LA RESURRECCION DE LOS MUERTOS

Los médicos explican la milagrosa supervivencia de 4 bebés después del terremoto de México y las secuelas sicológicas del desastre en los adultos.

4 de noviembre de 1985

En medio de los destrozos y tras casi 6 días del terremoto que sacudió el centro de Ciudad de México, como una prueba más de la capacidad de sobrevivencia del hombre, bajo los escombros de un hospital de maternidad las brigadas de rescate recuperaron con vida a 4 recién nacidos que milagrosamente se salvaron. Los científicos que han entrado a estudiar estos casos, afirman que los bebés normalmente nacen con una reserva extra de fluidos y una gran capacidad para manejar el estrés. Esto, sumado a la pura suerte es lo único que puede explicar el caso de estos bebés.
Los siquiatras sostienen que si los recién nacidos rescatados reciben los líquidos y la nutrición adecuados y son tratados con antibióticos, sus posibilidades de recuperación total son bastante grandes. Sin embargo, los sicólogos llaman la atención sobre el hecho de que el trauma del abandono en las primeras horas de sus vidas podría convertirlos en seres particularmente irritables durante varias semanas, pero que si se les da un cuidado especial podría evitarse que sufran y experimenten efectos a largo plazo. Agregan que, de cualquier manera, secuelas ocultas como miedo a la oscuridad y desórdenes del sueño, podrían persistir durante largo tiempo.
Invariablemente, los pediatras consultados manifestaron sorpresa por el hecho de que 4 bebés hubieran sobrevivido casi una semana bajo las ruinas del derruido hospital. Uno de los bebés, al parecer, fue alimentado durante uno o dos días por su madre, hasta que ella murió. Los otros tres, que habían nacido apenas unas horas antes de que se presentara el terremoto, vivieron presumiblemente sin leche ni agua. Un pediatra interrogado al respecto, dice que es posible que la suerte sea el elemento que más haya contribuido a su salvación. "En cualquier grupo de 100 niños -anota- unos pocos poseen una cierta fortaleza y si no reciben heridas, desarrollan sorprendentes reservas que les permiten, de algún modo, sobrevivir. Los niños que nacen tras un embarazo normal de 9 meses tienen exceso de fluidos, que enforma natural los protegen contra posibles deficiencias que puedan presentarse en los primeros días de su vida. Sus requerimientos de líquido son menores que los de una persona mayor y es la pérdida de ese exceso de fluidos la que ocasiona la baja temporal de peso que experimentan los bebés al poco tiempo de nacidos".
Según otro pediatra, dos factores adicionales pudieron haber contribuido al milagro. "Si los bebés habian nacido pocas horas antes del sismo -explica- el mismo proceso de nacimiento habia elevado su flujo de adrenalina que probablemente ayudó a sus cuerpos a superar el shock de su sepultura y de la falta de nutrición". Además, agregan los especialistas, los bebés nacen con hemoglobina fetal, que les permite pasar por el trauma del nacimiento con menos oxígeno del normal y que en este caso habría servido para el mismo propósito después del parto, durante el tiempo que estuvieron sepultados. Pediatras y sicólogos coinciden en su sorpresa ante el caso de los bebes mexicanos, pero insisten en que los niños están mejor preparados que los adultos para superar el estrés. Los bebés probablemente superan este tipo de experiencias mejor que los adultos porque, como apenas han salido de las matrices de sus madres, están acostumbrados a estar en un sitio estrecho y oscuro y sus mentes, relativamente desarrolladas, pueden haberles ayudado a evitar el terror y el shock, que son los factores que minan la fortaleza de las víctimas adultas.

A OTRO PRECIO
Pero si la "inconciencia" de los recién nacidos contribuyó a su salvación, para niños mayores y para los adultos el terremoto sicológicamente es a otro precio. Incontables personas, según el testimonio de la prensa internacional, caminan sin rumbo fijo por las calles. Otros han sido presa de la histeria y se sabe de una joven que se suicidó. Los pequeños se aferran a las piernas de sus padres y los mayorcitos se niegan a salir de sus casas para asistir al colegio. Después de la serie de temblores y terremotos, la supercongestionada capital de 18 millones de habitantes está soportando los más variados conflictos emocionales. Con sus más de 10 mil muertos y cerca de 25 mil heridos, la gigantesca ciudad es una urbe de sobrevivientes traumatizados por los momentos de terror que experimentaron durante los últimos días de septiembre. La gente sufre: unos por haber perdido familiares y amigos, otros, inclusive, por haberse salvado mientras tantos perecieron.
Hay ansiedad, confusión, miedo, muchas clases de desórdenes emocionales que se prolongarán durante semanas. Sin embargo, afirman algunos siquiatras, se presentarán dentro de varios meses los más severos casos de depresión, neurosis y reacciones sicosomáticas. Por ahora, la mayoría de las personas actúan en forma espontánea, respondiendo a sentimientos inmediatos de solidaridad. El doctor Eduardo de la Vega, presidente de la Asociación Mexicana de Siquiatras de Niños y Adolescentes, sostiene que "todas esas acciones de voluntariado para rescatar victimas, ayudar a la gente, dirigir el tráfico, encontrar albergue para los desposeidos, etc., permite a los mexicanos canalizar muchos de sus sentimientos de impotencia y dolor en situaciones como ésta. Al mismo tiempo -agrega- en una expresión del machismo mexicano o del orgullo de una nación que se siente humanitaria, algunos hombres niegan o minimizan la magnitud del desastre. No permiten que salgan a flote ciertos sentimientos y si eso sucede, entonces hay represión, y seguramente más adelante las consecuencias se empezarán a sentir: depresión y ansiedad".
Por todas estas razones, la Asociación Mexicana de Sicoanálisis y algunas agencias del gobierno han traido siquiátras, sicólogos y trabajadores sociales para ofrecer un cierto tipo de terapia menor a los niños y a quienes se quedaron sin hogar. Con programas especiales de radio y televisión, sumados a otro tipo de esfuerzos, como sesiones de terapia grupo con personas sin techo, se espera extender alguna ayuda siquiátrica a la mayor parte de la población. Ademas, se asignan tareas a los residentes de los refugios improvisados y se ha puesto a muchas personas a trabajar en la reparación de escuelas, como una forma de terapia. "Mucha gente se siente desesperanzada -sostiene uno de los siquiatras que trabajan en el programa-, por eso queremos darle algún tipo de actividad para ayudarla a encontrar un propósito en la vida y a vencer esa reacción disociativa que se ha producido a causa del desastre".
El doctor Cuevas ha dicho que muchos voluntarios han trabajado hasta el cansancio, algunos han terminado anegados en llanto e inclusive otros han llegado a experimentar terribles alucinaciones o perdido el sentido de espacio y tiempo. Además, se han presentado casos realmente dramáticos, como el de una anciana de 70 años que se negaba a ser rescatada de un edificio en ruinas si no le aseguraban que sería instalado un ascensor nuevo.
Muchos informes han reportado personas temporalmente paralizadas de brazos y piernas, a pesar de no presentar lesiones físicas, y existe el caso patético de una mujer que perdió la esperanza de ser rescatada, razón por la cual decidió matar a su pequeño hijo, para evitarle una muerte lenta. Poco tiempo después fue rescatada. "Se volvió sicótica", destacó el doctor Vega, y después agregó una historia más: la de una modelo que perdió una pierna en el proceso de rescate, pero no pudo aceptar el hecho y decidió suicidarse.
Es un cuadro de pesadilla. Pero apenas comienza. Por eso las autoridades mexicanas no sólo han desplegado esfuerzos para empezar a reconstruir la ciudad, sino, lo que es más importante, para impedir que sus moradores se desmoronen sicológicamente.