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La hora de la economía

La economía está en el centro de los debates públicos en el país. Y es bien necesario. Si bien las perspectivas son más positivas que en el resto de la región, hay varios temas estructurales como las pensiones, la reforma tributaria y la reforma laboral que están sobre la mesa.

Camilo Granada, Camilo Granada
16 de octubre de 2019

Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional publicadas el martes señalan que Colombia es el país que más crecerá este año entre las principales economías de la región. Crecerá más que Brasil, México, Chile y Perú. Si bien el crecimiento no es tan fuerte como necesitamos para reducir el desempleo de manera consistente, es una buena noticia en medio de un clima económico mundial gris.

Cuando esta columna se publique se habrá seguramente conocido el fallo de la Corte Constitucional sobre la reforma tributaria del año pasado. Su decisión tendrá un impacto indiscutible sobre las perspectivas económicas y en particular sobre las decisiones de inversión del sector privado, nacional y extranjero en el país.

El desempleo sigue siendo el principal problema de la economía nacional. El número de desempleados volvió a pasar por encima del 10% y afecta principalmente a los jóvenes y a las mujeres. La informalidad, el otro gran problema laboral, perdió su tendencia a la baja. Hoy uno de cada dos colombianos trabaja en el sector informal, o sea sin las garantías y derechos que ordena la ley. Esto repercute directamente en la financiación sobre los pilares de la seguridad social: la salud, que sigue teniendo una mayoría de personas cubiertas por el régimen gratuito; y las pensiones las cuales no solo están desfinanciadas, sino que son un mecanismo altamente regresivo pues su funcionamiento conlleva un subsidio que llega esencialmente a los que más tienen.

Frente a estos desafíos el gobierno está evaluando dos grandes reformas: la laboral y la de pensiones.

En el tema laboral hay propuestas para todos los gustos: desde las más populistas, como crear nuevas primas por vía legislativa, reducir el horario laboral o seguir incrementando el salario mínimo muy por encima de la inflación, hasta las más conservadoras como establecer salarios mínimos diferenciados por sectores y por regiones, crear un salario joven, por debajo del salario mínimo legal actual y ampliar las opciones de trabajo por horas.

Esta semana se conoció lo que sería la reforma pensional que prepara el gobierno, que se centraría en el incremento de las cotizaciones y el fin del régimen de prima media que maneja Colpensiones. El gobierno salió a desmentir que tal propuesta existiera y dijo que no hay ninguna decisión al respecto todavía.

Lo cierto es que ambas reformas –la laboral y la pensional—son necesarias para impulsar un crecimiento económico que genere más bienestar para la gente, con más empleo de calidad y que a la vez libere recursos públicos de subsidios indeseables para ser destinados a mejores propósitos.

Sin embargo, no deja de sorprender que el gobierno y su partido en el congreso parecen no tener claro cual es el camino y las contradicciones entre voceros de uno y otro aportan solo confusión e incertidumbre. Cuando se trata de reformas estructurales, que impactan profundamente a la gente y a las empresas, es necesario adelantar una pedagogía clara y un debate serio, para lo cual se necesita claridad de propósito. Recordemos que las especulaciones y las contradicciones sobre el incremento del IVA y su ampliación a más productos que se dieron antes y durante la reforma tributaria del año pasado pusieron en riesgo la viabilidad de la reforma cuya constitucionalidad está en estudio en este momento.

Para temas tan trascendentales para el crecimiento económico, la calidad de vida de los colombianos y la orientación del gasto público, el gobierno haría bien en afilar el lápiz, definir con claridad sus objetivos y liderar un proceso de concertación serio y efectivo para lograr reformas que necesariamente van a impactar y que tendrán detractores. En este, la confusión es el peor enemigo del cambio. Por positivo que sea.

Llegó la hora de que la economía sea el centro del debate nacional, pero debe ser un debate informado, claro y liderado por el gobierno nacional. 

 

 

 

 

 

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