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Otras voces, otras redes

Les comparto mi balance del año, lo que encontré al soltarme de las redes sin dejar de navegar.

Poly Martínez, Poly Martínez
2 de enero de 2018

En enero de este año que ya se acabó, hice pública una intención: menos tiempo en las redes. Además de dejar atrás el agotador 2016, que logró reflejar en el mundo virtual lo peor y muchas menos veces, también, lo mejor de este país, decidí en 2017 procurar más conversaciones y menos emoticones. Adiós a los likes y los retuits casi en automático, vanamente adictivos.

La resolución no fue por eso que muchos dicen hacer: desintoxicación de las redes, argumentando su retiro por no poder soportar tanta presión y seguidores, agotados por el acoso virtual y la multiplicación de sus palabras (¿de su vanidad?). Todo abominable, como dijo Borges que sucede con los espejos, porque las redes sí nos reflejan. Ni miles de seguidores ni libro de citas citables con mis tuits. Y así está bien.

Me gustan las redes y agradezco mucha buena información que circula, aportada por personas de diferentes orillas y países, con intereses muy diversos a los míos. La meta, dejar de ver solo lo que se identifica con nosotros, en especial los más feroces detractores cuya retahíla sirve para reforzar obtusamente nuestros argumentos y no necesariamente para llevarnos a llenarlos con mejores contenidos. Las redes como ventanas al mundo y a otros saberes, como quien lanza una atarraya y al recogerla aprende a separar la basura y la polución de perlas y otras joyas que también navegan por ahí.

Les comparto mi balance del año, lo que encontré al soltarme de las redes sin dejar de navegar:

Instagram

Una imagen vale muchas palabras. Durante 2017 fue mi fuente de consulta y distracción preferida porque a través de temas de interés común pude llegar a otras miradas y, en momentos difíciles, desconectarme por unos minutos asomándome a otros mundos. Eso es lo maravilloso de Instagram: nadie ve nada de la misma forma y estamos más dispuestos a aceptar y celebrar la diversidad en esta red -que también habla, da perspectiva, opina- que en aquellas donde prima el texto escrito.

1. @antanasjurksaitis

Mi favorito del año, Antanas Jurkšaitis, colombiano de Popayán, a través de quien he podido ver una parte de Colombia que vi hace años y quisiera conocer de nuevo. Tiene una forma de narrar clara, sencilla y contundente. Sé que trabaja al borde del país, en la Colombia desconocida. Desde allá envía postales con fotos de aves y paisajes que acercan a dos o más países que aún mantienen distancias. Este Antanas también está en Twitter, pero lo veo más en Instagram y le agradezco la alegría instantánea que me ha dado con las fotos del Putumayo, Caquetá, Cauca, Vichada, Huila y otros territorios, porque se toma el tiempo para registrar la cotidianidad y la belleza de ese país que está ahí, esperándonos y que hace parte de mis metas de 2018.

2. @akimoki55555

No tengo claro cómo llegó hasta mi cuenta de Instagram, pero creo que fue por una foto de maíz seco que tomé en Villa de Leyva. De pronto me empezó a seguir y fui a ver de quién se trataba, por curiosidad y para confirmar que no fuera una de esas cuentas de promociones, que detesto y bloqueo con desesperación. Vi que tenía una foto de maíz seco similar a la mía, pero dándole un ángulo diferente, tomada en algún lugar de Japón. Ahí está lo otro maravilloso de esta red: evidencia la mirada de las personas según su cultura, de lo cual este amigo virtual japonés es, a mi juicio, un exquisito exponente. Sus fotos aportan serenidad.

3. Y agrego dos recomendados más, ellos sí fotógrafos profesionales, amigos en el mundo real, al que logran hacer aún más cierto, concreto y evidente en sus luces y sombras: @fercano y @fotozanetti Vale la pena invertir algo de ese tiempo lento que marca todo inicio de año en mirar sus imágenes.

Twitter

Cumplí con mi propósito de reducir el número de tuits, de no reproducir la vacua confrontación que causan la adrenalina digital y la bobería existencial. Limité los retuits a los que consideré que aportaban, aunque también se me pasaron muchos bien babosos, incluidos algunos propios.

Es cierto: hay mucho tuitero cargado de tigre, de aquí, de allá y del centro. Se notan más cuando uno se desmarca. Con altas cargas de emotividad y baja argumentación, aportan poco; ya ni entretienen. Por eso, siguiendo mis metas del 17 busqué otras conversaciones, que entre muchas destaco dos porque fueron generosos con sus conocimientos, pacientes en el diálogo al margen e interesados en el debate más que en tener la razón:

@DoctorJ con quien comparto el interés por temas relacionados con bicicleta y movilidad, por la seguridad en la vía y en la vida para todos: ciclistas, peatones y conductores. Ha estudiado, sigue y analiza la información relacionada con el tema como miembro de la Mesa de la Bicicleta Bogotá. Cuadros, estadísticas y estudios en proceso compartidos fueron para mí un aporte.

@JorgeARestrepo director de @CERAC y comentarista de RCN Radio. Desde antes, pero especialmente a lo largo de 2017, en días de balance tras el primer año de la firma del acuerdo con las Farc, la insistencia de Restrepo en no minimizar la disminución en el número de víctimas por cuenta de ese proceso fue y sigue siendo relevante. Además, temas de economía, de la realidad en otros países, estadísticas, trote y algo de humor hicieron parte de un nutritivo intercambio.

Y en materia de vlogueros, La Mesa de Centro con su “análisis político con rigurosa arbitrariedad” y sin tanta estridencia me parece un puesta en escena refrescante a manos de Carlos Cortés. Ya estoy esperando el 2018 electoral para que llegue cargado de nuevos capítulos, muñequitos, cosas, mugres y con todos los juguetes sobre la mesa.

@Polymarti

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