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SALUD

El uso del cigarrillo electrónico, un debate encendido

Estos productos se están popularizando como opción para dejar de fumar y aunque son una manera menos dañina de consumir nicotina, no son cien por ciento seguros.

2 de junio de 2016

Este 31 de mayo se celebró el Día Mundial Sin Tabaco, una conmemoración en la que campañas en pro del abandono y la prevención del hábito de fumar se extendieron por el mundo. En Colombia, este año la fecha tuvo como centro de discusión el cigarrillo electrónico.

Estos aparatos funcionan con baterías y producen vapor y no humo como el del cigarrillo normal. Dicho vapor se exhala gracias al calentamiento de líquidos que contienen sustancias como glicerina, agua, glicol de propileno, saborizantes y niveles graduables de nicotina. Este instrumento no contiene alquitrán de tabaco, que es uno de los principales cancerígenos del cigarrillo, pero algunas marcas sí incluyen sustancias tóxicas como el formaldehído en sus dispositivos.

Estos sistemas electrónicos se han vuelto muy populares entre algunos fumadores y exfumadores que quieren dejar el hábito y para ellos es una opción efectiva de lograrlo. Solo en Estados Unidos su uso ha crecido de manera significativa, pues entre 2013 y 2015 este aumento fue de 90%.

La ventaja de los cigarrillos electrónicos en la lucha contra el tabaquismo es que son una forma menos dañina de darle al cuerpo nicotina, que es la causante de la adicción al tabaco. “Los uso para suplir una necesidad y porque no son tan nocivos. Además puedo nivelar qué tanta nicotina quiero absorber”, afirma Mónica Mora, consumidora de estos vaporizadores.

Sin embargo, en Colombia varias las organizaciones ven con preocupación el uso de los cigarrillos electrónicos. El Instituto Nacional de Cancerología resume su preocupación en tres puntos. El primero es que al no estar regulados, no hay claridad con respecto a los efectos que pueda tener el cigarrillo en la sociedad. “Se vende al público con la etiqueta de que puede ayudar a disminuir el consumo de tabaco, pero no hay estudios contundentes para probarlo”, dice Yolanda Marín, del grupo de políticas y movilización social del Instituto Nacional de Cancerología.

Además no se sabe qué riesgos tengan para usuarios y no usuarios. El vapor produce sustancias químicas potencialmente peligrosas que pueden ser inhaladas por los demás si se permite usar estos vaporizados en sitios públicos. El tercer punto está relacionado con la aplicación de las políticas antitabaco del país, como la Ley 1335 y el Convenio Marco Antitabaco, un tratado internacional para regular, entre otras cosas, la publicidad, la promoción y el patrocinio de estos dispositivos a fin de proteger a niños y adolescentes. Según Marín, “preocupa mucho que estas políticas que ya se implementaron empiecen a ceder terreno frente al cigarrillo electrónico”.

Otro de sus temores es que la introducción de estos cigarrillos entre adolescentes sea la puerta de entrada al consumo del cigarrillo común. “El tabaco está relacionado con más de 20 tipos de tumores, el 80 % de los cánceres de pulmón están relacionados con el hábito de fumar, activo o pasivo”, afirma Carlos Castro, director científico de la Liga Colombiana Contra el Cáncer.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el aerosol exhalado por quienes utilizan cigarrillos electrónicos contiene compuestos tóxicos, aun cuando los niveles de emisión sean más bajos que los del cigarrillo convencional. La OMS señala que el uso de estos vaporizadores puede ayudar a que los adictos al cigarrillo dejen de fumar, sin embargo, recomienda que se usen otros tratamientos ya aprobados, como por ejemplo los parches, pues no existe aún evidencia científica sólida que permita demostrar que los cigarrillos electrónicos  contribuyan a dejar este hábito.

El uso de estos aparatos electrónicos para fumadores en países como Estados Unidos ya está regulado; allí recientemente se dispuso que estos no se pueden vender a menores de edad y se exige identificación a menores de 26 años. Pero en el Reino Unido se han considerado una buena forma de combatir la adicción al cigarrillo convencional y de hecho promueven su uso. En Colombia, los congresistas aún tienen pendiente el debate del proyecto de ley 130 del 2015 para regular la comercialización de estos sistemas electrónicos de administración de nicotina. Sólo falta una discusión para que estos aparatos entren en la ley que regula al cigarrillo convencional.