Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Para Sherlock Holmes

¿Quiénes son los ejecutores del siniestro complot contra la juventud estudiantil? La capacidad de indiferencia llega a extremos célebres: las bandas criminales.

Antonio Caballero
5 de febrero de 2011

La prensa da cuenta de dos nuevos asesinatos en la Costa, notables entre las muchas docenas que se han cometido desde que empezó el año (para no ir más atrás). Las víctimas fueron esta vez, en Cereté, dos estudiantes: una de la Universidad de Cartagena y otro del Sena. Las autoridades civiles y de Policía, los periodistas, los parientes, recuerdan que no lejos de ahí fueron asesinados hace un mes otros dos estudiantes, en ese caso de la Universidad de los Andes. Y concluyen unánimes que no se trata de una coincidencia fortuita: es que existe un vasto y tenebroso plan homicida contra todos los estudiantes universitarios de Colombia. ¿La prueba? "Ambos tenían tiros en la cabeza, como los muchachos del primer crimen".
 
Alguien podría señalar que también tenían tiros en la cabeza los dos muertos encontrados en el baúl de un carro en Bogotá. Sí. Pero no eran estudiantes.
 
Otros sugieren la posibilidad de que se tratara de un intento de atraco. Imposible: solo llevaban encima dos mil pesos. Y las Bandas Criminales (Bacrim) no se movilizan por tan poca plata.
 
Porque ¿quiénes son los autores y los ejecutores de ese complot siniestro contra la juventud estudiantil? Aquí la capacidad de inferencia de las autoridades y la prensa llega a extremos que ya quisieran para sí los más célebres sabuesos de la literatura detectivesca universal, el Sherlock Holmes de Conan Doyle o el Arsène Lupin de Leblanc. Dice El Tiempo en su primera página: "En este caso, como en el anterior, los primeros indicios apuntan a las bandas criminales como autores".
 
Esto me recuerda, y no es la primera vez que me pasa con respecto a las autoridades de investigación colombianas, el viejo chiste del bobo del pueblo que sabía quién se había robado las campanas de la iglesia pero no quería decirlo. Tras mucho hacerse de rogar, reveló el secreto: "¡Los ladrones!".
 
Sin embargo, no todo ha de ser palabrerío: inducciones y deducciones. Hay también acción. Así, el presidente Juan Manuel Santos, que día a día se está volviendo tan omnipresente como su antecesor en el cargo, convocó de inmediato un consejo de seguridad en Arauca -que queda más bien lejos de Cereté: pero lo que cuenta es la intención-, y en presencia de toda la cúpula militar ofreció cien millones de pesos para quien dé información sobre los asesinos de los estudiantes. A este paso, si no se la roban antes, toda la plata del Estado se va a ir en recompensas por delación.
 
A propósito: no sé si todavía está vigente la iniciativa del gobierno pasado de crear redes de soplones a sueldo entre los estudiantes. Y hace unos días señalaba en una columna de prensa Jorge Orlando Melo que a las autoridades de Bogotá, que han decidido poner en las escuelas y colegios miles de cámaras "de seguridad" para vigilar el comportamiento de los niños, solo les falta pagarles a los que "protejan a los demás sapiando a sus compañeros". Las dos cosas demuestran -o de las dos se infiere- que sí es verdad que exista un plan tenebroso contra los estudiantes de Colombia. Pero no es un plan de las pleonásticas Bacrim, sino de las propias autoridades, y se ejecuta mediante la deliberada corrupción moral, encarnada en la incitación a la vigilancia mutua y el pago de delatores, y en la pésima calidad de la educación que se les brinda, desde la escuela hasta la universidad, incluyendo esa estafa descarada que son las infinitas "universidades de garaje" que funcionan con la debida autorización del Ministerio de Educación Nacional.

Una cita final sobre el doble asesinato de Cereté: "La Defensoría del Pueblo dijo ayer que había advertido de riesgos de violencia en la zona".

¿Y en las demás zonas del país no?

Noticias Destacadas