
CLAUDIA VARELA
Las horas perdidas
Leyendo, aprendiendo, estudiando. Haciendo coaching y, sobre todo, escuchando mucho he descubierto lo básico que termina siendo la utilización del tiempo de la mayoría de los mortales.
Desde que empezó toda esta historia de la pandemia, la lógica social cambió muchísimo. Al final, llegamos a adaptarnos a hacer todo virtualmente y a conectarnos hasta para tomar un café con los amigos.
Algo que me llamó mucho la atención, al principio de la cuarentena, fue encontrar que mucha gente no sabía qué hacer con su tiempo y se sentía oprimida al no poder salir, lo cual no es un gran descubrimiento. En lo que sí vale la pena reflexionar es en por qué iniciamos una carrera desesperada por ocupar cualquier minuto que tuviera silencio, que tuviera una opción de tener un diálogo propio y solitario. Lo que estaba claro es que había que llenar cualquier espacio.
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Sentí también un exceso de control de muchos jefes, entendiendo que, al no ver a los empleados de manera presencial, podrían estar “perdiendo tiempo valioso”. Quizás en algunos casos el control bajó, tal vez en otros la gente más bien se acostumbró.
Surgen entonces algunas preguntas básicas que deberíamos tener en un ejercicio de autogestión para ser mejores profesionales y también individuos. ¿Cuántas horas al día pasamos en redes sociales?, ¿cuántas habitualmente en el tráfico para llegar a la oficina?, ¿cuántas en reuniones en las que no debemos estar?, ¿cuánto tiempo le dedicamos al día a nuestro propio crecimiento intelectual?, ¿cuánto tiempo le regalamos al ocio mal ejecutado?
Hay una realidad que descubrí en el libro El club de las 5 de la mañana, en el cual Robin Sharma, experto en liderazgo, ofrece un método para emprendedores, ejecutivos y todos aquellos que quieran conducir mejor su existencia y ser más productivos. Es tan sencillo como que, al tomar el control de las mañanas, las personas logran darle un impulso diferente a su productividad.
La idea general es madrugar, dedicarle veinte minutos al ejercicio físico fuerte, veinte a la meditación o a un poco de mirar hacia adentro y veinte a nutrir el conocimiento. Esta hora mágica, como la llama el autor, permite energizarse, potenciarse y sacarle verdadero provecho al resto del día.
Este libro me dejó fascinada. Es sencillo, práctico, con método y, sobre todo, hace una crítica al tiempo que pasamos dedicados a ver cosas irrelevantes en redes sociales. ¿Qué es lo primero que hacemos al levantarnos?, seguramente muchos se lanzan encima del celular antes siquiera de tomar un respiro y darle gracias a Dios (al Universo o a quien quiera) por abrir los ojos de nuevo.
En su método también hay un gran llamado a la concentración, con una metodología en la cual al menos debes dedicarle 90 minutos seguidos sin ninguna distracción a empezar la mañana de trabajo. Me pareció increíble, porque al observar la vida real es muy difícil -en esta virtualidad- dedicarle ese tiempo a pensar. Tenemos tantas reuniones y distracciones que -pienso- no caminamos al ritmo eficiente al que podríamos, por estar (de nuevo) ocupando cada minuto que queda libre. Estamos demasiado enfocados en el hacer y la estrategia se queda en el cajón.
Además de Sharma, hay múltiples actores que recomiendan nuevas formas de trabajar. El paradigma de la generación X acerca de que había que trabajar 24/7 para ser exitoso está mandado a recoger. La productividad no se mide hoy en hora silla. Tim Ferris, en su libro The 4-Hour Work week, confirma el concepto de que hay que saber trabajar, concentrarse, delegar y tal vez, dedicando solo cuatro horas a la semana de una manera eficiente, el mundo seguirá rodando y produciendo por ti. Emprender no es autoemplearte. Entonces, se confronta este concepto del trabajo permanente y de que el adicto al trabajo es el mejor de los mejores.
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Muchos autores actuales, incluido Eckhat Tolle, en El poder del ahora, hablan de lo que el mundo necesita hoy; más experiencias, más responsabilidad con el entorno, mas eficiencia, mejor uso del tiempo individual. No pierdas más horas, el tiempo es hoy, aquí y ahora; construyendo días maravillosos, construyes la magia de una vida maravillosa. Que las horas perdidas sean pasado y que las nuevas horas de buen uso para ti empiecen ya.