Salud
Bruxismo infantil en aumento: la alarma silenciosa que está desgastando la sonrisa de miles de niños
El estrés, el exceso de pantallas y los cambios emocionales están disparando el rechinar de dientes en los más pequeños, un hábito que puede provocar daños permanentes si no se detecta a tiempo.
Sígale el pulso a la salud en Discover: información sobre bienestar, investigación y tendencias

El bruxismo infantil, el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, está registrando un preocupante incremento mundial. Especialistas advierten que si bien puede parecer inofensivo en los primeros años de vida, su persistencia puede causar lesiones dentales, dolor facial y alteraciones en la mandíbula.
El estrés y el bruxismo infantil
El bruxismo infantil es un hábito silencioso, pero común entre los 6 y 10 años, especialmente en la etapa de recambio dental, y pueden empezar a apretar o rechinar los dientes sin darse cuenta.
En la mayoría de los casos ocurre durante la noche y pasa desapercibido hasta que los padres escuchan un sonido incómodo o notan desgaste en las piezas dentales.
Aunque muchos pequeños lo desarrollan como parte natural de la dentición, en otros puede ser una señal temprana de estrés y ansiedad.
Las manifestaciones emocionales juegan un papel central. Situaciones como comenzar el preescolar, el nacimiento de un hermano, dormir solos por primera vez o enfrentar episodios de irritabilidad o miedo pueden desencadenar esta respuesta.
Durante una entrevista con el Dr. Jairo Quintana, odontólogo colombiano con más de 25 años de experiencia, pionero en odontología digital en Colombia y referente en Latinoamérica y Estados Unidos, el especialista destacó que comprender el origen del bruxismo infantil es fundamental para intervenir a tiempo.

¿Qué dicen los expertos?
El bruxismo, según explican los expertos, funciona como una vía de escape involuntaria del sistema nervioso, que busca liberar tensión acumulada mientras el niño duerme.
Incluso la hiperactividad puede ser un detonante, pues los menores con mayor energía o dificultad para autorregularse tienden a presentar episodios más frecuentes.
El desgaste del esmalte, la fractura de piezas dentales, la sensibilidad, la inflamación de encías y la aparición de trastornos en la articulación temporomandibular están entre las complicaciones más comunes, de acuerdo a lo que dice el Dr. Jairo Quintana.
El bruxismo en los niños puede ser funcional y pasajero. Pero cuando aparecen dolores musculares, chasquidos o bloqueos de la mandíbula, el cuadro exige atención odontológica inmediata.
En los últimos años, la odontología digital ha transformado por completo la forma en que se diagnostica y trata esta condición.
Para el Dr. Quintana, esta evolución representa un salto decisivo en la precisión, la comodidad y la eficacia de los tratamientos.
Herramientas como los escaneos intraorales permiten crear férulas altamente personalizadas, ajustadas a la anatomía exacta de cada niño, evitando molestias y mejorando la adherencia al tratamiento.
A esto se suma el uso de inteligencia artificial, que permite anticipar patrones de desgaste y detectar microfracturas antes de que se conviertan en lesiones mayores.
El tratamiento del bruxismo infantil no se limita al ámbito odontológico. Crear rutinas de relajación antes de dormir, como escuchar música suave, leer cuentos o llevar a cabo ejercicios de respiración, puede ayudar a reducir la tensión.
Para los casos más complejos, la fisioterapia especializada y los tratamientos con láser se han convertido en aliados fundamentales. El uso de láser en la articulación temporomandibular y en zonas neuromusculares faciales ayuda a relajar la musculatura, reduce la frecuencia del rechinamiento y mejora la calidad del sueño. Según el Dr. Quintana, “la combinación entre tecnologías innovadoras, acompañamiento psicológico y un diagnóstico oportuno es la clave para evitar daños irreversibles”.
El llamado para los padres es firme y urgente: los niños sí pueden dañar tanto su dentadura temporal como la permanente si el bruxismo no se atiende a tiempo.
Observar cambios emocionales, limitar el tiempo frente a pantallas, promover hábitos saludables y consultar a un profesional especializado son pasos esenciales para proteger la salud bucodental de los más pequeños.


