescencia para Colombia. Porque antes de abordar estos temas tan “progresistas”, es indudable que los niños y niñas del país afrontan realidades muy complejas en sus procesos de crianza y educación. ¿Cómo va a evitar el Gobierno que tantos niños mueran por cuenta de las palizas, negligencia y abandono que les propinan sus padres? ¿Cuáles son las acciones que se van a tomar para evitar que los niños sean comercializados sexualmente? ¿Cómo se va a combatir el mal llamado “turismo sexual” infantil en ciudades como Cartagena? ¿Cuándo le van a presentar al país las acciones para evitar que los niños, niñas y adolescentes dejen de ser abusados por sus padres, padrastros, tíos y/o abuelos? ¿Cuál es la política para que los niños dejen de ser usados por las comunidades indígenas como los embera para pedir limosna en condiciones que violan sus derechos humanos?

En el Congreso y en el Ejecutivo se necesita menos política e ideología y más técnica para abordar los problemas que afronta desde hace muchas décadas la siempre olvidada infancia. Esperemos que, en el próximo debate en el Congreso, la bancada narcisista del “cambio”, dueña de la verdad y al parecer ahora hasta de la “sexualidad” de los niños, no se retire del debate, le dé la cara al país y explique qué es lo que pretende hacer con nuestros hijos.

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