CLAUDIA VARELA

Simplemente algo así

Amo el sol. Amo la energía que da la luz y el brillo del verde en un atardecer naranja. Estaba en una de esas tardes donde era más un poema, o un buen libro lo que me haría el día. Me encontré varias lecturas navegando en mis temas favoritos.

Claudia Varela, Claudia Varela
18 de agosto de 2019

Al lado de una copa de vino pasando lecturas y sonriéndole a los rayos naranja, morí de risa y curiosidad ante este titulo en Harvard Business Review, Why do so many incompetent men become leaders? (Por qué tantos hombres incompetentes llegan a ser líderes). 

En este caso no me interesó mucho el lenguaje incluyente. Creo que hay un mayor número de incompetentes masculinos en posiciones altas porque las mujeres tienen que probar 100 veces más que pueden hacer las cosas, o sea probabilísticamente es más difícil que puedan colarse. Sencillo y simple como eso.

Sin embargo, el artículo empezaba mostrando los tres paradigmas por los cuales hay subrepresentación de las mujeres en la Dirección:  1. No son capaces, 2. No están interesadas 3. Hay capaces e interesadas, pero no rompen su techo de cristal. Resaltaba cómo los conservadores prefieren la primera, los liberales y feministas la tercera y los que están en la mitad elegían la segunda.

El autor explicaba que las personas tienden a confundir la confianza con la real habilidad. En otras palabras consideraba que la única diferencia que los hombres tienen como líderes sobre las mujeres es la arrogancia, y en paralelo estas manifestaciones de autoseguridad en los hombres son leídas como carisma y encanto.

Nuevamente se metía con Freud. El autor explicaba cómo los grupos buscan líderes con las falencias que ellos tienen para seguirlos. Y en últimas decía que en todas partes del mundo los hombres piensan que son más inteligentes que las mujeres. Este exceso de autoestima los lleva más a proyectar, a llegar convencidos y al final a quedarse con las posiciones de liderazgo.

Pero la historia no termina ahí. Ya iba por mi segunda copa de vino tratando de entender por qué he conocido tantos incompetentes en posiciones exitosas, seguí leyendo feliz y a medida que avanzaba empecé a ver las caras de aquellos personajes que he conocido y que no se merecían la silla que tenían.

El autor de este texto que resultó siendo un libro y no un artículo, hablaba de que lo mismo que los hace subir por su arrogancia y buena venta inicial es lo que los hace caer. Me llamó mucho la atención cuando acotaba que las características que de manera mística hemos tenido sobre el concepto de líder pueden ser desórdenes de personalidad como narcisismo, psicopatías, histrionismo o personalidades maquiavélicas.

Es increíble. Casi acabo con la botella. Recordé a un personaje absolutamente falto de habilidades duras. Poco pensamiento estratégico, pobre en discusiones y muy malo liderando. No llegaba a los objetivos y era tan arrogante que a nuestra reunión de evaluación de desempeño (tuve la suerte de que fui su jefe) llegó con colores de semáforo para mostrar cómo iban sus resultados. Casi toda la hoja estaba llena de rojos, su real desempeño era desastroso. Pero su narcisismo tan alto que terminó diciendo que yo tenía algo personal contra él. Leyendo esto me pregunté si la cosa hubiera terminado diferente si yo fuera hombre.

Este libro de Tomas Chamorro-Premuzic me llevó a entender que los líderes definitivamente están cambiando. Hay algunas industrias que se rigen aún por esquemas muy conservadores, pero hoy el liderazgo debe ser inspirador, que entienda las tendencias, las diferencias y que no solo promueva los egos y las personalidades lanzadas pero disfuncionales.

Quisiera alguien simple y genuino. El que sueña despierto, el que busca ser buena onda, el que entiende que una silla de líder tiene un propósito mas allá del dinero. Como en el clásico de Coldplay (Memories do not open) Something Just like this…  sin superpoderes, alguien terrenal que nos acompañe en el propósito.