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Son más papistas que el papa: hablan en nombre de los militares cuando en verdad están actuando en defensa de sus intereses. Los militares sí quieren ir a la JEP, ya lo han dicho miles de veces en todos los tonos. Los que no quieren son Uribe y José Obdulio, que quede claro.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
30 de junio de 2018

Quedamos notificados: los uribistas van a llegar al poder con la intención de echar abajo lo que Santos dejó construido del acuerdo de paz y decididos a frenar todo lo que falta por implementar. Y lo van a hacer a su modo: por encima de todo y de todos. El fin supremo justifica todo, reza el dogma uribista. Los que se atrevan a cuestionarlos serán expuestos, señalados y sometidos a las mismas campañas de desprestigio que se armaron contra las Cortes, contra la oposición y contra varios periodistas, durante el gobierno de Uribe. 

Ya nos notificaron que van a presentar un proyecto de ley para impedir que los miembros del secretariado de las Farc entren a la política. (He terminado por creer que ellos los prefieren de vuelta a las armas, enmontados). Para las huestes de Uribe, esa paz es una paz impune que horada nuestro Estado de derecho, pero al mismo tiempo se han opuesto sin sonrojarse a que los militares vayan a decir la verdad a la JEP.

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Son más papistas que el papa: hablan en nombre de los militares cuando en verdad están actuando en defensa de sus intereses. Los militares sí quieren ir a la JEP, ya lo han dicho miles de veces en todos los tonos. Los que no quieren son Uribe y José Obdulio, que quede claro. (Según Blu Radio, José Obdulio Gaviria anda presionando a generales para que no vayan a la JEP).

"Las reformas al agro quedarán sepultadas por tener un “sesgo” ideológico porque parten de la base de que hay una inequidad en el acceso a la tierra"

Ya están a disposición de los tribunales de justicia transicional más de 4.000 guerrilleros y cerca de 2.300 militares, la mayoría de los cuales están procesados o condenados por falsos positivos; una práctica macabra que se llevó a cabo durante el gobierno Uribe en varias unidades militares en las que se asesinaron civiles para hacerlos aparecer como guerrilleros muertos en combate, con el propósito de que los militares pudieran acceder a beneficios que incluían desde medallas hasta salidas dominicales.

Un reciente libro de Omar Eduardo Rojas, un teniente coronel retirado de la Policía, afirma que las víctimas por falsos positivos podrían ser más de 10.000. ¿Tanto le teme el uribismo a la verdad que hay detrás de los falsos positivos?

Con esa arrogancia amenazante, los uribistas también anunciaron que van a cambiar las Cortes a lo Chávez, que van a quitarle dientes a la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras y que van a “neutralizar” a todos los magistrados y periodistas que se atrevan a tocar a su presidente eterno. (Ver trino de José Obdulio Gaviria, senador de la república).

"A todas estas... el presidente electo, ¿dónde está?"

Las reformas al agro quedarán sepultadas por tener un “sesgo” ideológico porque parten de la base de que hay una inequidad en el acceso a la tierra. No habrá actualización del catastro porque los grandes terratenientes no quieren pagar un mayor impuesto predial rural y todos los proyectos sociales para las zonas de violencia serán redireccionados bajo el modelo Carimagua.

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Uribe nos ha hecho saber quién manda, por si había alguna duda. Y a través de su bancada ya nos notificó que vuelve al poder con la intención de borrar todo lo que dejó en pie Santos.

El uribismo nos ha notificado que van a gobernar solo para los 10 millones de colombianos que votaron por su candidato y no para todos los colombianos, una promesa que hizo el hoy presidente electo en su discurso de aceptación de la victoria.

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En su delirio de poder, los uribistas se equivocan al forzar al país a que vuelva a un pasado que ni siquiera los 10 millones de colombianos que votaron por el uribismo añoran. Conozco a muchos colombianos que votaron por Iván Duque que son partidarios del acuerdo de paz y que votaron por él porque creyeron su promesa de que no iba a hacer trizas la paz. Volver al pasado uribista, a la política de seguridad democrática cuando ya no hay una guerra sería una involución imperdonable.

A todas estas... el presidente electo, ¿dónde está? 

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