CAMILO DÍAZ

Contabilidad creativa

Dadas las restricciones fiscales actuales el Gobierno se ha decidido por utilizar fórmulas creativas para registrar ingresos temporales como si fueran permanentes.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
27 de julio de 2019

Le regla fiscal que ha adoptado el país para contener el crecimiento de la deuda y guardar disciplina en las finanzas públicas, tiene como meta que el déficit fiscal se reduzca este año a 2,7% del PIB, eso luego de una relajación aprobada en marzo que permitió extenderlo desde una meta anterior de 2,4%; esa flexibilidad fue un espaldarazo para permitir un poco más de déficit a cambio de mayor crecimiento de la economía desde el gasto del Estado. 

Aunque ese 0,3% significan $3 billones más de gasto público, el Ministerio de Hacienda anunció en el Marco Fiscal de Mediano Plazo que no solo cumplirá la meta de déficit fiscal aprobada en marzo a 2,7% del PIB sino que además la sobre cumplirá porque mantendrá el déficit en el nivel original del 2,4% del PIB. Sin embargo, ese sobrecumplimiento de la meta fiscal no provendrá de aumentos en los ingresos corrientes (léase mayor recaudo por impuestos) si no que llegará, de acuerdo a las proyecciones presentadas, desde otros rubros transitorios.

El principal de ellos, es la proyección de ventas de activos en los que la Nación tiene participaciones. Según los cálculos del ministerio, son 105 empresas donde el país tiene invertidos cerca de $160 billones, y una posible venta de parte de ellos ayudaría a reducir el déficit, así como mantener el gasto de inversión durante el resto del periodo de gobierno. Pero mientras se busca aumentar ingresos por venta de activos, la ley de financiamiento redujo el impuesto a la renta a las empresas del 33% al 30% restando cerca de 10 billones (1% PIB) a los ingresos.

Aunque la lista de activos parece larga, una vez depurada, son solo unos pocos los que pueden convertirse en dinero. Primero, el 8,5% de Ecopetrol. Segundo, Cenit que es la principal filial de Ecopetrol porque le produce el 30% de las utilidades. Tercero, la participación en ISA, que es el principal transmisor de energía de Colombia y un activo estratégico de la Nación. Y cuarto, las electrificadoras regionales donde la Nación tiene participación. Por la venta de esos activos el gobierno espera recoger cerca de $30 billones (3% PIB) de aquí a 2022.

La venta de esos activos no es rápida, porque para venderlos hay que realizar la valoración de cada uno, incluyendo el 8,5% de Ecopetrol que está autorizado venderse desde 2006, pero que hay que actualizar su valor e incluir escenarios de precios con y sin Cenit. De igual manera Cenit es una empresa pública y tampoco se puede vender de manera individual sin surtir los trámites que contempla la ley, y además administra recursos públicos como el margen por plan de continuidad. Algo similar pasa con ISA y las eléctricas regionales las cuales deben valorarse para determinar su precio adecuado, un proceso que como mínimo tarda un año. Hay que recordar que la venta Isagén tardo cuatro años en ser vendida.

Sumado a los cuellos de botella que implica la venta de los activos estatales, las proyecciones del Marco Fiscal traen la contabilización creativa de esas eventuales ventas, como si fueran ingresos recurrentes, es decir, como si se dieran continuamente cada año. También incluyen la venta de participaciones minoritarias al fondo de desarrollo de infraestructura (Fondes), lo que de ser aprobado permitirá que los recursos de la venta de Isagén que se usaron para capitalizar el Fondes, sean usados como ingresos corrientes y se diluyan en el gasto de funcionamiento, lo mismo pasa con las ventas de los activos mencionados. 

Sin la contabilidad creativa que pretende aplicar el Gobierno en los ingresos y en el régimen de inversión del Fondes no se cumpliría con las metas fiscales de reducción del déficit, ni con las de inversión. En conclusión, el panorama macroeconómico del país reposa en una contabilidad creativa de los ingresos, y en trasformar el capital del Fondes en gasto. Mientras tanto el FMI ha dicho que contabilizar ingresos por privatizaciones como ingresos corrientes no es la mejor práctica contable, pero tampoco es una violación; y dos de las tres calificadoras de riesgos han detectado esa creatividad exótica lo que arriesgara el grado de inversión de la deuda colombiana.