El Feng Shui es una práctica milenaria china que busca armonizar el flujo de energía vital en ciertos espacios del hogar, con el propósito de mejorar la calidad de vida. Un mapa energético fundamental dentro de esta filosofía es el bagua.
Se trata de una cuadrícula octogonal en la que cada sector corresponde a distintos aspectos de la vida, como la carrera, la sabiduría, la familia, el matrimonio, la salud, la fama y las personas que nos apoyan. Por eso, organizar la casa siguiendo este esquema ayuda a atraer armonía y a potenciar los aspectos que se desean mejorar.
Otro fundamento esencial es el sistema de los cinco elementos, o wu xing, que se basa en la interacción del metal, la madera, el agua, el fuego y la tierra. Cada uno representa un tipo de energía diferente y, mediante ajustes decorativos, es posible equilibrar su influencia para armonizar el entorno.
Las velas, que corresponden al elemento fuego, son herramientas poderosas dentro de este arte: al encenderlas se purifica el ambiente, se eleva el ánimo y se aporta calidez. Se recomienda utilizar velas naturales, perfumadas o sin aroma, y ubicarlas en el dormitorio, la sala o en sectores estratégicos como el sur, suroeste o noreste para estimular la energía positiva.
Una opción interesante para armonizar consiste en crear un centro de mesa que integre los cinco elementos: utilizar un recipiente de cristal con piedras (tierra), agua limpia, pequeños objetos metálicos, pétalos de flores (madera) y velas flotantes (fuego).
En cuanto a las velas, las triangulares potencian aún más el elemento fuego, mientras que las decorativas, flotantes o votivas en recipientes de colores ayudan a complementar el ambiente. Por eso, es importante elegir velas de calidad, libres de mechas con metales pesados, preferiblemente naturales —como las de soja, coco o cáñamo—, o aquellas en recipientes de vidrio, cerámica o metal.
La cantidad de velas también tiene un significado especial: dos fortalecen el amor; tres simbolizan felicidad y prosperidad; cinco potencian la intuición y la energía vital; mientras que cuatro se evita debido a su connotación negativa en la cultura china. Otras cantidades, como siete, ocho, nueve y veintiuna, están asociadas con la salud, el crecimiento, el éxito global y la abundancia, respectivamente.
Cada zona del bagua vibra de forma distinta y se potencia con colores específicos: el este se asocia con el verde; el sureste responde al azul, morado y rojo; el sur se activa con tonos cálidos y rojos; el suroeste se favorece con rojo y rosa; el oeste encuentra equilibrio en blanco, plata, gris y dorado; el noroeste en blanco, negro y gris; el norte en blanco y negro; el noreste en azul, verde y negro; mientras que el centro se nutre de amarillos y marrones.
Dentro de esta paleta, tres colores destacan por su fuerza simbólica: el rojo, que impulsa la reputación y la vitalidad; el blanco, que representa claridad, creatividad y apoyo; y el naranja, relacionado con sabiduría, paz interior y crecimiento, además de ser recomendado para aliviar el estrés.
Como principio general, el Feng Shui busca el balance, por lo que las velas —además de aportar luz y calidez— deben integrarse sin saturar el entorno, permitiendo que la energía circule con naturalidad y genere bienestar cotidiano.