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La atenida

Espero que tenga lista la palabra “atenidos” para sustentar un no cuando le pregunten por el rescate de la panameña Avianca o por las gabelas a los bancos.

Vicky Dávila, Vicky Dávila
9 de mayo de 2020

La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez humilló a los colombianos a través de un programa de televisión. “Es que esto aquí no es estar atenidos a ver qué hace el Gobierno por cada uno de nosotros”, fue una de las frases que pronunció indolente y con tono altivo. Como si ella fuera la dueña de los dineros públicos y no el pueblo que paga impuestos. Como si las ayudas del Gobierno en tiempos de pandemia fueran una limosna y no una obligación del Estado. Como si los ciudadanos estuvieran en sus casas por decisión propia y no por orden del Gobierno que ella representa. Lo que hizo Ramírez no tiene defensa y es absolutamente reprochable. La dibuja como una dirigente inhumana que no comprende el sufrimiento de los más vulnerables. Al contrario, los insulta ante su dolor y con voz de mando rancio los conmina a trabajar, como si fueran unos zánganos que no tienen voluntad para laborar. Luego quiso cerrar el capítulo con unas excusas aguadas. Una política antipática y poco empática. 

Dice la RAE (Real Academia Española) sobre “atenido”: una persona que gusta de vivir a costa de los demás. Mantenido es uno de sus sinónimos. Sin duda una ofensa, una bofetada cargada de vanidad que viene de alguien que lo ha tenido todo. Una bocanada de clasismo. Me pregunto si la vicepresidenta cree que su despectiva expresión describe la tragedia de quienes tienen hambre, o se compadece con aquellos que perdieron su trabajo o tal vez enfrentan la quiebra de su pequeña empresa.  

Espero que tenga lista la palabra “atenidos” para sustentar un no cuando le pregunten por el rescate de la panameña Avianca o por las gabelas a los bancos.

Es claro que no somos un país rico con un bolsillo sin fondo. Eso no se discute. Lo incomprensible es que la vicepresidenta ha hecho su carrera política apoyada en esa gente a la que ahora, desde su alto cargo, llama “atenida”, en medio de la emergencia por el coronavirus. Fue con esa gente que se tomó tantas fotografías en campaña, que la hacían lucir tan cercana y cálida. En la red hay 1.000 sonrisas de Marta Lucía Ramírez retratadas al lado de niños humildes, mujeres cabeza de hogar, afros, indígenas, jóvenes y ancianos. A todos les prometió soluciones. Para eso la eligieron, aunque ella lo haya olvidado. Hoy los desprecia y los insulta porque piden y necesitan la ayuda del Gobierno. Ahí está pintada la hipocresía de la mayoría de políticos cuando andan en busca de votos. Son como lobos vestidos de ovejas. Nada más atenido que un político. Simplemente viven de los demás y de sus ilusiones. Usan impunemente a los ciudadanos para lograr sus objetivos de poder. Qué decepción para sus votantes. 

Esta no es la primera salida en falso de Marta Lucía Ramírez como vicepresidenta. Permanentemente sus trinos o declaraciones son motivo de rechazo o burlas. Como cuando mató antes de tiempo al expresidente Belisario Betancur o comparó el daño del glifosato con tomarse 100 vasos de agua. También se empeñó en una defensa absurda del embajador Alejandro Ordóñez, quien aseguró que la migración venezolana hace parte de la estrategia expansionista del socialismo del siglo XXI. La vicepresidenta también ha tenido más de un lapsus confundiendo como presidente a Duque con Uribe. Lo cual ayuda poco al Gobierno. Así mismo recibió mucho palo el día que llamó a unos menores agresores “rufianes” y cuando calificó como “niños de las Farc” a los hijos de los desmovilizados. Más de una risa estalló cuando confundió a la esposa con la exesposa del presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en un acto público. Pero esta vez la señora Marta Lucía se pasó. Llamó despectivamente “atenidos” a los colombianos. No sé si la vicepresidenta es capaz de calificar con la misma displicencia a los más poderosos que también buscan ayudas tras la pandemia. Espero que tenga lista la palabra “atenidos” para sustentar un no cuando le pregunten por el rescate de la panameña Avianca o por las gabelas a los bancos, a cuyos dueños conoce muy bien. No sé si también cree que son “atenidos” los constructores quebrados o los industriales que en todo caso tienen muy golpeados sus emporios. 

Estoy convencida de que la vicepresidenta sigue teniendo aspiraciones presidenciales. Su carrera ha sido juiciosa y meritoria. Pero creo que lo único que ha hecho es sepultar sus posibilidades futuras. Además, siendo la coequipera y primera escudera natural del presidente Iván Duque, sus acciones equívocas le hacen mucho daño al Gobierno. ¿Será que no está a gusto? Porque de cara a la gente parece jugada por hacerlo mal. 

Solo me queda una duda: cuál es la Marta Lucía Ramírez real: la política preparada, seria, esforzada y ponderada a la que hemos respetado o esta, la vicepresidenta fría, ofensiva, insensible e inhumana. ¿Será que estamos descubriendo a la verdadera? 

No sé si seré víctima de su ira y su intolerancia por esta columna. Pero vicepresidenta, aquí estoy cumpliendo con mi deber, dándoles voz a millones de indignados atenidos. 

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