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El arte de hacer contenido positivo que conecta con las familias
En un ambiente donde la presión por ser relevante puede llevar a muchos a perder el rumbo, Mimi Land se mantiene firme: “No me interesa ser la que más seguidores tiene; me interesa ser la que hace sentir bien a la gente que me sigue”.
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Cuando Mimi Land decidió empezar su canal de YouTube a los 10 años, tenía un objetivo: divertirse y hacer reír a la gente. Con el tiempo, la joven creadora de contenido entendió que estar frente a millones de personas, la mayoría niños y adolescentes, venía con una responsabilidad mayor.
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“No se trata solo de hacer videos; se trata de pensar en el impacto que esos videos pueden tener”, reflexiona quien hoy, con 16 años, ha construido una comunidad alrededor de sus valores y autenticidad. Esta misma filosofía la ha llevado a su cuenta de Instagram, donde comparte momentos de su vida y promueve mensajes positivos.
Mimi ha apostado por un contenido que cualquiera pueda disfrutar sin preocuparse. Tanto en su canal de YouTube como en su perfil de Instagram, no hay lugar para lo que ella llama “contenido fácil” o que dependa del morbo o la controversia para atraer seguidores. “Hay muchas cosas que podrían volverse virales rápidamente, pero si no suman o no aportan algo positivo, no vale la pena hacerlas”, explica.
Para ella, lo esencial es que cada video o publicación deje una sensación buena, que saque una sonrisa sin caer en extremos. El criterio para elegir qué temas abordar es claro: si no es algo que todos en la familia puedan ver y disfrutar juntos, no tiene cabida en sus plataformas. “Siempre pienso si es algo que me gustaría que vieran mis primos pequeños o que mis padres se sentirían cómodos viendo”, comenta. Y si la respuesta no es un sí inmediato, el contenido no se hace.
Para Mimi, la integridad del contenido es lo primero. Su éxito no solo se basa en la fórmula de crear videos y publicaciones entretenidos; también está en su habilidad para mantenerse real. “Nunca he querido dar una imagen falsa de mi vida. Prefiero que la gente vea que, como ellos, tengo días buenos y días no tan buenos”, dice. Esa honestidad ha sido clave para construir la confianza con su audiencia, que la ve como una amiga más que como una celebridad inalcanzable.
Esto se refleja en la manera en que interactúa tanto en los comentarios de YouTube como en Instagram, donde responde a sus seguidores y crea un espacio de comunicación abierta.
Mimi también ha sido muy consciente de cómo maneja su exposición personal. Aunque es abierta y auténtica, sabe que no todo es material para sus plataformas. “He aprendido que hay cosas que prefiero mantener en privado. Mi vida no es un show, y hay momentos que son solo míos y de mi familia”, señala. Esta distinción es parte de su estrategia para mantener un contenido que se sienta verdadero, pero sin sacrificar su bienestar emocional o el de su círculo cercano.
A la hora de seguir tendencias, Mimi trata de darles un giro que las haga suyas y no traicione lo que quiere transmitir. “Los retos y bromas pueden ser muy divertidos, pero siempre me aseguro de que tengan un tono positivo, que no sean dañinos o que transmitan un mensaje equivocado”, explica. Este enfoque se aplica tanto a los desafíos virales que podrían aparecer en YouTube como a las publicaciones y reels en Instagram.
Sabe que muchos de sus seguidores son niños pequeños que imitan lo que ven, por lo que se esfuerza por dar ejemplo de una diversión sana. El enfoque de Mimi no solo la ha hecho popular entre los jóvenes, también entre los padres que buscan contenido seguro para sus hijos. “Me encanta cuando los padres me dicen que pueden poner mis videos o mostrar mi Instagram sin preocuparse”, dice con una sonrisa.
Ese es, para ella, el mayor cumplido. No se trata solo de ser entretenida; se trata de ser una influencia positiva en un momento en el que no siempre es fácil encontrar espacios así. Mimi Land es, al final del día, una joven que ha entendido el valor de su plataforma y la usa para lo que cree que es correcto.
Ese compromiso con lo auténtico, con lo que vale la pena, es lo que hace que Mimi Land no sea solo una influencer más. Ha conseguido algo más difícil: ser una creadora de contenido que los padres pueden recomendar y que los niños pueden disfrutar sin preocupaciones. Un espacio digital que, ya sea en YouTube o en Instagram, en lugar de dividir o generar conflicto, busca unir y hacer reír de la manera más genuina posible.