No me equivoqué cuando escribí en una de mis columnas que hoy Colombia vive una de las épocas más oscuras de su historia. La persecución a la libre prensa y la opinión han iniciado en el gobierno totalitario de Gustavo Petro, emprendiendo su mordaza en contra de la Revista Semana y su directora Vicky Dávila, con la complicidad de algunos periodistas que han manifestado abiertamente su apoyo al régimen y de sus grandes aliados del Pacto Histórico.
La gravedad de lo que está haciendo este nefasto gobierno con la libertad de prensa y la opinión es de gigantescas proporciones. Pareciera que el presidente no se ha desmovilizado, pues actúa con ese odio y resentimiento que lo caracteriza en contra de una periodista que está cumpliendo con uno de los pilares más importantes en una democracia que es el investigar e informarle al país de los actos de corrupción y lo que hacen a espaldas del pueblo que los eligió para gobernar.
Gustavo Petro, está siguiendo al pie de la letra el libreto cubano y del narco régimen chavista como pareciera que se lo ordenaron sus grandes amigos. En Cuba los Castro la emprendieron en contra de la libre prensa, acabando así con la libertad de opinión y hoy en día ese país, bajo el aislamiento en el que lo mantienen, solo se informa de lo que dicen los medios que son manipulados por la dictadura.
En Venezuela, Hugo Chávez, aplicó esta misma fórmula al ver que muchos periodistas le destapaban las ollas podridas de su gobierno, direccionando su artillería directo a los medios de comunicación tachándolos de “golpistas”, logrando así el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV), entre otros medios.
Hoy en día en este país tampoco existe la libertad de prensa. Es casi imposible ejercerla porque te conviertes en un blanco del régimen si no eres su aliado. Prácticamente, los venezolanos también están condenados a informarse solo de los medios aliados de la dictadura; la manipulación de las masas.
El análisis de la columna del domingo pasado de Salud Hernández muestra una radiografía de lo que vive la libertad de prensa en el país, hoy bajo amenaza. Para este Gobierno y sus aliados todo aquel que desenmascare sus fechorías es víctima de persecución y de señalamientos, y lo más denigrante, activan sus bodegas en las redes sociales (pagados con los impuestos de los colombianos) para acabar con la imagen de todo aquel que no vaya con sus políticas.
Vicky Dávila es hoy la periodista más perseguida por este régimen que quieren implementar en Colombia y todo porque ha cumplido con su misión de informar todo lo que está sucediendo, tachándola de periodista narcoparamilitar, aliada de la derecha. La mordaza a la directora de la Revista Semana no solo viene del Gobierno y su Pacto Histórico, sino también de muchos colegas aliados que le venden el alma al diablo con tal de lograr sus propósitos.
Las ollas podridas que ha destapado la revista más importante del país provienen de nada más y nada menos que de personas cercanas a Gustavo Petro, no de Vicky Dávila. ¿Y la mala y la que desinforma es Vicky? Recordemos que Semana reveló las pruebas que aportó la exesposa de Nicolás Petro, Day Vásquez, sobre la recepción de dineros ilegales, inicialmente destinados a la financiación de la campaña presidencial, pero que en el camino se desvió a los bolsillos del hijo del presidente.
En mi columna sobre Daniel Coronell, al servicio de Petro, y el ataque de María Jimena Duzán al pedir la cabeza de su colega, expuse el escándalo del secuestro, el sometimiento a un polígrafo ilegal, requisas y persecución utilizando recursos del Estado a la exniñera de Laura Sarabia, exjefe de gabinete de Petro y hoy directora del DPS, su mano derecha. Los chats entre Armando Benedetti y Laura Sarabia en el que el exembajador le reclamaba por la falta de lealtad y desconocimiento de su verdadero rol dentro de la campaña. Recordemos que Benedetti, antes de ser nombrado embajador, fue el jefe de campaña y hombre de confianza de Petro.
Y ni hablemos del testigo que hizo la grave denuncia contra Petro en la que asegura que eran cinco maletas, tres mil millones de pesos y que pertenecían supuestamente al presidente. Salió el video en el que se ve a Laura Sarabia bajando de una camioneta una maleta (que contenía el supuesto dinero) y que ella no podía ni agarrar con una sola mano de lo pesada que estaba.
El último escándalo revelado por esta revista es en el que el general (r) y exviceministro de Defensa, Ricardo Díaz, prende el ventilador salpicando a la primera dama, Verónica Alcocer, con un millonario contrato de helicópteros, en que en este testimonio enreda también al ministro de Defensa, Iván Velásquez, a la directora de Noticias Uno y gran amiga de Daniel Coronell, Cecilia Orozco, al revelar que es socia del Gobierno, a Ángela y Camilo Benedetti. El general Díaz destapa cantidades de actos de corrupción dentro del Ministerio de Defensa.
Todos estos escándalos y testimonios llegaron a manos de Vicky Dávila porque ellos mismos la buscaron, ¿y la que desinforma es Vicky?
Hoy persiguen a Vicky y a la Revista Semana, mañana seremos otros hasta que poco a poco vayan silenciando las voces que se levanten en contra del régimen en las narices de una Flip (Fundación para la Libertad de Prensa) completamente amangualada con regímenes totalitarios que hoy amenazan las libertades de la región.