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Me asquea toda esa gente que hace marras olvido que son elegidos para servirle a la gente, para trabajar por el bien común; de esos para quienes la política no es más que una manera de llenarse los bolsillos.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
15 de octubre de 2019

Cada vez soy más pesimista del juego político de este país, cada vez me interesa menos saber de elecciones y campañas electorales y de participar en el debate público nacional. Me asquea toda esa gente que hace marras olvidó que son elegidos para servirle a la gente, para trabajar por el bien común; de esos para quienes la política no es más que una manera de llenarse los bolsillos.

Pero hago parte de una democracia y no pienso permitir que otros decidan por mí mientras yo me dedico a criticar desde este espacio o desde mis redes sociales.  Por eso le he hecho seguimiento, a través de las redes, a un grupo de jóvenes que aspiran a llegar por primera vez al Concejo de Bogotá, la mayoría de ellos entre los 25 y los 35 años que, quizás por su juventud, todavía conservan la mística y sueñan con la posibilidad de cambiar todo lo nefasto que hoy tenemos.

En particular, e independientemente de su partido político, veo en tres de ellos ideas novedosas, refrescantes y nuevas formas de acercarse a la gente y de dar a conocerse. Son: Juan David Quintero Rubio, del Partido Liberal (11 en el tarjetón), quien fue elegido edil de Usaquén cuando apenas tenía 21 años con la bandera de la defensa de los colegios en concesión, que son instituciones públicas administradas por privados que hoy día suman 35 en Bogotá. Se trata de un modelo no exento de críticas, sobre todo por parte de la Asociación Distrital de Educadores y del concejal Juan Carlos Flórez, quien afirma, y con lo cual yo estoy de acuerdo, que lo ideal sería mejorar la calidad de la educación pública.

Sin embargo, según el informe de Aprendizajes y retos de los colegios en concesión en Bogotá, que elaboró la Secretaría de Educación, veintidós de estos colegios están en los cien primeros puestos del escalafón de instituciones públicas. Su buena reputación se debe a los buenos resultados en las pruebas del Estado, por lo que sus cupos son apetecidos. Pero no es este el único interés de Quintero. Lo de la movilidad, que es cada vez más urgente, también está en su radar, así como el tema ambiental, como la recuperación del río Bogotá.

Otro candidato al que le sigo la pista es Martín Rivera Alzate, de la Alianza Verde (27 en el tarjetón). Su discurso también se centra en la educación, básicamente en la idea de crear una política pública de implementación total de la jornada única en colegios distritales. Rivera es un tipo repilo que conoce bastante a Bogotá porque coordinó “Concejo cómo vamos” y trabajó en ProBogotá Región. Le he oído decir, lo cual comparto, que hay que consolidar la reserva Van der Hammen como un corredor ambiental entre los cerros orientales y el Río Bogotá y también que se opone a Transmilenio por la Séptima porque el problema allí se puede solucionar “con un sistema de buses más eficiente, de piso bajo, eléctricos, con mayor frecuencia, acompañado de recuperación y mejoramiento de espacio público”.

El tercer candidato de quien me gusta su discurso es José Antequera Guzmán, de Colombia humana (9 en el tarjetón). Basta hablar dos minutos con él para confirmar su inteligencia, la que lleva a la idea de que en poco tiempo será uno de los grandes políticos de este país. Hábil con la palabra, súper carismático, sensible a las luchas sociales, conciliador. Es un hombre muy progresista que está comprometido con la paz y, por supuesto, con el país.

 

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