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Tiempo renovado

Si desde el comienzo, que hoy puede ser el Año Nuevo, buscamos la mejor manera de estar en el mundo, las probabilidades de encontrar la armonía serán mayores, y la vida, tal vez, podría ser más placentera.

Gonzalo Restrepo
8 de enero de 2021

El tiempo como medida y referencia nos entrega valiosas posibilidades que nos permiten desarrollar nuevas perspectivas, concebir otras maneras de mirar la vida, alternativas que tal vez no se habían considerado antes. El cambio de año nos invita a evaluar el que hemos terminado y a considerar de qué manera podremos afrontar el que viene, dándole prioridad a los asuntos más relevantes como son la familia y los proyectos laborales, el estudio, las relaciones interpersonales, el servicio a los demás, el crecimiento personal, el cuidado de la salud, y abriendo espacios a las pequeñas cosas, que nunca lo son.

El nuevo calendario trae consigo la oportunidad de idear diversas opciones. Aunque comenzar es por lo general una acción nacida de la esperanza, hay que reconocer que también hay en ello toda suerte de incertidumbres. Pero la duda se resuelve sabiendo que lo aprendido en el pasado hace aportes útiles al futuro. Si viviéramos con la curiosidad, el interés y las buenas intenciones que afloran al comenzar el año, tendríamos siempre el dinamismo que cualquier comienzo trae consigo. En otras palabras, mantendríamos abierta la conciencia a las prioridades establecidas, al orden y a la disciplina que se requieren para concretar aspiraciones y sueños que en un comienzo pudieron parecer irrealizables.

Sabemos que el futuro tiene un componente desconocido, por más que estemos familiarizados con ese pasado que lo precede. Esto debería mantenernos alerta, comprometidos con los nuevos planes y abiertos a otras posibilidades, evitando que la rutina le reste emoción al qué hacer del nuevo día. Debemos empezar el año con el ánimo y la decisión de hacer las cosas bien, con asuntos que nos traigan satisfacciones duraderas. Atrevernos a un nuevo emprendimiento, a encontrar un amigo, a apoyar una iniciativa ajena como si fuera propia, a escuchar lo que tantas de las personas que pasan por nuestro lado quisieran decirnos si nos vieran más atentos, con mayor interés en ellas. Observar, oír, actuar, conscientes de que las oportunidades son cuestión de un instante que quizás no regrese nunca.

Si desde el comienzo, que hoy puede ser el Año Nuevo, buscamos la mejor manera de estar en el mundo, las probabilidades de encontrar la armonía serán mayores, y la vida, tal vez, podría ser más placentera. Bienvenidos estos meses en los que todo está por suceder. Es cierto que en cualquier momento del año podemos hacer proyectos, cortes, pausas o transformaciones. Pero es al inicio de todo proceso cuando se levantan los cimientos para las construcciones futuras.

Y a propósito de lo anterior, para la niñez colombiana la vida podría empezar a ser mejor, si los adultos nos sumáramos al compromiso imprescindible de recibirlos bien desde el principio, tanto en sus hogares, como en la sociedad. ¡Nos falta mucho por alcanzar en cuanto al respaldo y la protección que les debemos a nuestros niños, algo que tiene que hacerse ya! Tenemos la obligación de actuar de acuerdo con esa ventana de oportunidad que para los pequeños representan los mil primeros días de vida. Su futuro como individuos sanos, capaces de aprender y de ser útiles a sus propias vidas y a la vida del país, depende de la adecuada atención que les brindemos.

Mil días. Tres años. Imprescindibles para sentar las bases sólidas de toda una existencia.

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