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El 'primer jefe' de La Guajira fue el almirante José Prudencio Padilla, a quien consideran el libertador. Por eso la plaza mayor de Riohacha lleva su nombre, y no el de Bolívar. Hoy los nuevos jefes, los políticos, se disputan la gobernación. | Foto: SEMANA

ELECCIONES 2011

Los jefes de La Guajira (II)

Desde tiempos pretéritos, el departamento ha estado subordinado por los grandes patrones que han ejercido su poder. Hoy, dos dirigentes políticos se disputan ese poder, y el futuro de los habitantes, en buena parte, depende de quién resulte ganador.

26 de octubre de 2011

Mirando el mapa de Colombia de norte a sur, La Guajira es el departamento donde empieza el país. “Esta, la avenida de los estudiantes, es la primera avenida de Suramérica”, dice un joven de Riohacha que prefiere que le digan el ‘guajiro’ y que por estos días se gana la vida manejando una de las camionetas de la campaña de Bladimiro y acompañando las distintas comitivas que recorren el departamento.

Pero La Guajira es uno de los departamentos más olvidados desde el país central. Lo que allí sucede poco se conoce en Bogotá. Y en el departamento se sienten ignorados por los gobiernos que despachan desde la capital, pero asumen vivir así.

Porque La Guajira es uno de esos lugares de Colombia donde el que manda no es el Presidente de la República. Allí quien manda es el patrón, el jefe del departamento.
Y eso viene desde los años de la Independencia. La plaza principal de Riohacha no se llama plaza de Bolívar, ni tiene la estatua del Libertador. Se llama plaza Almirante Padilla, en honor al primer jefe del departamento.

“José Prudencio Padilla fue el verdadero libertador -afirma la tía María, hermana de un actual candidato a la asamblea del departamento-. Él ganó la batalla de Maracaibo contra las tropas españolas (24 de julio de 1823), que selló la independencia de Venezuela. Dio la orden a todos sus hombres de pelear desnudos para identificarse, y así darles machete a los que tenían ropa. Sólo sobrevivieron los desnudos”.

Años después de esa victoria (1828), dicen los libros de historia, el primer jefe de La Guajira resultó envuelto en un acto de traición. Y el propio Simón Bolívar, quizás contra su voluntad, se vio en la necesidad de ordenar su ejecución en la plaza de la Constitución de Bogotá.
 
El departamento de Padilla, desde entonces, ha pasado de mano en mano. Pero los patrones de La Guajira, sobre todo desde la época de la llamada bonanza marimbera, han ejercido su liderazgo por causas muy distintas a las que tuvo el almirante.

Con la mitad de su territorio casi despoblado, una larga costa sobre el mar, carretera hacia otros departamentos de la costa caribe y hacia Venezuela, La Guajira se convirtió, desde la década de los 70, en un lugar privilegiado para el comercio clandestino.

Y desde finales de los años 90 -según lo ha documentado el portal Verdadabierta.com-, los paramilitares tejieron alianzas con contrabandistas locales, algunas con facilidad y otras las impusieron a la fuerza. “Se sintieron como pez en el agua con autoridades, por lo general, ciegas frente al tráfico ilegal y mansas frente al poder ilegal dominante”. En ese ambiente se movieron los nuevos dueños del departamento, donde además, puertos como Bahía Portete, por sus aguas profundas, han sido rutas propicias también para el narcotráfico.

Esa es una cara de la moneda. La otra, la que está en juego en cada elección, es la de la administración de los recursos de la explotación minera.

El 70 por ciento de la economía de La Guajira se sustenta en la explotación de sal marina, las reservas de gas natural (producción de 500 millones de pies cúbicos de gas al día, en las estaciones Chuchupa y Ballenas) en Manaure, carbón lignito, turba y hulla en los yacimientos de los municipios Maicao, Albania, Hatonuevo Fonseca y Barrancas. También se encuentran la de canteras y la explotación aurífera en Dibulla. Y la producción de carbón de la mina a campo abierto de El Cerrejón, capaz de producir algo más de 31,2 millones de toneladas anuales.

‘Gualila’, un hombre mayor, cuida carros y hace otras vueltas en la zona del malecón, donde la gente va a rumbear a orilla del mar Caribe en Riohacha. La noche del banquete de Bladimiro lucía una camiseta naranja que tenía estampada la leyenda “Kiko Gómez, gobernador”.

“Es la camiseta de mi patrón”- dice ‘Gualila’ mientras se lleva una parte de la franela  para besarla con devoción. “Kiko ayuda mucho, le da trabajo a quien lo necesita. Ahora trabajo con él, porque mi primer patrón fue el ‘Santa’..., pero mejor me callo, estoy hablando mucho”.

El ‘Santa’. Así llama este hombre a Samuel Santander Lopesierra, el ‘hombre Marlboro’, una de las leyendas del contrabando de la costa caribe, que construyó un imperio de comercio, poder y relaciones que lo llevaron a convertirse, en 1994, en uno de los senadores con mayor votación en el norte del país. Llegó a ser tan popular y poderoso, que incluso intérpretes vallenatos afirmaban “Santa Lopesierra, orgullo de La Guajira”.

Pero el ‘Santa’, el primer patrón de ‘Gualila’, fue capturado en octubre del 2002 y extraditado a Estados Unidos en agosto del 2003. Allí, un juez del Distrito Federal de Columbia en Washington lo condenó a 25 años de prisión, tras encontrarlo responsable de hacer parte de una red que exportó más de 2.000 kilos de cocaína a Estados Unidos.

En el malecón aparece Gustavo y saluda a ‘Gualila’ sin problema. A pesar de que lleva una camiseta blanca que dice “Bladimiro gobernador 2012-2016”, pues su jefe es el rival del patrón de ‘Gualila’.

Gustavo es un hombre acostumbrado a llegar con 50.000 pesos a la casa. No importa de dónde los saque ni qué tenga que hacer para ello. En el malecón atiende y ofrece, al igual que ‘Gualila’, cualquier antojo de los turistas.
 
Ahora está en campaña y dice que si Bladimiro llega a la gobernación, serán cuatro años de “buena vida para todos”.

Pero Gustavo, aunque es optimista, sabe que las elecciones no están ganadas. “El problema -dice- es que los indígenas no saben votar”.

Y es que la proyección estimada por el Dane para el 2011 señala que el censo poblacional de La Guajira es de 846.609 habitantes, y casi el 48 por ciento de esa población corresponde a indígenas wayúu.

Según el censo electoral, en La Guajira hay 483.435 ciudadanos aptos para votar, 247.719 son mujeres y 235.716, hombres. Y aproximadamente, 180.000 serían indígenas.

Los wayúu habitan principalmente la alta Guajira, y aproximadamente se han desplazado por la violencia paramilitar a Maracaibo, en Venezuela.

Y la preocupación de Gustavo es que el potencial electoral de los wayúu puede ser determinante para el resultado de las elecciones. Más aún cuando en los numerosos caseríos y rancherías la campaña es desigual. Pues la publicidad política de Bladimiro Cuello se concentra exclusivamente en el perímetro urbano de Riohacha. Pues basta coger carretera hacia el norte, por Uribia hasta el Cabo de la Vela, para comprobar que ese es territorio del contendor.

Incluso, en mensajes desafiantes, muchas rancherías wayúu tienen inscripciones en pintura color naranja con la intimidante frase “Territorio K.G.” (ver foto), haciendo alusión a que esos son terrenos de Kiko Gómez.

Gustavo dice que Kiko Gómez “no es el hombre que le conviene a La Guajira”, y cuando se le pregunta por qué, prefiere calla, o sólo decir “porque todo el mundo sabe quién es él”.

(Continúa: Ver artículo "Un pasado que no perdona")