salud mental

Ira, miedo y resentimiento: el lado bueno de las emociones negativas

Aunque la frustración y los sentimientos negativos se ven como problemáticos, según el médico psiquiatra José A. Posada Villa* la ciencia sugiere que pueden ser benéficas.

22 de agosto de 2019

La ira, el miedo, el resentimiento, la frustración y la ansiedad son estados emocionales que muchas personas experimentan con relativa frecuencia.  La cuarta parte de la población sufre por estas emociones negativas en un momento dado, según algunos estudios.

Muchos las intentan reprimir, algo comprensible si se tiene en cuenta que están diseñadas para hacer sentir malestar. En efecto todas pueden provocar estrés. Además, las investigaciones sobre el tema han demostrado que afectan más las emociones negativas que las positivas. El dolor emocional es más contundente que el placer, y la ansiedad, más que la esperanza.

Pero sentirse mal puede ser indicio de un problema que necesita atención. Además suprimirlas es muy difícil y las  personas que luchan de manera consciente contra este tipo de emociones las perciben más, e incluso, si intentan reprimirlas a voluntad, ellas siguen actuando con fuerza a nivel inconsciente.

Aunque sean vistas como emociones que se deben evitar, ignorar o rechazar, en realidad también pueden ser buenas. La idea es administrarlas sin negarlas, y hay múltiples razones para esto. Cada emoción es simplemente una respuesta a los eventos que ocurren a nuestro alrededor y todas las emociones son igualmente importantes.

Tanto las emociones que se perciben negativas como positivas, son clave en los procesos de aprendizaje. Cuando se siente alegría, satisfacción, placer, o por el contrario dolor, miedo, vergüenza o asco, estos sentimientos ayudan, bien sea a mantener comportamientos saludables o a evitar problemas y sufrimiento.

Por eso la idea de que nunca deberíamos sentir emociones negativas es terriblemente engañosa. Los investigadores han encontrado que las personas que regularmente intentan resistir las emociones llamadas negativas, tienen más probabilidades de sufrir trastornos del estado de ánimo en el futuro que quienes las aceptan.

Las quejas de individuos con emociones negativas con frecuencia se interpretan como que estas personas sufren de trastorno mental. En el ejercicio profesional se identifica cada vez con mayor frecuencia  altibajos de las emociones normales de la vida, pero estos no son criterios para hacer un diagnóstico de problema o trastorno mental. Es necesario dejar de psicopatologizar la vida normal y hacer un análisis crítico a esta situación.

Estos problemas surgen en alguna medida de la poca alfabetización en el tema de la salud mental y, por otro lado, de la percepción poco realista sobre los estados emocionales normales que surgen al enfrentar los desafíos de la vida.

Este es un asunto fundamentalmente cultural que se ha convertido en una etiqueta diagnóstica. Varios factores pueden estar creando esta confusión.

Primero, la mayor percepción pública de que estar bien significa solo tener sentimientos positivos, cosa que se ha vuelto el discurso social sobre la salud mental. Por supuesto, cuando la medida de la salud es simplemente sentirse bien, las emociones aparentemente negativas se convierten en un indicador de malestar. En la cultura occidental, el bienestar se persigue comúnmente acumulando y maximizando efectos positivos. Por lo tanto, las emociones negativas a menudo se pueden considerar como no deseadas y evitadas.

En segundo lugar, se ha vuelto de moda el uso de palabras que identifican trastornos mentales para describir estados emocionales normales. Un ejemplo de esto es la etiqueta de depresión, para referirse a todas las emociones negativas y que produce tanta confusión. Ahora, palabras como tristeza, desilusión, descontento, desmoralización e infelicidad se agrupan bajo el diagnóstico de depresión.

Esto incluye también la expresión salud mental, que puede significar tanto la salud como el trastorno mental. No existe tal confusión en otras áreas de la medicina. Nadie confunde, por ejemplo, pediatría con puericultura.

Manejar las emociones se trata más de aceptar el hecho de lo que estamos sintiendo y determinar por qué nos sentimos así. La aceptación no significa estar resignado a una situación estresante y negativa. En ocasiones es necesario aceptar la muerte de una persona, pero no es aceptable un trato injusto y hacerlo podría afectar la salud mental.

Intentar vivir una vida feliz no se trata de negar las emociones negativas o pretender sentirse alegre todo el tiempo. Todas las personas enfrentan la adversidad y es completamente natural sentir ira, tristeza, frustración y otras emociones de este tipo como resultado. Sugerir lo contrario sería negar parte de la condición humana.

Los diferentes tipos de emociones tienen que equilibrarse unas con otras teniendo en cuenta cada contexto, pero todas ellas son necesarias para el crecimiento físico, mental y social. Por tanto, no es bueno dejar de utilizarlas como herramienta para el aprendizaje.

* Grupo de Investigación Nuevas Perspectivas en Salud Mental, UCMC