Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Duque, Uribe y Colombia

Arriesgado camino por el que ha optado el presidente Duque. En vez de hablar por todos los colombianos, escogió hacerlo por su partido. Pienso que ha sido una elección desafortunada.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
7 de agosto de 2020

El Centro Democrático fue el primero en reaccionar: con avisos de página entera en El Tiempo y El Colombiano, el lunes pasado expresaron su preocupación por una potencial medida de aseguramiento contra el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez. Afirmaron que sería un absurdo que la Corte Suprema tomara la decisión.

Como prueba de sus acciones positivas, el expresidente dejó un legado que –en palabras del aviso– “tantos colombianos consideramos un patrimonio irrenunciable”.  Según el comunicado, este nuevo acto proviene de un esfuerzo, contra Álvaro Uribe Vélez, de la izquierda radical internacional. Concluye el Centro Democrático: “Los delincuentes que arrasaron la paz nacional y llenaron de lágrimas nuestros hogares, sentados en el Congreso; y el hombre que rescató la nación y sacó a Colombia de la oscuridad, pagando un precio insólito por vencerlos”.  No fueron los únicos en reaccionar.

Varios excolaboradores de Uribe, incluyendo al embajador en Washington, Francisco Santos, y al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, se unieron en una carta en la que señalan que conocen a Uribe y su actuar con “pulcritud, dentro del marco de la ley” y que tienen “confianza de la transparencia de su proceder”. 

Algunos columnistas también invitaron a la Corte Suprema a no actuar. Vicky Dávila, columnista de esta revista, dijo que su detención llevaría al país a más violencia. Luis Carlos Vélez afirmó que las medidas contra Uribe eran una exageración y las comparó con las medidas contra los comandantes de las Farc que hoy tienen asiento en el Congreso. Hasta se pronunció el presidente Iván Duque. Dijo que Álvaro Uribe Vélez era un hombre patriótico y que no tienen que dudar de su honorabilidad.

Tal vez fue esta última declaración la que alborotó a las cortes. No cayó bien. Fue una salida de tono desafortunada. Las cortes se sintieron atacadas, y su independencia, cuestionada. El comunicado del lunes por la noche fue claro: no a las entrometidas de la rama ejecutiva. 

El martes, en la mañana, el abogado del expresidente intentó una nueva maniobra para alargar la decisión. Fue a la Corte Suprema y pidió que se nombrara a un conjuez en la Sala de Instrucción. Era demasiado tarde. Ya habían tomado la decisión por unanimidad: casa por cárcel para Uribe. De nada sirvió la ofensiva mediática del Centro Democrático. Con un detalle no menor: ignoraron por completo el caso por el cual la corte tomaba esa decisión.

El expresidente está investigado por presunta manipulación de testigos y fraude procesal. Que Uribe sea un gran hombre y el defensor de Colombia no es el punto en este caso. Pocos han ido al asunto que es la nuez del durazno y este parece perderse, entre otras, con la acusación de la propaganda de la izquierda internacional. En esa retórica, se ha perdido la perspectiva de los hechos: el expresidente, por ahora, no ha refutado las acusaciones. 

Hoy es entendible, políticamente, hacer la comparación con el caso de Jesús Santrich, quien fue liberado por la Corte Suprema. Sin embargo, es comparar peras con manzanas; así no opera el sistema de justicia. Pero es la posición del presidente Duque. 

En entrevista a Noticias Caracol, insistió en la comparación con Santrich. También cuestionó a los miembros de las Farc que están en el Congreso. Afirmó que no han pagado la pena aunque varios tienen condenas. Para Duque, no tiene presentación que estos hombres tengan libertad mientras el expresidente Uribe esté confinado en su domicilio. 

Arriesgado camino por el que ha optado el presidente Duque. En vez de hablar por todos los colombianos, escogió hacerlo por su partido. Pienso que ha sido una elección desafortunada. Como primer mandatario, no podía escoger un lado. Tenía que estar por encima del día a día. 

En el corto plazo, tal vez, pueda recoger aplausos. Es evidente que visualmente no tiene presentación que Uribe esté detenido y los guerrilleros en el Congreso. Pero no es una comparación aceptable, y menos del presidente. Él sabe que son eventos diferentes. Muy diferentes. Lo único que logra es caldear los ánimos en momentos de la aguda crisis de la pandemia.  

Dudo, así mismo, que una reforma a la justicia –propuesta por el Centro Democrático– sea la panacea. Es un tema difícil: llevamos 20 años de intentos, y nada. Toma tiempo y eso es algo que Duque no tiene. ¿Dedicar todos los esfuerzos a una reforma incierta y repleta de incendios?

Duque es un presidente joven a quien le ha tocado encarar unos retos históricos. Todavía le quedan dos años para dejar su legado. Asumir la defensa de Uribe puede sonar bien, pero no es esencial en la gestión del presidente. Tristemente. 

El expresidente tiene opciones legales para revertir la medida de aseguramiento. Que lo haga, pero sin el presidente. No es su rol. Es el primer mandatario de todos los colombianos, no solo de Uribe y de su partido.

Noticias Destacadas