Un tercio de los pacientes con trasplante de riñón no toman sus medicamentos contra el rechazo al implante | Foto: Archivo

SALUD

El peligro de no tomarse los remedios como toca

Muchos piensan que faltar al tratamiento farmacológico es un asunto inofensivo pero esta costumbre podría afectar más que incluso la misma enfermedad.

19 de abril de 2017

Cuando un médico receta un medicamento pueden pasar muchas cosas: que el paciente olvide tomar la pastilla a la hora que es, o lo suspenda porque se sintió mejor, o simplemente que prefiera seguir el consejo de sus amigos y adopte un remedio casero. A esto se le conoce como la no adherencia a las terapias médicas y es un hábito que está aumentando, al punto que muchos lo consideran una epidemia. Según un estudio publicado en Annals of Internal Medicine cerca del 50 por ciento de las medicinas recetadas para tratar enfermedades crónicas no se consumen de acuerdo a la prescripción médica. Según los autores del trabajo, se calcula que esta falta de adherencia causa el 10 por ciento de hospitalizaciones y unas 125.000 muertes solo en Estados Unidos.

El diario The New York Times publicó recientemente que un tercio de los pacientes con trasplante de riñón no toman sus medicamentos contra el rechazo al implante y que el 41 por ciento de quienes han sufrido de ataque cardiaco no toma sus medicamentos para la presión arterial. Asimismo, la mitad de los niños con asma o bien no utilizan sus inhaladores o los usan de manera intermitente.

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Por el contrario, adherirse significa cumplir con lo prescrito por un profesional de la salud: los medicamentos recetados, la dosificación y el tiempo indicado. Se trata de que “seguir las recomendaciones establecidas en la prescripción, es decir tomarse el medicamento en la cantidad indicada y a la hora indicada”, explica Carlos Maldonado, presidente de la Asociación Colombiana de Farmacovigilancia.

Aunque parece sencillo seguir las indicaciones, en la vida real esto no sucede por múltiples factores. Entre los más comunes está que la administración de la medicina no es fácil o que sabe feo. A esto se suma la aparición de efectos adversos y la precaria  relación entre el profesional de la salud y el paciente que impide una buena educación sobre las terapias. “El paciente y su cuidador no son conscientes de la enfermedad y el impacto de esta. Por ejemplo, muchas veces algunas patologías aparentemente no presentan dolor” dice Maldonado. Y al no sentirse enfermos “no cumple fácilmente la prescripción”- Añade que es importante la concientización sobre la responsabilidad que se debe tener basado en la enfermedad. También influye en esta problemática la dificultad de acceso del sistema de salud. 

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La consecuencia principal de la no adherencia a un tratamiento es que el medicamento deja de tener efectividad.  Al hacerlo el paciente queda expuesto a sufrir fácilmente de recaídas y complicaciones de los síntomas. Incluso este problema podría llevar a la muerte porque la dolencia no está bajo control. “No vamos a lograr el objetivo y la enfermedad puede complicarse, no se estabiliza y en el caso de antibióticos se puede generar resistencia”, explica Maldonado. Las finanzas del sistema de salud también salen afectadas pues la no adherencia va a generar efectos adversos que tienen que ser atendidos, “estos son costos grandes porque no solo afectan al paciente, a su familia, sino a toda sociedad”, añade el experto.

Aunque las consecuencias de no adherirse al tratamiento son cien por ciento prevenibles,  la solución del problema no es fácil de encontrar porque la diversidad de razones por las cuales el paciente deja su medicamento a un lado. Los especialistas tienen clara esta falta de consistencia en los tratamientos y por esta razón la industria farmacéutica le apunta a  combinar en un solo medicamento múltiples fármacos combinados para que el consumo y la dosificación sean más sencilla.

Asimismo, se hacen esfuerzos para que los médicos hagan seguimiento remoto a sus pacientes. Otra estrategia para cambiar esta situación es que los pacientes y cuidadores se eduquen sobre sus tratamientos. “Se podría implementar un consultorio del farmacéutico clínico, que es un área que está en desarrollo, pero que tendrá mucho impacto positivo porque será el espacio para explicar con detalles los tratamientos y que haya una sola interpretación de la prescripción médica”, dice Maldonado,.

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Pero el mayor compromiso debe venir del paciente. Si bien olvidar la pastilla es un problema común, no cuesta poner un recordatorio en el celular o tener estrategias que faciliten la adherencia de modo que tomarla se convierta en un hábito. Pero como explica Maldonado, nada de esto servirá si los actores de la salud no generan un plan en atención primaria basado en el seguimiento farmacoterapéutico y la educación al paciente.  

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