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Mentiras y silencios

Ahora que tres de sus congresistas fueron detenidos y 15 màs estàn en capilla, el Presidente sigue dando a entender que se trata de una conspiración politiquera en su contra

Daniel Coronell
25 de noviembre de 2006

Se está cayendo a pedazos la credibilidad de este gobierno. Una avalancha de sucesos ha empezado a sacar a flote las mentiras de los últimos tiempos. Mentiras para defender a sus aliados. Mentiras para desprestigiar a los contradictores, o a los que simplemente se atrevieron a informar. Mentiras que contrastan con los silencios a la hora de reconocer errores.

Cuando SEMANA y Cambio publicaron los primeros testimonios sobre la penetración paramilitar en el DAS, el Presidente se declaró perseguido. "Aquí no estamos jugando a las muñecas", vociferó para descalificar a Alejandro Santos. Según su versión, un "circulito bogotano" quería cuestionar a honestos personajes de provincia que lo apoyaban para hacerle daño al gobierno. Quizá para impedir su reelección.

Uno de esos prohombres era el gerente de la campaña uribista en Magdalena, 'don Raúl Montoya'. Según el Presidente, "un señor muy correcto que vive en Santa Marta". La airada defensa de ese señor correcto terminó cuando supo que el gobierno de Estados Unidos le había cancelado la visa. 'Don Raúl' confesó que había recibido varios cheques del mismo hombre que pagó por el asesinato del director de El Espectador, Guillermo Cano.

"Frívola y graciosa" llamó el mandatario a la revista SEMANA, por atreverse a publicar las denuncias contra Jorge Noguera. Después de desestimar cualquier señalamiento, definió al ex jefe del DAS y cónsul en Milán como un "hombre incontaminado y buena persona". Como prueba de la honestidad de Noguera contó que alguna vez se quedó a dormir en su casa.

El 'incontaminado' debe ahora responder por sus relaciones con los paramilitares, por borrar antecedentes de amigos y familiares, y por un presunto fraude electoral para favorecer a Uribe en su primera elección. Sin embargo, el jefe del Estado no ha dado pie atrás. Silencio, es lo único que reciben los periodistas insultados.

Hace apenas unos días el Presidente calificó el debate sobre los falsos positivos como una "farsa para afectar la política de seguridad democrática, desorientar a los colombianos y acomplejar a la Fuerza Pública". La investigación empieza a mostrar que ese torvo enemigo realmente está adentro. La Fiscalía formuló cargos contra dos oficiales por esos positivos, que tanto beneficiaron al gobierno en su momento. Sin embargo, el Presidente no ha pronunciado una palabra para retractarse de los peligrosos señalamientos que efectuó contra quienes denunciaron los montajes.

Durante la campaña, el Partido Liberal lo invitó reiteradamente a rechazar los apoyos de congresistas que tuvieran vínculos con los paramilitares. La respuesta fue tachar de 'politiquero' el llamado y generar unos pequeños traslados en sus listas. Después de la elección, excluidos y excluyentes se juntaron bajo la divisa del gobierno.

Ahora que tres congresistas de su bancada fueron detenidos y 15 más están en capilla, el Presidente sigue dando a entender que se trata de una conspiración politiquera en su contra. Cuando le preguntaron por la negada renuncia de la ministra María Consuelo Araújo, respondió: "No voy a permitir que el debate politiquero afecte a la Canciller".

Tampoco se conmovió cuando, en un consejo comunal, el alcalde de El Roble advirtió sobre su propio asesinato. El Presidente nombró en Chile al principal sospechoso. Mientras una familia en Sucre lloraba el crimen del opositor, el ex gobernador Salvador Arana gozaba de las mieles diplomáticas.

Arana, ahora, es un prófugo y el gobierno ofrece recompensa por su captura. No obstante, el mandatario no ha reconocido el error de su nombramiento.

El Presidente rara vez responde a un cuestionamiento. No dice nada, pero lo dice bravísimo. Llena de oprobio al denunciante, busca la mala intención de quien pregunta, y cuando los hechos lo ponen en evidencia: guarda silencio.

Ahora que está invitando a sus aliados a reconocer la verdad, debería empezar con el ejemplo.

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