Entre Uribe 3 y Santos 3

La idea de que el país  tenga que escoger en segunda vuelta entre Iván Duque y Germán Vargas solo sirve a los intereses del establecimiento político y económico que se aferra a esta posibilidad como garantía de mantenimiento del statu quo.

La posibilidad de que esto ocurra es real, como consecuencia de la dispersión electoral del centro y la izquierda. Es previsible que la primera vuelta confirme un 30 por ciento de votos a favor de Iván Duque mientras todos sus competidores se acercan al 20 por ciento en la disputa de la segunda plaza. El candidato del Centro Democrático tiene asegurada una plaza en la segunda vuelta, la pregunta es contra quién se  medirá en junio. Los únicos rivales con opción real de disputarle la Presidencia son Humberto de la Calle y Sergio Fajardo, ambos con capacidad de movilizar el voto del centro y de la izquierda pues Petro encuentra muchas dificultades para llegar al centro por cuenta de su pasado y de la campaña de temor que despierta la supuesta llegada al poder del castrochavismo.

El escenario de una disputa con Vargas en la segunda vuelta implicaría la resurrección política del exvicepresidente, luego de su desacertada campaña electoral. Vargas inició su periplo con la intención de ser el candidato de la derecha y gozar del apoyo de Uribe. En despliegue de esa estrategia no solo saboteó la Jurisdicción Especial para la Paz, que ahora dice era su único reparo a los acuerdos, sino que también hundió las circunscripciones de paz y la reforma política. No hay que olvidarlo.

Lo que Vargas no midió es que la derecha en Colombia ya tiene dueño, se llama Álvaro Uribe, y Uribe prefiere tener candidato propio que respaldar uno ajeno. La intención del exministro de Santos de convertirse en el candidato de ese sector lo hizo naufragar ante la opinión pública. Adicionalmente, tratar a los ciudadanos como tontos presentándose por firmas mientras dirigía la operación de alianzas clientelistas con políticos cuestionados mediante su partido Cambio Radical, solo reforzó la idea de que todo en la campaña vargasllerista era un engaño al electorado.

Luego de su fracaso estrepitoso, Vargas no tuvo más opción que regresar al centro, no por convicción sino por conveniencia  y desde allí acudir al apoyo del presidente Santos para lograr a punta de maquinaria y favoritismo de los medios el milagro de su resurrección. No hay que descartar que lo pueda lograr. La pregunta es si podrá repetir la victoria de Santos en 2014.

Hace 4 años la convicción sobre la necesidad de salvar el proceso de paz llevó a la izquierda a apoyar el presidente Santos y conseguir así su reelección. ¿Ocurrirá lo mismo ahora? Pese a las fantasías del establecimiento no resulta previsible que Petro, Fajardo o De la Calle anuncien un apoyo a Vargas para segunda vuelta.  Si eso ocurriese tendríamos el extraordinario caso de un presidente que va a gobernar con la agenda de Uribe, con los amigos de Santos y con los votos de la izquierda.

Pero también es posible, y bastante, que pierda frente a Duque, en cuyo caso la actual Constitución le exige que asuma el cargo de senador y lidere la oposición al gobierno. ¿En serio alguien cree que Vargas puede ser el líder de la oposición en el gobierno de Iván Duque? ¿En serio?

Hay que abandonar los cantos de sirena mediáticos que impulsan la candidatura de Vargas con el propósito de que los colombianos tengamos que escoger entre dos versiones de lo mismo. El candidato de Uribe 3 versus el candidato de Santos 3.

Como ciudadanos debemos enfocar los esfuerzos en lograr que la esperanza del centro sea el centro de la esperanza y apoyar sin dudar a los candidatos que realmente representan el cambio y las opciones distintas a la derecha. La democracia no es solo votar sino elegir entre opciones reales, para ello tenemos que asegurarnos que la segunda vuelta sea entre la derecha y su competencia, no su réplica.