
OPINIÓN
¿Y ahora qué sigue?
Debemos estar a la altura de las circunstancias, tanto los políticos como los dirigentes sociales y gremiales, el país requiere reformas de fondo y con profundo sentido social en materia de salud, educación y servicios públicos, fortalecer el aparato productivo y al emprendedor.
Nuestra historia del siglo XX y lo que va de este, nos ha puesto en el camino un sinnúmero de dificultades y oportunidades para transformarnos y reivindicarnos como sociedad. Si se trata de identificar los errores cometidos y aprender de estos, pensaríamos que Colombia, tiene en su haber un listado de decisiones desafortunadas, lo que nos llevaría a colegir que debiéramos ser un país maduro a la hora de enfrentar nuestros problemas y buscar los mejores caminos para solucionarlos.
Para nadie es un secreto que parte de las pujas internas y de las heridas que resquebrajan nuestra sociedad, surgieron ante la incapacidad de un Estado que no fue capaz de oír a sus conciudadanos y que a pesar de un proceso de paz mal planteado y “chueco”, marcaba un horizonte de transición hacia un discurso, donde las diferencias no podían ser resueltas por la violencia y mucho menos con las armas.
Bajo esa lógica, el retiro del proyecto de la reforma tributaria y la dimisión del ministro Carrasquilla no puede ser visto en un escenario de ganadores y perdedores, este sería el peor error que como sociedad podemos cometer. Izar la bandera a costa de decenas de jóvenes muertos y policías heridos, de establecimientos saqueados y de calles destruidas, no reflejan ni recogen el sentimiento de millones de colombianos, que día a día se levantan para llevar un alimento a sus hogares.
El gobierno finalmente termina retirando este proyecto que ya estaba hecho trizas y que a la postre, todos veíamos negativa por los efectos adversos que traería sobre la clase media colombiana. Una reforma impopular, en un país donde la tasa de evasión del impuesto de renta para el periodo 2010 a 2018 fue de un 46,9% -dato calculado por Fedesarrollo y publicada en el documento “Reforma para una Colombia post-covid-19”. Es decir, el monto de la evasión ascendió, óigase bien a $56,1 billones representando el 5,7% del PIB nacional. Impuestos que como lo señala Fedesarrollo, las empresas dejaron de pagar deliberadamente.
El fallido proyecto deja varias lecciones aprendidas, por un lado, tenemos una ciudadanía más preocupada por los problemas que como país nos afectan y, que independiente de su orilla ideológica, asumió una posición informada sobre lo que nos está ocurriendo como sociedad.
Por otro lado, deja una profunda fragmentación social, donde la única forma de hacerse escuchar parecieran ser las vías de hecho, tenemos una parte del país volcada en las calles. Siendo atrevido al citar a Weber, quien contempló cuatro categorías de acción social, basadas en la costumbre, lo emocional, la moral y lo racional, vale la pena preguntarle a los sociólogos y politólogos: ¿Qué o quién está guiando este tipo de eventos que se viven en ciudades como Cali? ¿Estamos al borde de un populismo de extrema izquierda o derecha?
Es el momento de pasar de la protesta social a los escenarios de concertación, sin lugar a dudas hago un llamado a todos los jóvenes para que valiéndose de los nuevos instrumentos y potenciando las redes sociales propositivamente, se convierta en un vehículo que permita brindar una salida conciliada a este problema.
Twitter nos da una herramienta vigorosa denominada “space”, en estos días he participado en varios de ellos, en donde diversos jóvenes han logrado construir un espacio donde políticos, académicos y ciudadanos de a pie, han acudido a hacer preguntas, plantear propuestas y escuchar a su contraparte para generar espacios de disertación desde la diferencia, sin acudir al insulto o a la categorización ideológica de la cual es víctima alguien cuando escribe un trino.
Muy acuciosos han estado decanos de diferentes universidades, economistas, politólogos, el representante a la Cámara José Daniel López, colegas concejales y cientos de ciudadanos, que sin conocerse y desde su visión, aportan ideas para enderezar el rumbo que tanto requerimos.
Si este es el camino, ¡bienvenido!, no necesitamos las redes para hacer plantones virtuales, sino para generar propuestas claras y concisas. Si hoy las herramientas tradicionales de participación y diálogo no recogen el inconformismo ciudadano, pues sea esta la herramienta para que los jóvenes puedan sentar su voz con argumentos.
Urge financiar el hueco fiscal doméstico, sí, la reforma se cayó, pero todos los aspectos quedaron en el tintero y la tarea es volver a echar números para ver cómo buscamos los $23 billones que se esperaban recaudar.
En primer lugar, se requiere revisar los privilegios creados en la reforma anterior. Fedesarrollo señaló que en el año 2019 el total de los beneficios tributarios otorgados a las personas jurídicas sumó $19,4 billones, aumentado $4,13 billones comparado con 2018. Si se trata de buscar fuentes, el camino indicado es este.
Un segundo punto es ampliar el impuesto al patrimonio, que vienen usándose desde 2002, Fedesarrollo y la ANIF han propuesto mejorarlo con tasas marginales y progresivas, que pueden generar hasta un billón de pesos adicional, pero con la salvedad que abusar de este instrumento puede ser contraproducente. Una tercera idea, es vender ISA, una nueva democratización de Ecopetrol y salir de activos que no están generando productividad al Estado, tal como lo ha planteado Germán Vargas Lleras en su columna habitual.
Esta propuesta no es descabellada si revisamos experiencias similares, en el año 2016 el Concejo de Bogotá pensando en la ciudad, aprobó la democratización del Grupo de Energía de Bogotá-GEB que con la venta de un paquete de acciones se inyectó a la ciudad $1,92 billones y que en su momento fue catalogado como uno de los mejores negocios del año.
Recordemos de esta experiencia que el GEB, pasó de tener 4.500 accionistas (2013) a más de 7.000 y de generar utilidades de un billón de pesos en 2015 (Petro) a $1,85 billones en 2019 (Peñalosa) y $2,51 billones el año pasado. Hoy es una empresa prospera con importantes inversiones en Latinoamérica y que genera rentabilidad para el Distrito como accionista mayoritario con un 66%
Debemos estar a la altura de las circunstancias, tanto los políticos como los dirigentes sociales y gremiales, el país requiere reformas de fondo y con profundo sentido social en materia de salud, educación y servicios públicos, fortalecer el aparato productivo y al emprendedor. El Gobierno no puede recetar acetaminofén para paliar el tumor maligno que nos ha dejado el covid-19.