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Opinión

Patas arriba

Personajes sin vergüenza y con abultado prontuario aspiran a la presidencia.

David René Moreno Moreno
19 de noviembre de 2025

Colombia no había experimentado en su bicentenaria vida republicana una situación tan compleja como la que estamos viviendo durante el presente período presidencial; parece que todo estuviera ‘patas arriba’. La campaña electoral de 2026 ya se ha iniciado, exacerbando la polarización política, acelerando las nefastas bodegas, firmando contratos por billones antes del cierre de vigencia y de la entrada en vigor de la Ley de Garantías, así como con la inseguridad disparada en todo el territorio, mientras que en el ambiente internacional, ante los desatinos del jefe de gobierno, los ciudadanos están abriendo el paraguas para disminuir las afectaciones.

Es claro que en este gobierno no se le reconoce el verdadero valor a la meritocracia, dejando de lado lo que con gran esfuerzo logran muchos ciudadanos, pero sí se premia la ideología, la violencia, la contradicción, el servilismo y la adulación; en lugar de haber escogido a los mejores y más calificados colombianos para desempeñar los cargos más importantes en el poder ejecutivo, se nombró a varias personas que dejan mucho que desear, tanto en su vida personal como en la profesional.

Se perdió la imagen del servidor público que domina su profesión, que es honrado en el ejercicio del cargo y en la defensa de los valores institucionales, así como un ejemplo para la sociedad, siendo tristemente reemplazado por una imagen de corrupción, ineficiencia y vasallaje ideológico. Al igual que en las más reconocidas dictaduras, se nombra en cargos públicos a personas ineptas, solo para asegurar votos en las elecciones; también se percibe el capricho del nominador, quien llega a ordenar que se nombre a sus seguidores aun sin cumplir los requisitos de ley, inclusive defendiendo a pícaros que obtienen sus diplomas en forma delictuosa.

Es imposible entender que el actual ministro del Interior ocupe ese cargo y reemplace al presidente en sus ausencias, habiendo reconocido su drogadicción, despreciando la separación de poderes, irrespetando a las cortes, teniendo en su haber siete investigaciones en la Corte Suprema de Justicia, motivo posiblemente por el cual se le han realizado allanamientos. Pero además, este personaje, quien parece ser ‘el poder detrás del poder’, amenaza que si habla sobre la campaña presidencial, todos se van a la cárcel y se cae el Gobierno.

La gente se pregunta qué ha sucedido con la justicia en lo que respecta a este personaje que parece estar blindado o sobreprotegido frente a sus desmanes, pero también se interrogan sobre el resultado de la investigación de los 15.000 millones que dice haber llevado a la campaña por la presidencia o con las investigaciones por violencia de género; posiblemente lo más destacado es la forma como ha ido escalando cargos de mayor responsabilidad en este Gobierno, así haya escándalos de por medio. ¿Que será lo que conoce Benedetti que siempre cae parado? ¿Hasta dónde llegará el poder de este operador político?

Otro caso digno de Ripley es el ‘gaministro’, como lo cita María Andrea Nieto, refiriéndose a quien se caracteriza por sus insultantes mensajes en redes sociales contra la Policía, los periodistas y muchas personas que no son de su agrado y que hoy está al frente de la cartera que se relaciona con la educación de varios millones de estudiantes. Pero no se requiere ir más allá para caer de espaldas como ‘Condorito’, con el nombramiento del ministro de la igualdad, quien puede tener todos los méritos profesionales, pero que definitivamente por su contradictorio recorrido no resulta un ejemplo.

Tal vez lo más absurdo es el nombramiento de un personaje extranjero en el cargo de viceministro de la Mujer, posiblemente cumpliendo órdenes de los sectores del área, pues los medios registran que nació en Cuba y parece que recibió la ‘nacionalización exprés’ para nombrarlo. Pero lo paradójico es que en el país existen centenares de profesionales colombianos mejor preparados para desempeñar el cargo y nadie se manifiesta en contra de este nombramiento; ¿qué pasa, Colombia, que se dejan imponer actos dictatoriales y no hablan?

El consumo de drogas afecta la seguridad nacional de muchos Estados y Colombia está a la cabeza en la producción de cocaína; por tanto, debería adelantar una ‘guerra sin cuartel’ a esta actividad ilegal, en lugar de intentar convertirse en el líder de los ‘chicos malos’ que se enfrentan a la superpotencia del norte. El debilitamiento de la fuerza pública ha facilitado el envalentonamiento de los narcoterroristas y el nombramiento como gestores de paz de reconocidos delincuentes produce impunidad ante la ley y motiva a los bandidos a continuar la carrera delictiva.

Cada día se presentan situaciones insólitas y surrealistas que muestran cómo se va descuadernando nuestro querido país; en el ‘extraño mundo de Subuso’ (El Espectador 1958-1974), que parece estamos viviendo, no tendría nada de raro que los cabecillas de las organizaciones narcoterroristas sean incorporados a los mandos de la FF. PP. y que agentes de la inteligencia cubana o venezolana se incorporen a las filas castrenses e instituciones de inteligencia para oficializar el contraespionaje de los ciudadanos colombianos. Dios permita que brillen la libertad, el orden y la democracia en los próximos gobiernos.

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