Expedición por el Río San Juan. Noviembre de 2005. Comunidad indígena Wounaan en Puerto Olave. | Foto: León Daría Peláez

SALUD

“Nadie sabe de qué se están muriendo los niños indígenas en el Bajo Baudó”

Luis Murillo, defensor regional del Chocó, dice que en una semana cinco menores han muerto. El ministerio de Salud envió a un equipo, pero todavía no se ha confirmado la causa. El INS advierte que es pronto para hablar de epidemia.

31 de enero de 2020

El pueblo indígena Wounaan, que habita en el corregimiento Buenavista, de Bajo Baudo, Chocó, atraviesa una situación crítica. Varios de sus líderes denuncian que, al menos, cuatro niños fallecieron en el transcurso de la última semana, y un menor de sólo meses, murió hace dos días mientras era atendido por una brigada de emergencia. 

Según aseguró a SEMANA Luis Murillo, defensor regional del Chocó, el primer caso fue notificado el pasado 23 de enero y hoy hay al menos 100 más que presentan síntomas como diarrea, vómito y deshidratación. Hasta el momento se desconocen las razones que están provocando la enfermedad. Sin embargo, de acuerdo con Murillo y las primeras versiones de la Secretaría de Salud del Chocó, estarían relacionadas con las malas condiciones de salubridad del agua y el grado de desnutrición de los menores. 

Un hecho que agrava la situación son las difíciles condiciones de acceso a la zona. Buena Vista queda a seis horas en lancha de la cabecera municipal, pero además está ubicado en un territorio de conflicto, lo que hace aún más difícil que se movilicen los miembros de la comunidad y las brigadas de salud que intentan atender la emergencia. 

“Buenavista es un corregimiento de más o menos 1.500 personas. Cuando los ríos están secos no se puede subir, pero además los costos de movilidad son muy altos. Se necesita tener combustible y motores fuera de borda para atender una emergencia de estas con prontitud”, dice a SEMANA Lino Membora, vocero de las comunidades indígenas de Chocó.

Para él tampoco puede esconderse la realidad de la violencia que vive el departamento, y que empeora en gran medida este tipo de emergencias de salud. “La situación de orden público cada día es más difícil, muchas de las comunidades están confinadas. Eso dificulta la caza, la pesca y el trabajo de campo normal del que viven estas poblaciones. Repercute, por ejemplo, en la falta de alimentación”, agrega. 

Membora y Murillo coinciden en que, tras la alarma, hace unos días llegó a la zona una brigada de salud. En efecto, “están intentando identificar los riesgos del ambiente, como el origen hídrico, pero hasta ahora nadie sabe de qué se están muriendo los niños”, explicó el defensor Murillo. 

De acuerdo a Membora, la brigada que llegó a la zona es de la IPS, pero el equipo del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud, no había hecho presencia en la zona hasta el pasado 30 de diciembre. “El secretario de salud del departamento dice que va a entrar una comisión para verificar lo que está pasando allá, pero llegaría hasta el sábado”, dice. 

Por estos días circulan muchas noticias sobre la posible infección e incluso algunas indican que se trata de una nueva epidemia. Al respecto, el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud piden manejar el término con cautela pues hasta el momento, como lo anunció la cartera de forma anticipada, sólo hay alerta de epidemia de dengue en algunas zonas del país.  

En realidad se sabe poco de la infección, pero se espera que en los próximos días las brigadas de emergencia lleguen del campo con los resultados. Lo que sí está claro es que no es la primera vez que la denuncia ocurre en la zona. En 2018, varias comunidades de la región, específicamente en Unión-San Cristóbal, Taparalito y Marcial, también denunciaron que sus niños estaban muriendo de una enfermedad gastrointestinal parecida. 

Mientras las autoridades resuelven la emergencia, los líderes hacen un llamado al gobierno para resolver las precarias condiciones de atención en salud de la zona. “Buenavista es una comunidad, que por su tamaño, es el primer corregimiento del Bajo Baudó, debía tener un puesto de salud bien dotado, con al menos un médico o una enfermera, pero no lo tiene. Esas son las exigencias que hacen las comunidades indígenas del sector. La IPS atiende con brigadas temporales, hacen solo una o dos al año, pero no es suficiente. Hay un claro abandono”, dice Membora.

Membora dice que también ha recibido información de que en Juradó, otro municipio del Chocó ubicado en la costa Pacífica norte y que limita con Panamá, hay registros de una enfermedad similar. “Me encontré con el secretario departamental y me dijo que hay síntomas en niños similares, con una especie de granos en la piel. De esto hay videos e imágenes pero no estamos seguros de qué se trata: si es por consumo de alimentos en descomposición o agua contaminada, aspersión aérea u otra cosa”, concluye.