Home

Agenda

Artículo

Todas las imágenes son parte de la muestra de 'El museo en el museo', y cortesía del Museo Nacional de Colombia.

Opinión Online

La moda dentro de la moda

La moda está en todas partes, tiene mucho de imitación y algo de representación. ¿Qué podemos aprender de sus manifestaciones pasadas?

Ángela Carmona
14 de abril de 2018

“El vano misterio del mundo es lo visible y no lo invisible”

- Oscar Wilde

La moda en una caja de zapatos, dentro del cajón con algunos cosméticos, sobre el armario. La moda bajo el colchón, en la mesita de noche, en tu diario, escrito con pluma, no con esfero. La moda de la moda, reflejada, espejada, casi infinita.

Emulación o artificio son sinónimos que definirían El museo dentro del museo, la exposición temporal –del 13 de abril al 24 de junio– del Museo Nacional, que sacará a la luz más de doscientas piezas de la colección del Museo del Siglo XIX, el cual fue creado por el Fondo Cafetero en los años ochenta y que cerró sus puertas en 2011.

La sala temporal de tonalidad turquesa desplegará la vida cotidiana del siglo XIX como una vida de postal que contiene el testimonio de los largos viajes en barco que realizaban los nuevos burgueses, comerciantes y empresarios surgidos por el auge del café. Esa nueva clase social recorrió las calles de París y Nueva York, y se deleitó con  el progreso, apropiándose de ideas como la higiene o los hábitos seculares que les permitieron tener una vida social fuera de la iglesia. Llevaron consigo maletas que cruzaron el Atlántico para ver el mundo, zapatos que pisaron el café de Flore en el Boulevard Saint Germain y metros de tela que fueron convertidos en piezas de vestir una vez de vuelta en tierras colombianas. También vajillas, muñecas, guantes y sombreros: un nuevo lujo casi inalcanzable.

Le puede interesar: ‘Mujeres vestidas‘: mucho más que ropa

La moda está en todas partes, tiene mucho de imitación y algo de representación. Sintetiza múltiples imaginarios de una misma naturaleza cambiante. Es una creación europea y un testimonio del tiempo, pero para tenerla hay que adquirirla así que también representa una capacidad de pago ya que, al parecer, un vestido nos completa.

Tejidos, siluetas o estampados que serán furor para luego desvanecerse.  ¿Habrá algo que perdure, en ella? Sí, París seguirá siendo eterna: aún nos persigue la imagen de la ciudad que vivió Baudelaire, con un refinamiento decimonónico en las vitrinas y escaparates, con coches y peatones que deambulaban por los bulevares, que se mostraban en los cafés o se exhibían en la noche. Muchos ansían a la París de estas postales, pero no saben que el enigma de París es que se debe mirar a sí misma para descubrirse, porque tal vez no se conoce, mientras la mayoría la observa, embelesado, desde la distancia. Una ciudad faro cuyo fulgor alumbró hasta el otro lado del Atlántico, cuya luz aún brilla para ser imitada.

Le puede interesar: ‘Himno a la belleza‘, un poema de Charles Baudelaire

Desear ser, trabajar para tener, tener para ser, y ser y no ser son las cuatro secciones que nos transportarán a la Bogotá de décadas pasadas a través de vestidos, fotografías y postales que muestran esa búsqueda del estatus para algunos y la imposibilidad de conseguirlo para otros. En suma, la fricción con la moda que se instauró en nuestro país desde el siglo XIX y que aún continúa.

En El museo dentro del museo aparece esa necesidad de querer ser algo que no se es, alejándose de su propio origen. Una sociedad que adquiere códigos que le permiten pertenecer, pero también romper. La moda dice que uno se construye destruyendo porque todo cambia, al final del movimiento uno desvanece. La moda nos permite entender a Wilde cuando afirma que el misterio del mundo es lo visible.  

Hoy la moda colombiana desfila en el exterior, algo impensable hace un siglo. Nuestras modelos portan bolados tropicales y escotes cuello bandeja. depurados al mejor grado europeo junto con un estallido de texturas controlado. La selfie tomada por la diseñadora caleña Johanna Ortiz con el grupo de modelos colombianas en la esquina de Boulevard Saint Germain y el emblemático Café de Flore de fondo. Nuevos imaginarios: naturalezas cambiantes en los bolados de este siglo o los rombos del siglo pasado.

Le puede interesar: Una mirada austriaca a la Colombia del siglo XX