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Claudia Varela, columnista

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No existe el fracaso

Nada sería fracaso si pensamos en que la vida fluye como debe fluir y, por tanto, lo que ocurre son situaciones no problemas ni frustraciones.

Claudia Varela
10 de marzo de 2024

Si vemos la definición literal de fracaso es un resultado adverso en una cosa que se esperaba sucediese bien. Un suceso adverso e inesperado. La sabiduría popular habla de que algo “tenía que pasar” ó “no te convenía”. Creer que en nuestras manos está cambiar algo que ya pasó o corregir algo que tenía que pasar es un poco ingenuo porque lo que tiene que suceder simplemente sucede.

Nada sería fracaso si pensamos en que la vida fluye como debe fluir y, por tanto, lo que ocurre son situaciones no problemas ni frustraciones.

Mi amiga Catalina se quedó un buen día sin trabajo. Miembro de la Junta Directiva de su Empresa con resultados comprobados de entregables técnicos y un profesionalismo increíble, simplemente un miércoles, se quedó sin trabajo. La experiencia fue nueva para ella, se sentía mal porque además las razones por las cuales salió de esta tempestuosa manera solo eran parte de una estrategia personal de alguien que no la quería.

Por meses Cata no entendía por qué varios le insistían que su situación debía ser un golpe al ego muy fuerte. Ella no sentía el ego golpeado porque, si bien entendía sus limitaciones como ser humano, también fue real su compromiso con su trabajo y la empresa que de repente la despedía.

Catalina no entendía por qué había gente tan mala que podía querer hacer daño. Pero un día comprendió algo y fue que esto tenía que pasarle para hacerla despertar, para mostrarle una misión diferente que no iba a lograr solo encerrada en una oficina. Entendió que estos seres existen en todas las empresas y pueden ser grandes maestros espirituales.

Cata nunca lo vio como un fracaso, sino como una oportunidad. Había aguantado en un ambiente que no era el suyo porque debía hacerlo, pero su vida ahora tenía otro sentido. Tuvo que ajustarse en algunas cosas, menos viajes, menos lujos, más jeans, más tiempo para ella, menos estabilidad en un sueldo mensual, pero la felicidad absoluta de hacer algo que tiene más propósito.

Ella no solo perdonó, sino que entendió que eso no fue un fracaso. Había que agradecer al Universo por una posibilidad de vida que la dejara encontrarse con su esencia que de alguna forma alcanzó a entregar en una Empresa que no era la correcta.

¿Cuáles son los daños colaterales de una decisión así? Ella pudo deprimirse, invertir mal la plata de su salida, sentarse a esperar que un head hunter tuviera la piedad de acordarse de ella. Cata jugó sus cartas y siendo una ejecutiva con capacidad estratégica, puso los huevos en varias canastas y empezó a ayudar al Universo con la misión que le dio.

Se autogestionó, empezó a encontrar sin prisa su nuevo camino y realizó una detallada mitigación de riesgos que gerenció bien y hoy le permiten tener su propio emprendimiento. Ella entendió que el “fracaso” existe solo en la propia mente y en lo que los demás creen. Estas situaciones adversas, donde seguro, Catalina también tuvo algo de responsabilidad para que la despidieran, dejan aprendizajes, enseñan cosas que no sabes de ti mismo, te hacen más fuerte, te vuelven más sabio. Te dan un conocimiento y experiencia que no pueden aprenderse en un tutorial.

Esa es la vida. La dulce Cata hoy recibe una linda energía del sol al que ve cuando quiere, de la gente que la ve y la respeta, de su Familia que la ama y de los nuevos seres que conoce que valoran a la nueva mujer por lo que es y no por lo que representaba desde su cargo corporativo.

Que viva la adversidad porque te enseña. Gracias Catalina, porque tu fortaleza me mostró que fallar divierte y que siempre hay luz al final de túnel, un día más para celebrar tu vida, una tarde entera para dar la calidez de unos ojos y la pasión comprometida de una sonrisa.

No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos. (Jean Paul Marat)

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