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Aurelio Suárez Montoya. Columna Semana

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Revolcón 2.0

Ese “remezón”, que clausura el ciclo del uribismo, está circunscrito a un marco restrictivo y en particular a la tutela de Estados Unidos.

Aurelio Suárez Montoya
25 de junio de 2022

Decía Francisco Mosquera en tiempos del Revolcón gavirista que son “remezones sociales tan comunes en nuestra crónica republicana, que sin implicar una revolución (…) precipitan el eclipse de criterios o esquemas” y con él “la caída de los hombres que los esgrimieron” y el “ascenso” de los “llamados a llenar el vacío” (F. Mosquera, Omnia consumata sunt, 10/11/1990).

Guardadas circunstancias, aunque asomen actores de reparto comunes como el exministro Hommes, la frase encaja en lo acaecido el 19 de junio de 2022 en Colombia. Aparece inédito que Gustavo Petro, quien se considera militante de “la política de la vida” (El Tiempo, 07/09/2021), y Francia Márquez, mujer afrodescendiente y víctima del conflicto, se eligieran presidente y vicepresidenta del país.

Ese “remezón”, que clausura el ciclo del uribismo, está circunscrito a un marco restrictivo y en particular a la tutela de Estados Unidos. Petro, que declara “acercamiento fuerte” con fracciones del Partido Demócrata, exteriorizó en ocasiones su apoyo a Biden y, en reciprocidad, “como un acumulado”, emprenden ahora de “compañeros políticos” “el comienzo de una relación intensa” (Noticias Caracol, 22/06/2022).

Se correlaciona con la iniciativa del Tío Sam de fortalecer vínculos y ordenar casas para afianzar la estrategia hegemónica de afrontar el reto de China y contener a Rusia, y más todavía en el “patio de atrás”. Se pregona la “regionalización”, sucedánea de una globalización atascada, al “sacar los centros de producción de Asia y acercarlos a casa”, aumentar el capital estadounidense que hoy tienen 113 compañías y aprovechar una mano de obra que estiman en 2,61 dólares/hora, que abarca migrantes e informales, “menos de la mitad de los costos laborales actuales en China” (Diálogo Américas-Colombia estudio de caso-D. Sickles-22/04/2022).

“El momento geopolítico de este cambio es crucial, ya que Colombia tiene el potencial de convertirse en centro de producción regional y posiblemente global”, acorde con algunas voces que tienen eco en Antony Blinken, quien anuncia “un hemisferio más democrático y equitativo” al formalizar la fuerza laboral de bajo costo. Biden revalidó ese designio en la Cumbre de las Américas (france24.com).

Se plantea, asimismo, incrementar inversión en “seguridad y defensa” al prescribir que las agencias estadounidenses deben enfocarse en renovada asociación bilateral con Colombia. Algo que Petro acepta siempre que se “supedite al estricto cumplimiento de los derechos humanos”, como se lo señaló a Bernie Sanders (Twitter 9/09/2021).

La ley de 200 años de la relación Colombia-Estados Unidos, que los senadores Menéndez y Kaine introdujeron en el Congreso norteamericano, “S.4334-United States-Colombia Bicentennial Alliance Act”, sintetiza el contexto: “Aumenta las inversiones en empresas mediante el establecimiento de un nuevo Fondo Empresarial Colombo-Estadounidense por 200 millones de dólares y promueve nuevos esfuerzos para reducir la dependencia de Estados Unidos de las cadenas de suministro chinas”; “fortalece la asociación entre Estados Unidos y Colombia en materia de seguridad internacional, defensa, derechos humanos, derechos laborales” y “facilita nuevas oportunidades para mujeres empresarias y miembros de comunidades afrocolombianas e indígenas y programas de asistencia humanitaria”. Regirá las relaciones.

Disposiciones de dicha bitácora, casi un programa de gobierno paralelo y coincidente, trazada desde Washington, serían: formalización laboral; implementación oportuna del acuerdo de paz; promoción de la cooperación bilateral en seguridad y ciberdefensa; información clasificada sobre disidentes de las Farc y actividades malignas de Estados extranjeros; combate a la corrupción; resguardo de los defensores de derechos humanos; protección a bosques tropicales; abastecimiento responsable de oro y negativa a financiar herbicidas para erradicación aérea de coca.

(https://www.foreign.senate.gov/press/chair/release/senators-menendez-kaine-unveil-us-colombia-strategic-alliance-act).

El curso de esos programas, que en general suenan progresistas, envuelve no alterar la política económica ni la disciplina fiscal del FMI; acatar recomendaciones de la Ocde; reafirmar los TLC; cumplir los deberes de la designación de Colombia como aliado estratégico No-Otan de Estados Unidos y permanecer en el Tiar, el medio de intervención de US Army en territorio continental; es decir, la prórroga de la recolonización integral.

En tanto no cambia este núcleo de políticas esenciales implantadas a partir del primer Revolcón, se enseña como meritorio curar secuelas sin atacar causas, un libreto para el nuevo mandatario Petro en alianza con tres expresidentes –encabezados por Santos– y también con ejecutores de varias de ellas. Revolcón 2.0.

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