Sofy Casas

Opinión

Venezuela: la urgencia de una intervención para derrocar la narcodictadura

Este gobierno no solo oprime a su pueblo, sino que se alimenta de la ilegalidad y el crimen organizado, convirtiendo a Venezuela en un narcoestado.

Sofy Casas
17 de enero de 2025

La situación en Venezuela ha alcanzado un punto crítico que no puede seguir siendo ignorado. El régimen de Nicolás Maduro, lejos de representar los intereses del pueblo, ha consolidado un sistema represivo que ha desmantelado las instituciones democráticas y roto el orden constitucional. Lo que ocurre en Venezuela no es solo una crisis política o económica; es una tragedia humanitaria alimentada por la impunidad, el autoritarismo y la corrupción.

Desde que Hugo Chávez asumió el poder, la manipulación del sistema democrático de Venezuela fue una constante, pero fue durante el gobierno de Maduro cuando la situación alcanzó niveles insostenibles. La violación sistemática de los derechos humanos, las persecuciones políticas y la tortura a opositores, como bien documentan organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, son la norma en un país que ya no puede considerarse una democracia. La ruptura del orden constitucional y la toma ilegal de la Asamblea Nacional, junto con el control absoluto del Tribunal Supremo de Justicia, han dejado claro que la legalidad ha sido reemplazada por un régimen totalitario.

Estas violaciones sistemáticas de los derechos humanos no son eventos aislados, sino una práctica deliberada de un régimen cuyo único objetivo es perpetuarse en el poder. Además, el colapso económico ha obligado a millones de venezolanos a huir del país, generando una crisis migratoria sin precedentes en la región.

A esta dictadura se le ha sumado el involucramiento del gobierno venezolano en actividades ilícitas de gran escala, con el narcotráfico como uno de los ejes centrales de su estructura de poder. El denominado Cartel de los Soles, vinculado a altos funcionarios de las Fuerzas Armadas, incluido el Pablo Escobar venezolano, Diosdado Cabello, quien ha sido identificado como un actor clave en el tráfico de drogas. Este gobierno no solo oprime a su pueblo, sino que se alimenta de la ilegalidad y el crimen organizado, convirtiendo a Venezuela en un narcoestado bajo el auspicio de una mafia que gobierna desde Miraflores. Este cartel ha convertido a Venezuela en un epicentro del narcotráfico internacional, generando inestabilidad no solo dentro del país, sino también en toda la región. Es una amenaza latente a la seguridad nacional de los países vecinos y de Estados Unidos.

Ante esta situación, la comunidad internacional debe hacer un llamado urgente a la acción. Es momento de invocar la Carta Democrática Interamericana de la OEA, que deja claro que los países miembros deben actuar cuando la democracia en un país esté siendo alterada gravemente. El gobierno de Maduro ha desmantelado las instituciones democráticas, y la crisis humanitaria que enfrenta Venezuela no solo es el resultado de una mala gestión, sino el efecto directo de un régimen que opera como una organización criminal, que oprime a su pueblo y destruye su nación.

Además, el Estatuto de Roma y el principio de responsabilidad penal individual ante la Corte Penal Internacional (CPI) ofrecen un marco legal para la intervención. Las graves violaciones de derechos humanos cometidas por este régimen –desde la tortura hasta los asesinatos extrajudiciales– justifican la necesidad de un cambio radical en el liderazgo de Venezuela. Si el gobierno de Maduro es capaz de utilizar el aparato estatal para robar, reprimir y asesinar a su propio pueblo, entonces la comunidad internacional debe intervenir para liberar a los venezolanos de la narcodictadura asesina.

La realidad es que una intervención militar internacional, bajo el amparo de estos marcos legales, se ha convertido en una opción inevitable para liberar al pueblo venezolano del yugo de una organización criminal que ha secuestrado el país. No se trata de una agresión extranjera, sino de una respuesta legítima y necesaria a un régimen que ha perdido toda legitimidad y que, en su lugar, ha instaurado un sistema basado en la represión y el crimen organizado. La única forma de asegurar la restitución del orden constitucional y los derechos humanos es con la participación de la comunidad internacional, que debe actuar conforme a los principios establecidos por la OEA y el Estatuto de Roma.

El silencio y la inacción de la comunidad internacional ante la narcodictadura de Nicolás Maduro están enviando un mensaje peligroso: que los dictadores pueden robarse las elecciones, reprimir a su pueblo y permanecer impunes. El golpe de Estado al pueblo venezolano no solo es una tragedia nacional, sino un precedente nefasto para el mundo. Este tipo de permisividad abre las puertas para que otros sátrapas, como Gustavo Petro, puedan intentar perpetuarse en el poder siguiendo el mismo manual. Cada día que pasa sin una respuesta contundente, se normaliza el secuestro de la democracia y se refuerza la impunidad de los tiranos.

Es el momento de que actúen con contundencia y tomen cartas en el asunto. Venezuela necesita recuperar la democracia, la libertad y la dignidad que le han sido arrebatadas. Millones de venezolanos esperan una solución, y la inacción no es una opción cuando tantas vidas están en juego. La intervención militar no es solo una estrategia, es un deber moral con un pueblo que nos necesita y que viene sufriendo desde hace 28 años, en las garras de un régimen que representa una amenaza para todos. Es hora de que el mundo se levante y termine con la banda criminal y narcotraficante de Miraflores.

Ñapa: de acuerdo con un informe (un indictment) del Departamento de Estado de Estados Unidos, este aumentó la recompensa contra narcoMaduro, Cabello (el Pablo Escobar venezolano) y Vladimir Padrino, debido a que habrían acordado con el narcoterrorista Iván Márquez (exmiembro de los narcoterroristas de las Farc y hoy líder de la Segunda Marquetalia, quien es protegido por el narcorégimen y con quien Petro está supuestamente en un “proceso de paz”) la creación de milicias a cambio de armas.

El acuerdo (según este informe) es que él ayudará al narcorégimen en la creación de milicias en Venezuela, y ellos le entregarían armas a través del Cartel de los Soles, que es manejado por la narcodictadura encabezada por esos tres bandidos. Cabe recordar que, en Colombia, Gustavo Petro no ha hecho nada para combatir a los grupos narcoterroristas; por el contrario, ha favorecido su expansión y no se ha fumigado ni erradicado una sola hoja de coca.

Por otra parte, información de inteligencia asegura que agentes iraníes procedentes de Brasil y Venezuela estarían ingresando a grupos al margen de la ley en Colombia para manejar drones especializados en acciones terroristas. El informe arrojó que se están formando para conducir aeronaves tripuladas más potentes y se habla de la presencia del grupo terrorista Hezbolá y Fuerzas Quds.

¿La idea es sostener al narcorrégimen y atornillar a Petro en el poder para convertir a Colombia en la segunda Venezuela? ¡Esto es gravísimo!

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