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Competitividad: la tarea más urgente para Colombia

Aunque el país ha mejorado en varios pilares para ser más competitivo, debe trabajar en mercado laboral e innovación.

3 de diciembre de 2020

Hace varios años, el millonario estadounidense Warren Buffet hizo famosa la frase “cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”, para referirse a cómo las crisis sacan a flote las realidades económicas. Este año, esa sentencia viene como anillo al dedo luego de que el coronavirus dejara al descubierto las mayores dificultades que en materia de competitividad tienen Gobierno y empresas para sobrevivir a los cambios.

El Informe Nacional de Competitividad, divulgado esta semana por el Consejo Privado de Competitividad (CPC), puso el dedo en la llaga. Reveló que el país mejoró en 10 pilares, de los 12 que se analizan basados en la metodología del Foro Económico Mundial, pero retrocedió en dos: calidad de las instituciones y eficiencia de los mercados.

Sin embargo, Rosario Córdoba, presidente del CPC, agrega que el país enfrenta otras debilidades en temas como la baja innovación, la falta de sofisticación de productos y la inflexibilidad laboral, la cual ha propiciado una informalidad que hoy bordea el 60%.

La informalidad explica también los efectos perversos de la pandemia en el mercado laboral: la pérdida de millones de empleos y de billones en ingresos, que llevaron al país a tener uno de los desempleos más altos a nivel global.

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El informe también evidenció los grandes desafíos en calidad y pertinencia de la educación, y sacó a flote la enorme vulnerabilidad fiscal del país, cuyas finanzas tienen una alta dependencia de exportaciones mineroenergéticas. No se salvaron las empresas, que exhiben aún un bajo nivel de sofisticación y alta dependencia de ayudas.

La pandemia “nos agarró con poca competitividad y unos costos laborales muy altos”, reconoce la presidente del CPC.

Señala que otros países con mayores capacidades institucionales, sistemas de educación y salud efectivos y de calidad, así como mercados eficientes y flexibles, “no solo han estado en mejor condición para soportar el embate inicial de la pandemia; también para la reactivación, recuperación y adaptación a una nueva realidad” asegura.

Aunque Colombia ha tenido avances importantes en algunos frentes, mejorar la competitividad es una tarea que hoy luce más urgente que nunca.

Tres son las razones clave. Por un lado, la competitividad es la capacidad que tiene la economía de crecer de manera sostenible, para que toda la sociedad pueda beneficiarse. “Una economía competitiva es productiva e impulsa el desarrollo de largo plazo”.

En segundo lugar, se trata de un esfuerzo colectivo que se construye a partir del trabajo de todos: en un país competitivo todos tienen acceso a una mejor calidad de vida. Desde que una persona nace, tiene igualdad de oportunidades, educación y puede entrar a un mercado laboral formal: “Es la esencia de una sociedad”.

En tercer lugar, porque algunos determinantes –como calidad de las instituciones, infraestructura, conectividad, digitalización, capital humano o eficiencia en los mercados– llevan a que un país sea mejor o peor. Todas ellas son clave para el avance de la sociedad.

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Cómo nos fue

Desde 2007, el país hace un ejercicio juicioso para revisar y lanzar alertas sobre sus condiciones de competitividad. Aunque este año el reporte muestra mejoras, también revela que falta camino por andar.

Como la competitividad es un tema permanente, no hay que confiarse cada vez que el país sube un escalón, pues al tiempo otros países trabajan en el tema y pueden tomar ventaja. “En eso consiste el desarrollo empresarial”, dice Córdoba.

Entre los temas positivos que revela el último informe se destaca que el país ha avanzado en 10 pilares: infraestructura, adopción de TIC, ambiente macroeconómico, salud, educación y habilidades, mercado laboral, sistema financiero, tamaño de mercado, dinamismo empresarial, y capacidad de innovación.

Sin embargo, el Informe Nacional de Competitividad reveló que en dos pilares el país sigue estancado.

El primero es la eficiencia del Estado. Aunque allí se han dado algunos avances, aún falta mucho. Un ejemplo son las inequidades en materia de subsidios: Planeación Nacional encontró que el 50,5% de los recursos con los que se financian las pensiones va para el quintil más alto de la población.

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Como la institucionalidad es la columna vertebral del Estado, de su calidad y conexiones con la sociedad dependerá el éxito o fracaso de las políticas públicas. Esto explica la enorme correlación entre una buena política pública y la confianza en la sociedad o, por el contrario, la corrupción. “Ese es uno de los determinantes y el año pasado retrocedimos ahí. Ese es un camino en el que hay que avanzar”, dice la presidente del CPC.

El segundo pilar con fallas es la eficiencia de los mercados. Esta tiene que ver con la forma como funcionan los mercados de bienes y servicios, si hay subsidios, exceso de impuestos y, en general, todas las condiciones que impiden su correcto desempeño. Aunque hubo algunas mejoras, todavía los niveles del país son bajos.

¿Cómo mejorar tras la pandemia? Ocho son las recomendaciones del CPC.

Primero, garantizar la estabilidad fiscal, de manera que haya equilibrio macroeconómico y recursos necesarios para proveer bienes y servicios públicos, así como para atender las legítimas demandas sociales. Esto incluye reformar el estatuto tributario.

El segundo tema es trabajar en oportunidades de empleo de calidad, que generen ingresos y reduzcan la pobreza. Esto vuelve urgente una nueva ley laboral, que garantice seguridad social al trabajo por horas y una reforma al régimen de cesantías que sirva de base al seguro de desempleo.

La tercera recomendación es la protección a la vejez, que garantice ingresos a la población mayor, cobertura, equidad, sostenibilidad fiscal y financiera. Eso exige una reforma pensional.

Una cuarta es desarrollar habilidades que aumenten la productividad laboral.

La quinta, promover la sostenibilidad ambiental, para prepararse y adaptarse al cambio climático.

La sexta, garantizar instituciones estables y fuertes, para que se cumplan las reglas.

La séptima, mejorar la conectividad e infraestructura.

Finalmente, la octava recomendación es insertar a Colombia en las cadenas globales de valor, para sofisticar el aparato productivo.

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Aunque el informe número 14 del CPC muestra que Colombia ha avanzado, los retos son enormes. Porque el camino a la competitividad es de movimiento continuo.