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¡Insistimos por un acuerdo nacional!

Estamos en un momento inmejorable para convocar un acuerdo nacional sobre lo básico, quién hubiera imaginado al otrora cabecilla de las Farc Rodrigo Londoño, sentado hablando de la paz y reconciliación con Juan Manuel Santos en el noticiero del canal Caracol.

Marco Tulio Gutiérrez Morad
4 de agosto de 2020

Desde hace tres semanas hemos venido insistiendo en este espacio de opinión sobre la vital e inaplazable necesidad de convocar cuanto antes a un acuerdo nacional, un pacto que tenga la capacidad de construir sobre la base de la unidad, y sobre una convención en lo fundamental, que allegue a los sectores de izquierda, de derecha y los del centro, con el firme ánimo de fijar unas pautas mínimas que hagan una verdadera materialización del Estado Social de Derecho, sin embargo este ejercicio será fútil en la medida en que no converjan todos los sectores políticos de la patria, así como los respectivos gremios, organizaciones estudiantiles, sindicales, deportivas, emprendedores y en fin, todos los sectores que componen nuestra sociedad.

Para lograrlo debemos empezar por lo básico, la posibilidad de que nos podamos sentar, este gesto no significa nada diferente a tener voluntad como sociedad de sacar las cosas adelante, es momento de entender que la polarización está enfermando y corroyendo nuestra escala de valores como sociedad, vasta con mirar las expresiones de odio y de insensatez que disfrazadas en el ejercicio del derecho de libertad de expresión, cada día nos alejan más; llegó el momento en que líderes de todos los extremos, de todas las tendencias convoquen a una mesa de debate nacional, diálogo que como hemos insistido ya empieza a vislumbrarse, quién iba a pensar hace 15 años, que el aquel entonces ministro de la defensa nacional iba a tener a Timochenko sentado frente a frente, hablando sobre la unidad de Colombia.

¿Por qué no se puede conseguir ese gran encuentro nacional de todos los jefes de la vida nacional y determinar unos acuerdos mínimos a la convivencia entre los colombianos? No puede existir un momento más propicio para hacerlo y nosotros todos los colombianos apoyarlo y acompañarlo; un encuentro de agenda abierta, pero con unos ejes centrales para la consolidación de la paz, el logro de un despegue económico, la lucha por una Justicia que devuelva la fe del ciudadano en ella, la real lucha por equilibrar nuestra sociedad dentro de un modelo de ideas y de propuestas reales y de propósito nacional.

Es momento para clamar por la unidad y no seguir sumando a la división y la polarización, nuestro país no aguanta más odios y más segregación, precisamente, en medio de las dificultades que nos ha traído la emergencia sanitaria, es en donde más unidos deberíamos estar, sin embargo, ha sido el momento en que más distantes estamos, en donde la opinión del uno siempre es violentada por la opinión del otro, muchas veces incluso sin sustento alguno. Este fin de semana, con horror vi en las redes sociales la expresión de un hombre que pedía darle una “pela” a sus hijos, en caso de que fueran simpatizantes de Daniel Quintero, alcalde de Medellín; manifestaciones como estas, contrarían los monumentales esfuerzos del Gobierno nacional, de los gobiernos departamentales y de los gobiernos municipales y distritales en medio de un debate sin sentido, y a merced de la irracionalidad del odio para quedar los ciudadanos en medio de una desesperanza que lógicamente se traduce en frustración mayor.

Insisto, el momento no puede ser más oportuno, estamos seguros de que en medio de la situación de apremio en la que nos encontramos, florece la oportunidad para que establezcamos un acuerdo nacional, esta iniciativa no se trata de una abyecta Asamblea Nacional Constituyente, o de un malabarismo político, se trata de servirnos precisamente de las herramientas legales y constitucionales previstas en el ordenamiento jurídico para lograr materializar un pacto por lo mínimo, por la satisfacción de lo básico, un espacio en que sin importar el sendero ideológico pactemos una verdadera reforma a la justicia, que como desde hace mucho insistimos se hace imprescindible; los niveles de criminalidad que cotidianamente afectan la tranquilidad de nuestras ciudades son consecuencia directa de un vetusto y mal logrado sistema judicial, que sin darnos cuenta y sin percepción para muchos logró delinear un sofisticado aparato de formación criminal, pues el atracador que sale a la calle, roba, logra su cometido y si llega a ser sorprendido, será llevado a una estación de policía o a una URI, donde pernoctará y al día siguiente estará de nuevo en las calles, pero con una diferencia  fundamental, cada vez que es atrapado y liberado, perfecciona la ‘técnica’ de sus actos, una especie de obtención certificada de experiencia en su carrera como delincuente. Sin embargo, ese no es el único problema que afronta nuestra justicia, el sistema judicial requiere tecnificarse y digitalizarse de manera urgente, no podemos seguir esperando décadas a que un expediente se tramite en una fiscalía o en un juzgado; asimismo, con el enorme respeto que se merece el Consejo de Estado, de manera respetuosa consideramos que llegó el momento de agilizar los trámites, las acciones de repetición y de reparación directa que no son falladas en más de diez años.

Es momento que revisemos de manera estructural y sobre la base de elementos reales de materialización la desigualdad social que cada día hace mayor la brecha en nuestro país, es momento de brindar oportunidades, de lograr destacar que una sociedad como la colombiana necesita darle protagonismo a nuestro campo, que sea viable la propuesta dada en la Ley 200 de 1936 para impulsar nuestra agricultura, son estos niveles los que requieren con urgencia ser atendidos, tecnificados; así mismo, se requiere de una vez por todas iniciar el diseño de una política, seria, eficaz y dinámica con relación a las drogas, parece que llegó el momento de sortear esta dificultad a través de un esquema de regulación normativa que permita el tránsito a la legalización, con el ánimo que la expresión de ilegalidad quede fuera de cualquier tipo de contexto, basta con mirar un sencillo ejemplo, en países como Estados Unidos a un adolescente le es más fácil comprar cocaína, que una sola cerveza, esto en la medida que la regulación hace prácticamente imposible que el menor de 21 años logre adquirir un producto con contenido alcohólico.

Llegó el momento de convocar a la unidad nacional sin dejar a nadie por fuera, empresarios, opinadores, deportistas, el sector financiero, los campesinos, los pensionados, los desempleados, es el momento de acordar un mandato ciudadano que logre sobre la base del disenso, el debate y la reconciliación, empujar el país hacia adelante, es el momento para dejar de lado la proliferación del odio que cada vez nos hace más inviable nuestro país; no se trata de un llamamiento para que los partidos cesen o para que las ideologías sean sometidas, se trata de crear un acuerdo sobre lo básico, sobre lo necesario, sobre lo que nos urge como Estado, para logar decantar de manera mancomunada las soluciones a los aspectos que más requerimos como sociedad y que hacen que nuestro llamado sea el de: ¡Insistamos por un Acuerdo Nacional!

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