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Con o contra Duque

La oposición al gobierno de Duque debería tomarse en serio la paz de Colombia y darle una mano al presidente para que pueda desmarcase de los extremistas de su partido.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
21 de febrero de 2019

Estoy con Iván Duque. Mejor, con María Juliana Ruiz, la esposa del presidente, víctima de un frívolo y machista ataque por su modo de vestir. Ella es un mujer solvente, con méritos propios que tiene el derecho de vestirse como le venga en gana. Estoy contra el presidente Duque por su perruna política exterior. Estoy, como en el relato de Álvaro Cepeda Samudio, a la espera de lo que haga el presidente Duque con los acuerdos de paz.

El presidente Duque tiene una gran oportunidad para demostrarle a Colombia y el mundo que está al mando del país. Muchos creen que a Colombia la está piloteando otra gente. Extremistas que desconfían de las formas democráticas y fijan una especie de dictadura de partido. Para esta clase de extremismo el Estado es un mero instrumento del partido. El Estado que en teoría pertenece a los ciudadanos se vuelve un patrimonio del partido. El partido pasa de manos de los votantes a las de una gavilla de camorreros que sabe moverse en ambientes violentos. La paz los descoloca.

Iván Duque fue un buen parlamentario pero puede acabar como un mal presidente. Mal si incumple sus promesas. Una de sus promesas fue la de reconciliar al país y gobernar para todos los colombianos. La paz es el único camino que permite la reconciliación. La crispación y la guerra es un mal camino. La reputación del presidente Duque puede verse gravemente afectada si se deja llevar por los extremistas de su partido que están empeñados en dañar la única vía de reconciliación que le queda a la nación colombiana: los acuerdos con las Farc y la Jurisdicción Especial de Paz (JEP).

El fanatismo nubla el pensamiento. La oposición fanática no sabe diferenciar entre las cosas que pueden traer beneficios o perjuicios a una nación. La oposición al gobierno de Duque debería tomarse en serio la paz de Colombia y darle una mano al presidente para que pueda desmarcase de los extremistas de su partido. Hay que motivar a Duque para que adopte los acuerdos de paz y deje actuar a la JEP. En otros temas se puede y debe ejercitar una razonada oposición. Lo uno no demerita lo otro. El extremismo como el fanatismo ciega.

Los caricaturistas tendrán menos oficio el día en que el presidente Duque tome la decisión de gobernar con base en sus propios valores.

Viejo Topo, en dónde carajo se ha metido la Iglesia Católica de Colombia. El Dios de la paz anda preguntando por ella.    

Yezid Arteta Dávila

* Escritor y analista político

En Twitter: @Yezid_Ar_D

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