EL "BOY - SCOUT" DEL LIBERALISMO
Gracias a la extraordinaria capacidad de resurrección de Alberto Santofimio, Luis Carlos Galán encontro disculpa para seguir disfrazado de boy-scout del Partido Liberal.
Su buena acción de la semana fue la de desautorizar la presencia del político tolimense en la recién elegida dirección liberal, con lo que reforzó la franja moralista que tiene en las grandes ciudades del país, frente a la cual Galán se yergue como el estandarte de las buenas costumbres políticas.
Sin embargo, su dialecto scout no se escuchó con la misma fuerza de antes. La explicación consiste en que el Nuevo Liberalismo hizo de la renovación moral su objeto social, lo que ha obnubilado de tal manera a sus seguidores, que se han auto-convencido de que el mal del país comienza donde termina su movimiento político.
Y de paso han convencido también a incrédulos profesionales como Daniel Samper, quien, en columna reciente, catalogó una intervención realizada por Galán en la IV convocatoria del Nuevo Liberalismo como "el discurso más importante que se haya oído en este país durante el último año". En él, cuenta Samper, Galán "resaltó cómo el peso oficial de la lucha contra el narcotráfico ha recaído principalmente sobre el Nuevo Liberalismo, cuyos líderes han expuesto la vida en esa lucha, y exigió un cambio inmediato de las estructuras políticas".
Para que la primera parte del mejor discurso del año fuera cierta, se necesitaría que la policía, el ejército y los jueces de la República, que son los verdaderos héroes de la jornada anti-tráfico, fueran galanistas. Así que lo que se esconde en el fondo de la afirmación de Galán, es un nuevo intento de cobrar el cadáver de Rodrigo Lara Bonilla, quien murió subjúdice frente a su propio partido por culpa de las vacilaciones de Galán en torno al famoso caso del "cheque-caliente". Se requirió que la mafia le declarara la muerte al Ministro, para que el Nuevo Liberalismo lo volviera a contar entre sus miembros.
Y en cuanto a exigir "un cambio inmediato de las estructuras políticas"... Pues nada, yo también lo exijo. La diferencia está en que Galán comanda un movimiento que coquetea, tanto como los partidos tradicionales que parece despreciar, con las estructuras políticas que con tanto ahínco exige modificar.
Los miembros del Nuevo Liberalismo también cometen pecados políticos. Recientemente, por ejemplo los galanistas se amangualaron" con el gustavismo en el Concejo de Bogotá, para montar en la Personería a un hermano del jefe político de este segundo movimiento, Gustavo Rodríguez, a pesar de que el nuevo funcionario no poseía, precisamente, la mejor hoja de vida para el ejercicio de dicho cargo.
Por otro lado, una de las razones esgrimidas por Galán para descalificar a Santofimio fue la de que todavía estaba pendiente una investigación de la Corte sobre la resolución 39875 firmada por el político tolimense... y por Simón Bossa López, jefe del Nuevo Liberalismo en Bolívar.
Más aún, el Nuevo Liberalismo también tiene sus María Izquierdo de Rodríguez. Que lo nieguen Emilio Urrea y Marino Rengifo, que protagonizaron la semana pasada en el senado un enfrentamiento que habría hecho sonrojar de timidez a la representante boyacense.
Pero lo que resulta más inexplicable es que Galán cuestione moralmente la composición de la dirección Liberal por la presencia de Santofimio, cuando el país aún está esperando que el jefe del Nuevo Liberalismo se pronuncie sobre el caso del ex alcalde y actual concejal de su movimiento, Jairo Mejía Alvarez, agarrado "con las manos en la masa" en el caso del intento de soborno de otro concejal caldense. ¿Si no son éstas las estructuras políticas que hay que cambiar, entonces cuáles son?
El punto débil del Nuevo Liberalismo es el de haber convertido la moral en su estandarte político, cuando los miembros del movimiento se amangualan, pelean y firman de manera tan cuestionable, como los políticos contra los cuales están haciendo la disidencia.
Yo pienso, sin embargo, que la moralidad debe ser presupuesto de la política, en lugar de un programa de partido. Personalmente no pienso darle mi voto al político que base su campaña en ofrecer honestidad, pero en cambio no dudaría en quitárselo al político que evidentemente carezca de ella. Cómo es la vida. La misma razón que me impide votar por Galán termina siendo, entonces, la que me impide votar por Santofimio...