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También en la coca, el vivo vive del bobo

El desolador contraste entre el narcotráfico local, con su maquinaria de muerte y violencia por la porción menos rentable de la cadena, con la bonanza sin fin del crimen italiano, que acumula las mayores ganancias en la comercialización.

Germán Manga, Germán Manga
6 de septiembre de 2017

El domingo pasado la Policía de Uruguay capturó en un hotel del centro de Montevideo a Rocco Morabito, quien fuera el rey de la coca en Milán, uno de los cinco delincuentes más buscados de Italia, prófugo hace 23 años y uno de los líderes de la ‘Ndrangheta, la organización criminal que comercializa y vende la cocaína colombiana en el mundo.

La ‘Ndrangheta u ‘Onorata Società‘, es una de las tres organizaciones criminales de Italia -las otras son la Camorra de Nápoles y la Cosa Nostra de Sicilia-. Se creó en el siglo XVIII y tiene su estructura principal en Calabria, al sur del país. Opera en 49 países y además de narcotráfico se dedican a la extorsión, tráfico de armas y prostitución y participan con empresas de fachada en construcción y en licitaciones públicas.

En su libro La ‘Ndrangheta. Una mafia en la sombra, Francesco Forgione, expresidente de la Comisión Parlamentaria Antimafia de Italia afirma que la organización calabresa no tiene una estructura de poder piramidal, sino horizontal, y que funciona a través de clanes independientes que solo se unen para acometer negocios que resulten demasiado grandes para un solo grupo. “Es la logia mafiosa más misteriosa, jerarquizada y ritual, la más teatral, y ahora la más poderosa”.

Tiene centros de operación en Colombia y Venezuela y según Forgione se hicieron a la confianza de los carteles colombianos y mexicanos de la droga por su reducida permeabilidad al fenómeno delatores y arrepentidos. “En la ‘Ndrangheta los clanes son familiares. Nadie quiere colaborar con la Justicia porque, además de los riesgos intrínsecos que esto conlleva, significa delatar a tu hermano, a tu primo o a tu cuñado”.

La DEA denuncia consistentemente que sacan la coca desde Colombia a través de Venezuela, Brasil y desde allí a Estados Unidos o hacia Europa utilizando países de África meridional. Morabito se había radicado en Uruguay hace 13 años y desde allí coordinaba el movimiento de coca de Bolivia, Colombia y Perú hacia Paraguay y de allí, a Santos, Brasil.

Además de los que vienen esporádicamente, desde hace varios años hay miembros de la ‘Ndrangheta que residen en forma estable y permanente en Colombia. Lo confirmó Forgione en un reportaje con Catalina Oquendo para El Tiempo: “…hay hombres de la ‘Ndrangheta viviendo en Colombia, que no es solamente un lugar de negocio, sino también de blanqueo de capital. Todo el que quiere hacer tráfico tiene relación con Colombia, todos, hasta la mafia rusa lo tiene como su mercado. En los ochenta, cuando la Cosa Nostra estaba en una guerra interna, la ‘Ndrangheta se puso como el interlocutor internacional con los carteles y por eso tiene una relación más fuerte con los narcos colombianos…”. Bruno Fuduli, un informante de las autoridades reveló que en nuestro país habría más de dos mil personas vinculadas a la mafia calabresa, con relaciones y negocios con todas las organizaciones locales del narcotráfico, Farc, ELN, Clan del Golfo, Urabeños, etc.

Aquí han caído grandes capos calabreses como Roberto Pannunzi, considerado el mayor traficante de cocaína del mundo, capturado en el año 2013 en Bogotá, Dominico Trimboli uno de los 20 más buscados de Europa, capturado ese mismo año en Medellín y quien fuera su jefe, Santo Scipione, apresado poco tiempo después en Santa Fe de Antioquia. En el ámbito local Giorgo Sale y el exlíder de las Autodefensas Salvatore Mancuso, Albeiro Roa, un boyacense que dominaba el tráfico de drogas desde el Catatumbo y Gilberto Sanabria, quien, según la Policía Antinarcóticos, traficaba coca para ‘Ndrangheta hacia Holanda, Bélgica, Italia, Albania y Turquía.

Con paciencia y persistencia las autoridades han logrado penetrar sus herméticas estructuras. En enero y julio de este año se realizaron operaciones conjuntas en Italia y Colombia con múltiples capturas y grandes decomisos de droga.

Anualmente, en la semana del 2 de septiembre, la cúpula de la ´Ndrangheta se reúne en Aspromonte, zona montañosa de Calabria, con motivo de la fiesta de la virgen de Polsi. Allí evalúan sus negocios y toman decisiones relativas al mando. Es dramático el contraste entre esta tristemente célebre reunión, donde se cuentan utilidades por decenas de miles de millones de dólares, frente al balance de destrucción de vidas humanas, de selva amazónica y bosque andino, o de la atroz corriente de corrupción y violencia que causan las mafias del narcotráfico en Colombia. Aparte de la principal fuente de violencia y de muerte, la coca es muy mal negocio en nuestro país que desarrolla el eslabón más débil y menos rentable de la cadena: el cultivo de hoja de coca y su transformación en clorhidrato de cocaína. Un kilo de base, que en nuestras selvas vale 1.300.000 pesos, es comercializado por la ‘Ndrangheta en Estados Unidos o en Europa entre 40 y 50.000 dólares. Mientras un campesino cocalero colombiano gana cerca de 50 millones de pesos al año, la ‘Ndrangheta, según Demoskopia -una organización europea de investigación- factura anualmente 72.000 millones de dólares, más de lo que ganan McDonalds y el Deutsche Bank juntos. También en la coca el vivo vive del bobo.

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