Opinión
No más vendedores de falsas esperanzas
Para ello, debemos estudiar todas las propuestas y elegir a aquel candidato que nos presente un plan de gobierno serio, creíble, viable, conducente y aterrizado.
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Colombianos, hoy sin duda alguna, se despertó el deseo nacional de no copiarle más a esos vendedores de falsas esperanzas. La cruzada ya está marcada por el mismo sentimiento nacional que a todos nos embarga.
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Era de esperarse todo lo que hoy enfrentamos, consiente de eso, desde el mismísimo 19 de junio del 2022, fecha en la cual los colombianos ENGAÑADOS INGENUAMENTE eligieron al nuevo presidente, yo decidí apartarme de la comandancia del Ejército Nacional. Ese fue un acto de amor y respeto por la Constitución y por la institución.
Los colombianos hoy vivimos en carne propia las consecuencias de lo que se decidió en las urnas. Solo puedo decirles que todo esto era necesario, que lo viviéramos para, de esta manera, poder entender el pensamiento, el actuar, el proceder y la naturaleza humana de quienes hoy nos gobiernan, demostrando que lo que prometieron jamás lo cumplieron y tampoco lo cumplirán.
Incendiaron al país con manifestaciones que, lejos de ser pacíficas, se caracterizaron por la violencia de los bloqueos y el daño a diferentes bienes tanto públicos como privados. En medio del caos que ellos mismos crearon, surge la esperanzadora promesa de la paz total y hoy, a más de dos años de haber comenzado su mandato, tienen el país sumido en la peor crisis de inseguridad de los últimos treinta años.
Debilitaron la moral de la fuerza pública, al tiempo que mermaron todas sus capacidades, empoderaron a los grupos armados al margen de la ley, permitiendo que se reorganizaran y fortalecieran, generaron incentivos perversos para los criminales, al tiempo que desincentivan a la juventud trabajadora. Nos ahogan con impuestos de tal nivel que se vuelven confiscatorios, castigan al empleador privado como si fuera el enemigo, al tiempo que crecen de forma desmedida el tamaño del aparato estatal, ahuyentan la inversión… ¿Realmente creen que el crecimiento del Estado va a generar riqueza o bienestar para los colombianos?, ¿quién va a pagar ese crecimiento?, las políticas del Gobierno nos tienen en crisis: en la costa se están quedando sin luz, sin gasolina, sin diésel, sin gas, hasta sin agua nos estamos quedando... ¡Ah!, pero no se vayan a infartar con todo lo que está pasando, porque tampoco hay sistema de salud para atenderlos, ese también lo acabaron.
Hoy, los colombianos quieren ver y escuchar personas con el entendimiento claro del país, conocedores de sus problemáticas, que tengan capacidad de resolver y gestionar con la premisa del bien común y con el sentimiento de servirle a Colombia y no con ese pensamiento ambicioso, escondido y perverso, que los caracteriza después de estar en estas altas dignidades, donde ya instalados tanto en el Palacio de Nariño como en el Congreso de la República se olvidan del pueblo y solo se sirven del cargo y dignidad para hacer de las suyas.
El país necesita del concurso de todos nosotros sin ningún tipo de ambiciones. Para ello, debemos estudiar todas las propuestas y elegir a aquel candidato que nos presente un plan de gobierno serio, creíble, viable, conducente, aterrizado, y que solo nos genere progreso y desarrollo. Menos palabrería y más gestión por parte de quienes están aspirando a la Presidencia, pues no nos podemos dejar engañar nunca más. El pueblo tiene que entender que la solución está en sus manos y depende de sus buenas decisiones.
Aquí les demostraremos que hemos sabido aprender del vecino y de las experiencias ajenas y, por qué no decir, de las propias experiencias en este desgobierno que ha estado acompañado de improvisaciones, amañamientos, intrigas, burlas, escándalos y vergüenzas de todo tipo.
Ya nos cansamos de tanta perversidad, con ilusiones de una mal llamada paz total que nos metieron por los ojos, que hemos visto que solo ha servido de escampadero del mal. Colombia está totalmente fracturada, dividida por mensajes amenazadores de quien funge como líder, que solo intenta distraer la atención de los ciudadanos inventando amenazas y golpes de Estado inexistentes para excusar su absoluta falta de gestión y su incapacidad de cumplir todo aquello que prometió.
A mí no me gusta poner el retrovisor, pero no puedo dejar de recordar cuan diferente era el expresidente Iván Duque Márquez: enfrentó manifestaciones violentas, bloqueos, una oposición que llegó a oponerse hasta de la adquisición de las vacunas para la covid, que jugó con el hambre y las necesidades de los más vulnerables en plena pandemia, que fue víctima de intentos de homicidio, denuncias ante todos los organismos de control y, a pesar de todo, jamás lo escuchamos hablar de golpes de Estado en su contra. Ante todos y cada uno de los problemas que enfrentaba, su única consigna era trabajar por el bien del país, respetar las decisiones de la justicia y acatarlas sin demoras ni distracciones, referiendose siempre a los colombianos con respeto, con altura y con transparencia.
Ya se están destapando algunas cartas de los nuevos aspirantes a ponerse al frente de los cargos con responsabilidad nacional; no podemos volvernos a equivocar, antes que pensar en cada uno de nosotros, tenemos que pensar en nación, en país, en República y en el FUTURO de nuestras familias (hijos y nietos). Tenemos que retomar el rumbo y para ello debemos enseñar nuestra historia a la juventud, que lamentablemente solo conoce la historia que reescribieron para ellos, y desconoce por completo todo este camino transitado por los que buscamos construir un mejor país para todos y que hoy vemos con incertidumbre.