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La tributaria ya fracasó y sin embargo la quieren aprobar

El argumento para defender la reforma tributaria la cual baja aún más las tarifas a las sociedades y amplía sus exenciones y deducciones es que ella generará nuevos y abundantes puestos de trabajo como consecuencia del mayor crecimiento de la economía.

Jesús Pérez González-Rubio , Jesús Pérez González-Rubio
9 de diciembre de 2019

 Pero está probado que bajar los impuestos no genera aumento del PIB. También lo está que puede haber incremento de este sin que aumente el empleo. Es exactamente lo que en la actualidad ocurre entre nosotros. El proyecto de reforma tributaria del doctor Carrasquilla, reproducción de la ley de financiamiento con base en la cual se pagó el año gravable 2018 y se pagará 2019, en lugar de generar nuevos puestos de trabajo, aumentó la tasa de desempleo. Es decir, la tributaria que cursa en el Congreso ya fracasó estruendosamente, bajo el nombre de ley de financiamiento.

Pero este fracaso no le importa ni al Gobierno ni al Congreso porque realmente no se trata de que se reduzca el desempleo sino de congraciarse con los bancos y grandes empresas, así como con los gremios, quizás conscientes Gobierno y Congreso de que ya no tenemos democracia sino plutocracia. Pues es verdad que hay elecciones. Pero no es menos cierto que “los poderosos señores del dinero” son los verdaderos depositarios de las riendas del poder. Esto es, tenemos unos poderes públicos que actúan no en función del interés general del pueblo todo él, del bien común, sino de los intereses, si acaso, del 5% más próspero de la sociedad colombiana.

La prueba de lo que digo es la reforma tributaria en curso. No le sirve al Estado porque le disminuye los ingresos en 20 billones de pesos cada año, según Mauricio Cárdenas (El Tiempo, 16 de noviembre de 2019), exactamente en el momento en que crece la deuda pública como consecuencia de la devaluación del peso, y en el momento en el que el país está reclamando en las calles mayor inversión social y mayor equidad. 

Desde otro punto de vista, si de crear nuevos puestos de trabajo se tratara realmente, lo lógico sería que el gobierno emprendiera un vasto programa de obras públicas, que es, al lado del sector de la construcción, el que más empleo genera. Un gran plan de construcción de vivienda, de un lado, y de obras públicas, de otro, tendría un impacto en el crecimiento económico y en la generación de empleo, como no lo tendrá la disminución de los impuestos que propone la reforma. 

El ministro de Hacienda está desinformando a la opinión pública con la ayuda de muchos medios de comunicación, propiedad de quienes se beneficiarán con la rebaja de impuestos y exenciones que la reforma trae. Esos 20 billones de pesos anuales, 60 billones en tres años, se podrían invertir en las obras de infraestructura que este gobierno no ha acometido, en vivienda popular, en educación, en salud, en acueductos, en alcantarillados, en vías de tercera generación, en la reforma rural integral, pieza clave en la pacificación del país, en orden a que la seguridad sea producto de la paz y no de las balas, de los bombardeos en que mueren menores de edad, de falsos positivos, o de la colaboración de la fuerza pública con paramilitares. 

Recordemos que la tributación de las sociedades, contrariamente a lo que afirman las plumas al servicio de sus intereses, es formalmente del 20% para unas y del 32 % para la mayoría. Sin embargo, en términos de tributación efectiva probablemente no alcanza al 5% de sus utilidades. Sería sólo del 3,9% según un estudio de Jorge Garay y Jorge Espitia (“La dinámica de las desigualdades en Colombia”) que cita Salomón Kalmanovitz (“Concentración del Ingreso y Tributación”, El Espectador, 9 diciembre 2019)    

La reforma tributaria garantiza en dos o tres años una severa crisis de las finanzas públicas, y un mayor grado de insatisfacción social que no le sirve a nadie. Quizás sí a quienes más que cuestionar a los gobiernos, cuestionan el sistema. 

El partido que dirige don Fuad Char no puede menos que apoyar esta reforma. Es absolutamente comprensible. Pero que lo haga el Partido Liberal, o miembros de su bancada, solo prueba que ha extraviado su rumbo. Esa conducta no tiene ningún sentido después del acertado diagnóstico del expresidente César Gaviria, jefe de esa colectividad, quien afirma sobre la reforma: “Todo el mundo sabe que es plata para otorgar subsidios y exenciones y rebajas de tarifas para los adinerados”. Diagnóstico que incluye lo siguiente: 

En el gobierno del presidente Duque, todos esos sectores contestatarios e inconformes se sienten ofendidos, maltratados, rechazados por el gobierno. Es algo que no creo que le sirva al país, pero ellos decidieron hacerlo de esa manera. Creo que nada quieren aprender de lo que ocurre en el resto de Latinoamérica”. (El Tiempo, 3 noviembre 2019). Ni más, ni menos. 

Constituyente 91*

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