Director de la Agencia Colombiana para la Reintegración, Alejandro Eder. | Foto: Cortesía

CONFLICTO

El costo de volver a empezar

Parte fundamental del proceso de desmovilización es reintegrar a las personas al mercado laboral y actualmente, ya son cerca de 16.000 desmovilizados los que están trabajando. El sector empresarial pone de su parte y más de 700 compañías han hecho alianzas con la Agencia Colombiana para la Reintegración.

22 de septiembre de 2014

Hace 11 años la política de reintegración del gobierno nacional empezó a desmovilizar y reintegrar a la sociedad a miembros de grupos armados ilegales en un proceso que dura en promedio unos siete años y tiene un costo directo de aproximadamente $5 millones por persona al año.

Para que los ex combatientes inicien una nueva vida en la legalidad deben recibir un acompañamiento personalizado en salud, educación, formación para el trabajo, acompañamiento psicosocial, entre otros.

Desde 2003 y al 31 de julio de 2014 en Colombia se han desmovilizado 56.678 personas de las cuales 47.500 ingresaron a la reintegración. De estos a su vez, 5.420 han salido definitivamente (3.151 fallecidos, 2.222 pérdida de beneficios y 47 Retiros voluntarios), 11.730 se encuentran ausentes del proceso por más de seis meses y 6.801 los culminaron exitosamente. El proceso cuenta hoy con 23.548 personas que se encuentran activas.

De la población que se encuentra en proceso de reintegración, 15.966 se encuentran trabajando, 5.507 desempleados y 2.075 económicamente inactivos que no poseen la edad, no pueden o no desean ocuparse económicamente. El promedio salarial de las personas en proceso de reintegración oscila entre 1 y 2.5 salarios mínimos mensuales.

Las personas en proceso de reintegración pueden desempeñarse en múltiples campos de la vida laboral. Sin embargo, según información de la ACR, la demanda por parte del sector privado ha girado en torno a cargos para personas con perfiles técnicos, tecnológicos y oficios muy asociados al mercado de la base de la pirámide en todos los sectores de la economía, especialmente temas relacionados con las ventas, construcción y auxiliares en oficinas, supermercados, entre otros.

Lo anterior coincide con el nivel educativo de los reintegrados, pues el 24,62% de la población en proceso de reintegración es bachiller, el 21,73% se encuentra en media vocacional, el 34,55% en básica secundaria, el 10,67% en básica primaria y el 8,43% no aún no se tiene información del nivel educativo.

El 53,8% de los personas en proceso ha realizado al menos un nivel de formación para el trabajo (FPT), siendo la línea agropecuaria la que mayor participación ha tenido.

La Agencia destaca que casi un 60% de esta población fue reclutada siendo menor de edad y que para el momento de su desmovilización, sus condiciones socio económicas eran muy precarias. Un ejemplo de esto, es que un alto porcentaje tuvo que vivir una significativa parte de su juventud y vida adulta en medio de un analfabetismo funcional, lo cual complejiza aún más el reto de su reintegración en la sociedad

“Esta ardua tarea ha sido asumida por el gobierno nacional en medio de un contexto en el cual persiste el conflicto armado y en medio de un ambiente generalizado de estigmatización y apatía hacia las personas que quieren retomar una vida dentro de la legalidad”, explica el director de la Agencia Colombiana para la Reintegración, Alejandro Eder.

Los resultados del proceso de reintegración colombiano han llamado la atención de la comunidad internacional y se ha convertido en un referente mundial. Ejemplo de ello es que desde hace 2 años Colombia trabaja en un proyecto de cooperación con la República del Congo.

“Hemos incorporado muchos aprendizajes y buenas experiencias del proceso de reintegración de Colombia al nuestro. Estamos desarrollando una fase de cooperación en la cual va a haber una asistencia técnica entre ambos países y conjuntamente se van a establecer nuevas rutas y metodologías en reintegración y luego se va a desarrollar un piloto que implemente estos aprendizajes y la idea es que se puedan hacer réplicas y compartirse con otros países del mundo”, cuenta el profesor Ditend Yav Grevisse, Director del Programa Nacional de Desarme, Desmovilización y Reintegración (Pnddr) República Democrática del Congo.

El rol de las empresas
En el caso puntual del sector privado, la empresas pueden generar impactos positivos en las esferas relativas al desarrollo económico y la construcción de paz, a través de acciones y estrategias que trasciendan la filantropía y estén encaminadas a generar dinámicas de reconfiguración del tejido social, el desarrollo de capital humano y la generación de espacios de reconciliación.

“Hoy hay desmovilizados en empresas en todos los sectores. El apoyo más importante que puede dar el sector privado es el estratégico que hoy están dando con la campaña Soy Capaz, donde no solo ellas se han hecho la pregunta de qué son capaces, sino están tomando consciencia de que la paz la construimos todos y compartiendo es mensaje con el resto de la sociedad”, asegura el director de la ACR.

Según el directivo, en términos generales, la experiencia de las empresas con la contratación de desmovilizados ha sido positiva, ya que al final del día las personas no son muy distintas a cualquier otro empleado “hay unos muy buenos, otros no tanto, los normales y así es la vida empresarial”, dice Eder.

Igualmente destaca casos exitosos como el Grupo Éxito que ya ha empleado más de 250 desmovilizados en los últimos años y Bavaria con quienes han trabajado en la creación de negocios inclusivos, para que los desmovilizados se conviertan en proveedores de la empresa.

“Acá la cuestión no es si los desmovilizados pueden o no conseguir un trabajo, miles ya lo están haciendo. Lo más importante es que en Colombia nos demos cuenta de que la construcción de paz es un trabajo de todos los colombianos. Tenemos que perderle el miedo a qué es un desmovilizado, parar de rechazar a las personas que han dejado las armas. Ellos no son algo nuevo, llevan más de una década viviendo y trabajando entre nosotros. No los juzguemos por ser desmovilizados, sino por ser un bueno o un mal trabajador”, enfatiza el directivo.

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La herramienta tecnológica
Otra parte fundamental en el proceso es el SIR, sistema de información para la reintegración, una herramienta que fue donada por Microsoft en el año 2007 con la que es posible la gestión, la administración, la transparencia y la seguridad en la Ruta de Reintegración de personas desmovilizadas.

“Cuando vino a Colombia, Bill Gates firmó un compromiso para poderles donar la plataforma y que pudieran contar con una herramienta muy segura para manejar información muy sensible sobre todos los reinsertados y su proceso de reintegración“, señala Jorge Silva, presidente de Microsoft Colombia.

El SIR permite a la Agencia Colombiana para la Reintegración registrar toda la información de cada persona desmovilizada y por medio de esta puede hacerle seguimiento y medir su evolución dentro del proceso de reintegración.