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Si quiera se fue Bolton

Aunque el representante especial de los Estados Unidos para los asuntos de Venezuela, Elliott Abrahams, lo haya negado, muchos piensan que la política de los Estados Unidos hacia Venezuela experimentará un cambio notable.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
12 de septiembre de 2019

El mismo Trump tácitamente lo ha admitido, nada menos que con el sonado y abrupto despido de su asesor en asuntos de seguridad, al que acusó entre otras cosas que de haberse “pasado de la raya” con respecto a Venezuela y a continuación en tono conciliador anunció que estaba tratando de ayudar a los venezolanos “en forma humanitaria” Dadas las contradicciones, idas y venidas que caracterizan al impredecible mandatario norteamericano, su actitud y sus últimas declaraciones pueden implicar un cambio de actitud hacia el régimen de Maduro.

El mandatario ha anunciado que sigue de la mano con Colombia y Brasil para ayudar a los venezolanos. No se sabe cual es el tipo de ayuda humanitaria que nuestro país puede brindar, especialmente después de ser impulsor de la resolución para poner en funcionamiento el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, cuya efectividad de todas maneras es muy dudosa. La impresión es que se trata más de un intento de incrementar la presión política sobre el régimen de Maduro, que, de una posibilidad real de una acción militar, como muchos han pensado. 

El problema es que, no solamente han crecido los temores de que Maduro por un medio u otro provoque, con sus aliados del ELN y otros grupos armados, una aventura militar contra Colombia, sino que él mismo y su camarilla anuncian todos los días que están preparándose para enfrentar una agresión de la que siempre señalan a nuestro país y a los Estados Unidos como gestores.

Pero además parece evidente que la mayor parte de los países del llamado Grupo de Lima y del TIAR no estarían dispuestos a colaborar en una acción militar para enfrentar a Venezuela.  Ya no estamos en las épocas de las alianzas militares de los siglos 19 y 20 que resultaron funestas para muchos estados, entre ellos varios latinoamericanos: sino pregúnteselo a Perú y a Bolivia que perdieron, el uno la provincia de Tarapacá y el otro la de Antofagasta en la guerra con Chile. Muy pocos estarían dispuestos a participar en forma activa en un conflicto ajeno y lejano de sus fronteras.    

Por más ayuda que ofrezcan los Estados Unidos a Colombia en caso de un conflicto militar con Venezuela, los daños que provocaría y las heridas que dejaría en los dos países serían tan profundas que no podrían restañarse en muchos años.

También podría existir el riesgo que la sola impresión de que nuestro país ha colaborado en una forma u otra con una eventual intervención de los Estados Unidos en Venezuela, aún en el caso de que Colombia no participara en ella, tendría altos riesgos para nuestro país. No hay que olvidar que el arma disuasiva de Corea del Norte en el caso de una acción militar norteamericana contra ella, es un inmediato ataque a Corea del Sur.

Por lo tanto, aunque parezca paradójico, el despido de Bolton puede alejar el fantasma de la intervención militar unilateral o colectiva en Venezuela que tendría inexorablemente para nuestro país desastrosas consecuencias. Naturalmente que también para Venezuela, pero eso tendría sin cuidado a Maduro ya que a un personaje de esas características no le importaría inmolar a todo su país para satisfacer su ego y fanfarronería.

(*) Decano de la facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la universidad del Rosario.    

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