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"Manténganse lejos de los tibios"

Es el momento de asumir posiciones sin temor a expresar el discurso valiente, no obstante los epítetos descalificadores de una derecha hirsuta y trasnochada que hoy se ahoga en sus propias contradicciones.

Javier Gómez, Javier Gómez
11 de febrero de 2020

Para nadie es un secreto: los partidos tradicionales en Colombia agonizan y, para impedirlo, acuden a la respiración artificial que les da la mermelada; no tienen otro antídoto para tratar de detener el deterioro que les ocasionó la inveterada epidemia clientelista que, durante décadas, difuminó cualquier rastro de ideología que les quedaba. 

En el país se respira una evidente impugnación a la política tradicional, pero también contra las élites económicas, similar al descontento que el pueblo chileno expresó en las calles; una presión social que los obliga a navegar sobre las contradicciones políticas que creen resolver cada cuatro años cuando hay elecciones a punta de compra de votos, clientelismo y manipulación del escrutinio.

Mientras más espeso el ambiente más crítica es la realidad de esos partidos que como  Cambio Radical y la U (siete u ocho senadores) prefirieron abandonar su independencia (según el Estatuto de la Oposición) para declararse partidos de gobierno; es decir, prefirieron alejarse del centro para mezclarse en el extremo derecho del espectro político no solo para promover el conformismo, sino imponerlo. 

Si a esas contradicciones le sumamos el tsunami Merlano, el futuro político de toda esa politiquería regional y nacional está más que amenazada; pero si además a esas incoherencias les agregamos políticas de gobierno como la delación (red de informantes), espionaje (la bodeguita uribista) y la intimidación como estrategia de control social para chantajear a quienes no votan por ellos, podemos vaticinar lo peor en 2022; por supuesto que el país les cobrará esas contradicciones e incoherencias, no lo duden. 

Sin embargo, lo anterior debe tener una consecuencia: ¿Cómo deben reaccionar los partidos de oposición? ¿Qué estrategia adoptar? Me aventuro a formular dos propuestas. Una: que los partidos de oposición asuman la Constitución Política, aún sin desarrollar en un 60 por ciento, como un cinturón de seguridad que garantice las reformas que reclama el país y que la derecha, gobierno tras gobierno, aplaza. Y dos: que los partidos de izquierda y de centro izquierda se conecten con los trabajadores formales e informales, los estudiantes, los sindicatos, en fin, con la calle, esa que protesta para que la ecuación social, económica y política del país cambie. No es mucho pedir, si se entiende que la única polarización auténtica es la desigualdad. 

Claro que no es mucho pedir, el discurso está servido: es abrirle la posibilidad real al acceso a la vivienda, al empleo, a la educación, a mejorar la calidad de vida y la de millones de familias colombianas que no tienen cómo llegar a fin de mes. En Chile lo que había comenzado como una protesta contra el aumento del pasaje en el metro, se convirtió en una sublevación masiva contra el régimen neoliberal que no pudo ocultar más el desbarajuste social que es el mismo que padece el pueblo colombiano.

Hubo un avance cualitativo en las pasadas elecciones que no se puede despreciar; se eligieron alcaldes y gobernadores por fuera de las castas políticas que inspiran una lectura premonitoria para el 2022. Una buena gestión de estos mandatarios locales y regionales debe redundar en un debate político que confronte a la vieja clase política.

Inadmisible error sería si de entrada se critica la tarea de estos mandatarios independientes sin valorar sus orígenes; es necesario que los líderes de las propuestas alternativas que piensan comandar ese cambio se despojen de rencillas personales, de egoísmos innecesarios que derivarían en divisiones presuntuosas que es lo que en últimas buscan los partidos tradicionales y las élites económicas acostumbradas en pescar en río revuelto. 

Por ello a manera de llamado de atención les dejo la siguiente reflexión: como dice el poeta y maestro Juan Manuel Roca en su último libro Manténganse Lejos de los Tibios. De acuerdo con Roca no es hora para los tibios si quieren estar de este lado del espectro político: es el momento de asumir posiciones sin temor a expresar el discurso valiente, no obstante los epítetos descalificadores de una derecha hirsuta y trasnochada que hoy se ahoga en sus propias contradicciones.  

@jairotevi   

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