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Salud a domicilio

La visita a los enfermos en casa es uno de los servicios más interesantes que ofrecen las compañías de medicina prepagada.

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21 de mayo de 2001, 12:00 a. m.

Hasta hace unos 50 años las familias contaban con médicos de cabecera que visitaban a los enfermos en sus casas. Pero luego, con el auge de los médicos especialistas en detrimento del general, el aumento de la población y de las distancias en las ciudades, esas consultas a domicilio fueron cada vez más esporádicas. Al mismo tiempo, el auge del consultorio privado y el aumento del trabajo de los médicos en los grandes hospitales hicieron que se invirtieran los papeles: ahora era el enfermo el que se desplazaba hasta la oficina de su médico y lo aguardaba pacientemente.

La costumbre de ser visitado por el doctor se perdió por completo y sólo se mantuvo en casos muy concretos de enfermos terminales o crónicos. Entonces, las personas que padecían cualquier problema por sencillo que fuera —diarrea, dolor lumbar o una simple gripa— empezaron a tener muy pocas alternativas: llamar a la botica y ser recetado por la persona que contestara el teléfono; ir a urgencias y ser atendido después de que se trataran los casos más graves, o acudir a consulta externa, en la que una cita puede demorar hasta cuatro días, para cuando seguramente el mal que lo atormentaba ya había desaparecido.

Pero todo indica que esta vieja costumbre del médico en casa ha vuelto a revivir. La gran mayoría de planes de medicina prepagada están incluyendo entre sus servicios la atención médica a domicilio y la acogida ha sido enorme debido a que las ventajas para el paciente son palpables. De acuerdo con los expertos, una consulta en casa puede costar alrededor de 20.000 pesos con un plan de medicina prepagada. En la clínica la atención costaría el doble. “Pero no sólo es más barato sino que el paciente se evita el traslado y hacer una cola durante horas por algún problema que no lo justifica”, dice Juan Carlos Corredor, asesor comercial de Cafesalud. En efecto, el cálculo aproximado de lo que demora el médico en atender al paciente a domicilio es de 50 minutos. Además el servicio se presta 24 horas y los médicos que acuden son generales pero están entrenados en este tipo de urgencias domiciliarias.

Para el sistema de salud también representa un alivio pues se descongestionan las unidades de urgencias de casos no tan relevantes. Para nadie es un secreto que las urgencias se han copado con pacientes que no están tan graves y cuyos síntomas se podrían controlar en casa con cierta asistencia profesional. Pero además de eso se ahorran los costos de exámenes. Según Jairo Díaz, director de Adom, empresa que ofrece servicios médicos en el hogar, está comprobado que un paciente que va a urgencias se somete a muchos más exámenes diagnósticos que les cuestan mucho dinero al sistema de salud y al propio paciente.

El proceso es sencillo. El paciente llama a una línea de atención y expone sus síntomas. Según esta información el médico que contesta determina si el caso puede resolverse en casa o si requiere del desplazamiento del enfermo a un centro de urgencias. La doctora Cecilia Melo, de la línea de urgencias de Colpatria, dice que la mayoría de los problemas que se pueden resolver con este servicio son las infecciones respiratorias menores como otitis, bronquitis o gripas. También los trastornos digestivos como la diarrea, la constipación, alergias, intoxicaciones y los dolores lumbares. “Aunque son urgencias para el paciente en realidad son asuntos que un médico puede resolver en forma rutinaria”, dice Díaz. Después de la visita del doctor se hace un seguimiento para estar al tanto del proceso de recuperación del paciente. El servicio se puede ofrecer a cualquier hora del día teniendo en cuenta que el enfermo se encuentre dentro del perímetro urbano.

Según John Vásquez, médico de la unidad de orientación de Colmena Salud, el plan obligatorio de salud no contempla este servicio aunque existe una disposición legal mediante la cual algunos pacientes crónicos o terminales deben ser valorados en casa.

Aunque es un servicio restringido para ciertas ciudades, no hay duda de que retomar esta vieja costumbre mejorará la calidad de la atención de los enfermos, quienes en la comodidad del hogar recibirán una solución más amable a sus problemas de salud, lejos del ambiente frío y muchas veces deshumanizado de clínicas, consultorios y hospitales.