Fue tan vasto lo que dejó Guns n’ Fucking Roses en la noche del martes 7 de octubre de 2025, en el Vive Claro, que a lo largo de esas 2 horas y 50 minutos de concierto todo pasó a segundo plano. No hubo protestas, no hubo papeleos embolatados en la cabeza de nadie. Sí hubo permiso para entregarse de lleno a la catarata increíble de rock que azotó a todos los presentes por igual. Qué noche. Qué banda. Qué conciertazo. (Lo lamentamos igual, amigos de Kendrick, de corazón).
Los que estuvimos ahí podremos presumir, a quien le importe; y les diremos a los amigos en Medellín que si uno puede ir a un show así, uno debe hacerse ese favor (este es un partido que se gana por goleada, y se sabe por adelantado). En efecto, esto no fue 1992 en El Campín, sin techo y al borde de la electrocución. No fue tampoco el enorme concierto que dejaron en ese mismo escenario, 30 años después, o el genial toque en Medellín en 2016. Fue MEJOR: léase con la subjetividad necesaria pero con la rotunda contundencia de la casi perfección, con un setlist que no dejó nada pendiente: 2 hrs 30 de killer y unos muy pocos minutos de filler, que fueron bienvenidos para respirar.
There’s a Heaven Above You, Baby
Todos esperábamos una banda increíble con Slash a la cabeza, con Duff metiendo el groove desde ese sonido único flangereado de su bajo y un Axl recreacionista. Lo que nos encontramos fue a esa bandota pero también a ese frontman gigante, arrancándonos aplausos y ganándose a la tribuna. Esta coreó su nombre. En la General, eso no se regala. Ni a Axl. Se lo ganó, y fue hermoso poder verlo y gozarlo desde la admiración, no desde la mera nostalgia de lo que fue.
¿Significa esto que fue perfecto? Lejos de eso, y su ingeniero fue con él, paso a paso, con niveles a veces muy altos, a veces bajitos. Pero había que estar ahí para entender que él nunca se escondió. Que así se hizo más grande, cantándole con valentía a la tormenta de luna cuando se esperaba que sonara mal y necesitara el rescate de otros. Fue él, fue Axl, valiente, sin arrogancia, con entrega indudable. Este señor ponía a esperar a la gente, hace 30 años, ahora es una mata de la integridad en el escenario. Con toda la onda, sin sobreactuarse.
Había que estar ahí. El clip o el reel no les contarán de la obra entera. Y aquí eso valió mucho.
Hubo un tramo hermoso, de amor por Ozzy, con “Sabbath Bloody Sabbath” included, y qué vasto sonó. Y hubo bandera de Palestina en “Civil War”. Todo cayó en buen momento, sin forzar nada. Sonó también “Slither”, esa genial canción de Velvet Revolver, que Scott Weiland hizo enorme pero que Axl habitó con ímpetu. Y claro, TODOS LOS MEGAÉXITOS, todos, con “Welcome to the Jungle” para abrir y “Paradise City” para cerrar, y dos decenas más.
Slash, sin palabras. Alguna vez alguien muy famoso de la radio dijo que, en el concierto de 2016, “hubo demasiado Slash”. Jamás le volví a creer una palabra, porque he vivido ya noches enteras en las que este mago embruja con su guitarra hard rock, hard blues, eso que él conjura. Algunos se atreven a decirle sencillo. Si es el caso, qué viva la sencillez. Y qué camiseta de Iron Maiden que se puso. Sabía que la iba a sacar del estadio esta noche.
Duff McKagan no solo cantó “New Rose”, dejó su voz y su inconfundible huella sonora a cada paso, con su bajo, como el ícono que es. Lo hizo luciendo una cachucha de los Marineros de Seattle, de donde es oriundo. Ese equipo lo tiene orgulloso, luchando en los Playoffs de las Grandes Ligas (y obviamente ganó su partido clave esta noche). DUFF WINS. DUFF WON. TODOS GANAMOS.
La banda la rompió: Richard Fortus, Melissa Reese, Dizzy Fucking Reed y el nuevo baterista, Isaac Carpenter, elevaron la experiencia.
El punto amargo vino del management de la banda, al no dejar llevar a nuestro fotógrafo, y así a los de otros medios, sus equipos profesionales. Qué lástima. Registrarlos en esta gloria hubiera sido perfecto, tal como el toque. Pero la música todo lo sanó. No hay lugar para la amargura. Vibrando así, paradójicamente, el Vive Claro dejará atrás debates técnicos y seguirá albergando altas memorias. ¿O qué es acaso vivir “Estranged”, o “Double Talkin’ Jive”, en vivo, así como se acaba de vivir en Bogotá? No “Patience”. Algo siempre hay que añorar.
What Happens To Us, Baby, Guess We’ll Have to Wait and See...
*Aplauso para la Alegría, Rocanrol y Resistencia de las 1280 Almas, que dejaron 30 minutos (6:40 a 7:10 p.m.) de su notable arsenal. Les tocó combatir la apatía de un martes en la baja tarde pero lo hicieron con la gracia de la cancha, el trabajo y el talento.. y con esas canciones que en sus ritmos fluctuantes tienen la virtud orgánica de sonar a Bogotá.
*Iremos incorporando visiones sobre lo que debió ser una experiencia interesante en las tribunas, que, cuando arrancaron los Gunners, a las 8:01 de la noche, ya estaban casi a tope (y se llenaron, cosa que parecía improbable a media hora del toque). También así con el tema de las entradas y salidas, que en tiempo seco, a diferencia de lo que sucedió en Green Day, se hizo mas fluido (así siempre toque estar preparado para cuellos de botella).
*Se sintió empoderada a la localidad General, sin la carpa en el medio que le partió el corazón en Green Day. Sí se pudo, y fue genial. Se hizo sentir con su voz y entrega, llenando todo el espacio.
*Después de un episodio triste, el Vive Claro volvió a la vida. Y de qué manera. Que siempre, en toda consideración de seguridad, se logren este tipo de congregaciones que son nada menos que magia en tiempos horribles. Escape y catarsis a la vez. Y les pedimos disculpas a los vecinos de Salitre Greco a los que no les gustan los Gunners.
*Axl me hizo pensar en el hermano mayor con el que no hablo. Siempre fue su héroe, y creo que ambos estaríamos orgullosos de su héroe esta noche. Lo pensé, le mandé amor. La música...
*Megadeth pasará por Bogotá en su ya anunciada gira FINAL...