Bogart y Bergman, un amor sin final feliz, en medio de la guerra, en una película que tiene una vida paralela. | Foto: AP

CINE

Casablanca: setenta años de amor, citas y malentendidos

La famosa cinta hollywoodense, con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, cumple setenta años y deja tras sí toneladas de citas reales e irreales, y uno que otro error de construcción.

Alianza BBC
27 de marzo de 2012

La famosa cinta hollywoodense cumple setenta años, con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en una historia de amor que no se consuma, y que deja tras sí toneladas de citas reales e irreales, y uno que otro error de construcción.

Warner Brothers no se restó a la celebración y lanzó al mercado estadounidense una edición de Casablanca que incluye dos documentales inéditos: "Casablanca: un clásico improbable" y "Michael Curtiz: el mejor director desconocido".

Los títulos de estos materiales aluden a una especie de vida paralela que ha desplegado Casablanca, desde que ganara el Oscar a la mejor película, a la mejor dirección y al mejor guión, tras su estreno en Nueva York, el 26 de noviembre de 1942.

Nótese que ninguno de los personajes, cuya actuación ha resultado entrañable para varias generaciones de cinéfilos, ganó el Oscar al mejor actor.

Como si de un texto de Shakespeare se tratara, el Instituto Estadounidense del Cine (AFI, por sus siglas en inglés) cita los diálogos de Casablanca una media docena de veces al referirse a los mejores parlamentos cinematográficos.

Curiosamente, el público cree recordar y cita líneas de diálogo que no están en la película.

Lo que se dice y lo que no

En la historia, Rick Blaine es un exiliado estadounidense, un exluchador social que alguna vez creyó en las grandes causas, que regenta un club nocturno en la ciudad marroquí de Casablanca, bajo tutelaje del gobierno francés de Vichy, en plena Segunda Guerra Mundial.

El escéptico Rick queda en posesión de dos documentos de tránsito.

Estos pueden proporcionarle movimiento ilimitado al luchador antifacista Víctor Laszlo y su mujer, Ilse, quienes acaban de llegar a la ciudad magrebí.

Sólo que Ilse fue, años antes, amante de Rick, en París, y no concurrió al rendez-vous para marcharse juntos, al comienzo de la guerra.

Tras su tortuoso reencuentro en Casablanca, Rick se despide definitivamente de Ilse con el famoso "siempre tendremos París", frase utilizada por generaciones de espectadores para reflejar conformidad frente a un pasado feliz perdido.

Segundos más tarde, en la misma escena final de la película, después de haber entregado a Laszlo e Ilse los documentos de tránsito para que aborden el avión que los llevará a Europa, y después de ultimar al mayor nazi Strasser, Rick se aleja con el capitán Renault, corrupto jefe de policía francés, y le espeta el conocido: "Louis, creo que éste es el comienzo de una hermosa amistad".

Pero, sobre todo, la película es citada por una frase emblemática que nunca existió.

La famosa frase "tócala otra vez, Sam", supuestamente en labios de Rick, que le exige a su pianista que toque "As time goes by", la canción por la que ambos amantes se recordaban, jamás se dice en la película.

La confusión parece provenir de una película de Woody Allen, de 1972, "Tócala otra vez, Sam" (conocida como "Sueños de un seductor" en España), en la que el protagonista recibe consejos para conquistar mujeres de parte de un imaginario Humphrey Bogart.

Salvoconductos letales

Casablanca es recordada como una película de amor en tiempos de guerra, donde la renuncia del héroe a la antigua amante que regresa a su vida lo transforma desde descreído regente de un tugurio a activo luchador antifascista.

El arco de transformación del personaje y su inesperada decisión de sacrificar sus propios afectos en virtud de una causa mayor, consiguen mantener esa "suspensión del descreimiento" con que el espectador se sumerge en el mundo de Casablanca.

Pero pese a ser considerado por muchos como un guión ejemplar, la película contiene flagrantes errores de continuidad, tales como el nudo diferente de la corbata de Rick, en la escena en que éste se encuentra con Ilse en el bazar.

Pero no es el único. Pocos se percatan de que el impermeable de Rick aparece mojado antes de entrar a la estación parisina y seco cuando está dentro.

Peor aún: en la escena en que Rick mata al mayor Strasser, este aparece con charreteras en el uniforme, sin charreteras segundos después y vuelve a recuperar el símbolo de su dignidad militar al momento de caer al suelo.

Ninguno de estos errores de continuidad se compara con los implausibles salvoconductos que, supuestamente, les permitirán movimiento irrestricto en Europa a Ilse y su marido.

Estos están firmados por el derrotado general Charles de Gaulle, a la sazón exiliado en el Reino Unido, cuya firma, en esos momentos, no valía siquiera el papel en que estaba estampada.

Esto no impidió que el sindicato de guionistas de Hollywood ungiera al libreto de Casablanca con el titulo de mejor guión de la cinematografía, por encima de "El Padrino" o "Citizen Kane."

Y quizás tampoco impida que surja entre "Casablanca" y las nuevas generaciones "el comienzo de una hermosa amistad".