
OPINIÓN
Doña Inés Ortiz, adalid de la mujer en La Guajira
En la colonia, una carismática española marcó el rumbo de la fuerza de la mujer en un capítulo importante de la historia de La Guajira.
Los derechos de la mujer comenzaron a ser reconocidos tardíamente en nuestro medio. Solo hasta 1954 durante el gobierno de Rojas Pinilla, tuvo la mujer derecho al voto y un año después a la cédula de ciudadanía. Solo ahora se comienza a tener conciencia de los derechos de la mujer muchas décadas después. Por eso es curioso el caso de doña Inés Ortiz en La Guajira que se remonta a los primeros años de la colonia.
La isla de Cubagua, ubicada frente a la costa venezolana, fue descubierta por Cristóbal Colón en 1498. Allí, atraídos por la abundancia de perlas en el mar adyacente, se organizaron los primeros establecimientos españoles en la América del Sur. Uno de ellos recibió en 1528, el nombre de “Nueva Cádiz de Cubagua”. Fue la primera ciudad de Venezuela.
Un vecino llamado Francisco de Castellanos asumió el control de la isla, aunque en realidad la que ejercía el mando, tanto de don Francisco como de la isla, era su esposa Inés Ortiz, una agraciada joven española de recia personalidad. Sin embargo, la desaforada explotación de perlas hizo que en poco tiempo los ostiales de Cubagua se agotaran.
Por instrucciones de doña Inés, Francisco envió a una expedición en búsqueda de un lugar para trasladar a los residentes de Cubagua. El sitio escogido fue el Cabo de la Vela, en el extremo noroccidental de la península de La Guajira, en donde había extensos ostiales. Allí se fundó un caserío de nombre Nuestra Señora de los Remedios.
Por gestiones de doña Inés, el rey otorgó a su esposo el título de “mariscal de la ciudad de Riohacha y de su granjería de perlas”. Sin embargo, ante la escasez de agua y el hostigamiento de los corsarios, doña Inés le indicó a su esposo que buscara un sitio más adecuado para la ciudad. El grupo explorador que envió Castellanos, guiado por un indígena al que se le dio en recompensa un hacha, alcanzó sobre la costa una corriente de agua dulce a la que llamaron “Rio de la Hacha”, cerca de la cual se estableció la nueva población.
A la muerte de su esposo, doña Inés Ortiz, no dudó en solicitar al Rey que su hijo Miguel, ocupara el puesto de su padre. Así lo hizo el monarca. El nuevo mariscal Castellanos guiado por su madre, estableció en Riohacha un régimen autocrático sin precedentes parecido al de los señores feudales en Europa. Aunque la gobernación de Venezuela, interesada en las perlas, solicitó a Madrid que Riohacha se anexara a esa provincia, doña Inés y su vástago lo evitaron y mantuvieron una autonomía sin precedentes, ya que solo dependían de la lejana audiencia de Santo Domingo.
En 1581 el gobernador de Santa Marta, que también pretendía a Riohacha, dio cuenta a la Corona del grave estado de corrupción y desorden en que se encontraba la ciudad como consecuencia de la administración de Castellanos y de la influencia de su madre que era quien en la práctica gobernaba la ciudad y toda su jurisdicción. El rey finalmente resolvió en 1593 adscribir a Riohacha a la gobernación de Santa Marta y no a la de Venezuela.
Doña Inés, con su recia personalidad, tuvo mucho que ver en que La Guajira fuera de Colombia y no de Venezuela.