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¿Trump será un Jimmy Carter?

Es claro que a Trump le gustaría replicar lo de Bush. Incluso muchos mensajes parecen calcados hoy. Hay razones para copiar y más en estos momentos en que está atrás en las encuestas.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
29 de agosto de 2020

Donald Trump siempre contesta lo mismo cuando comentan su posición en las encuestas: las elecciones de 2016. Allí derrotó a los encuestadores. Esa es la confianza que sigue en la Casa Blanca y las dudas de su oponente. Nadie debería dar por descontada una victoria de Joe Biden. Algunos creen en la mayoría silenciosa, un votante de Trump apenado. Por eso la teoría dice que no es posible encuestar a los de Trump. Es un electorado difícil de contar.

Eso fue lo que pasó en 2016. El problema, sin embargo, es que es una falacia. En realidad, no hay tantos votantes silenciosos de Trump. Fue un mito que surgió a pocos días de las elecciones. Estudios posteriores demostraron que no fue el caso. Las encuestas estaban bien dentro de las posibilidades del momento.

También se habla mucho de la encuesta de Gallup de 1988. El 26 de julio esa encuesta le daba una ventaja de 17 puntos (55-38) a Mike Dukakis sobre el entonces vicepresidente George H. Bush. En noviembre, Bush ganó sin problemas. Es un ejemplo de errores en los pronósticos y hoy en día es un precedente preocupante para analizar qué pasará el próximo noviembre. 

Bush triunfó porque su equipo logró pintar a un Dukakis desconocido. Un hombre aislado de la élite y desconectado de los problemas de la nación. Su momento clave fue la Convención Republicana. Allí lograron presentar a un nuevo Bush, que hasta ese momento era visto como un vicepresidente débil. Bush reflejó a un Gobierno fuerte y al mismo tiempo, atacó a Dukakis. No hubo respuesta del demócrata, un error que le costó demasiado. Nunca pudo escapar de la descripción y fue derrotado. 

Es claro que a Trump le gustaría replicar lo de Bush. Incluso muchos mensajes parecen calcados hoy. Hay razones para copiar y más en estos momentos en que está atrás en las encuestas. Empero, el dilema es otro: 2020 no es lo mismo que 1988. La economía estaba bien en el 88 y, francamente, Joe Biden no es Dukakis. Lo conocen y no es fácil enmarcarlo como izquierdista. Además, Bush salió de su convención adelante en las encuestas; ya habían desaparecido los 17 puntos de distancia. Nadie cree posible ese cambio para Trump.

En realidad, hay otra elección que emociona a Trump: la de 1984. Allí salió reelegido Ronald Reagan. Con el lema “es mañana otra vez en América”, Reagan arrasó y ganó 49 estados. Pero en 2020 no funciona. La pandemia acabó con la economía y aún está presente. No es posible acudir al recuerdo de los días positivos; el “shock” es demasiado fuerte. 

El año 1968 fue el de los disturbios raciales. El mito dice que Richard Nixon utilizó la voz de las protestas para ganar. Como siempre, no es cierto. El triunfo de Nixon fue por su promesa de que acabaría la guerra de Vietnam. Las razones raciales, aunque importantes, no fueron definitivas.   

En realidad, la elección que más recuerda la de 2020 es la de 1980. Jimmy Carter buscaba la reelección contra el exgobernador de California Ronald Reagan. Reagan era una incógnita. Fue una campaña reñida y las encuestas prometían un final codo a codo. Pero en noviembre de 1979, el ayatollah de Irán secuestró a 52 estadunidenses. Solo los liberarían el 20 de enero de 1981. 

El impacto que tendría en la contienda electoral era un misterio. Fue inmenso. El pueblo estadounidense no se lo perdonó a Carter. Reagan ganó 44 estados y llevó a los republicanos a tomarse el Senado.

En 1980, Estados Unidos estaba en crisis: la economía no se recuperaba de la súbita alza del petróleo de 1979. Las relaciones con la Unión Soviética estaban candentes, había invadido a Afganistán y Estados Unidos contestó con un boicot a los Olímpicos de 1980. Era una guerra fría no tan fría. Los estadounidenses querían un cambio. Carter describió a un Estados Unidos en decadencia, los mejores días habían quedado en el pasado. Los gringos se opusieron, Carter no era un futuro promisorio. 

En 2020, los estadounidenses se encuentran frente a una crisis causada por la pandemia. Su respuesta tradicional ha sido botar al que está en la Casa Blanca. ¿Será el 2020 un año diferente?

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