Al pie del famoso puente de Brooklyn, Amy Zhao pega a la pelota con determinación, antes de soltar una carcajada. ¿Tenis? ¿Badminton? ¿Ping-Pong? No, es el pickleball que está conquistando Nueva York, como en el resto de Estados Unidos, donde se profesionaliza y atrae las inversiones.

Esta noche cualquiera de la semana, decenas de hombres y mujeres de todas las edades hacen fila para ocupar alguna de las cuatro nuevas canchas que han sustituido a los terrenos de petanca en el Parque de Brooklyn Bridge.

Los equipos se forman espontáneamente y esperan su turno charlando ante la impresionante vista de los rascacielos iluminados de Manhattan, antes de disputar un partido, en 11 puntos. “Es muy divertido. Siempre juego con gente diferente”, dice Amy Zhao, una neoyorquina de 52 años.

David Masters, ingeniero informático, de 31 años, se dejó seducir, desanimado por el tenis en Nueva York: “100 dólares (el precio anual para acceder a las canchas públicas) y había que levantarse a las 6 de la mañana” para conseguir una pista, explica.

Minitenis

Con la pelota de plástico perforada de color amarillo fluorescente que flota un poco en el aire, unas raquetas que recuerdan a las del pádel, el servicio de cuchara obligatorio y una cancha de pequeñas dimensiones, los detractores aseguran que el pickleball es un “minitenis” o hasta un “subtenis”.

Pero lo que más gusta es precisamente esa mezcla de bádminton y tenis de mesa o pimpón que provoca intercambios muy rápidos. Además de los reflejos, la colocación en el terreno es fundamental: hay que jugar en alto en la cancha, pero está prohibido acercarse a la red para pegar a la pelota en la volea.

El juego, inventado en 1965 en el Estado de Washington por tres padres de familia, entre ellos el congresista republicano Joel Pritchard y el empresario Bill Bell, se está imponiendo rápidamente en Estados Unidos: en febrero, la Asociación de la Industria del Deporte y el Fitness (SFIA) lo calificó de deporte de “crecimiento rápido”, con 4,8 millones de jugadores regulares u ocasionales en 2021, un alza del 39 % con relación a 2019.

Un aumento que se nota en Nueva York, donde han aparecido profesores particulares que cobran hasta 75 dólares la hora- y donde surgen por todas partes chanchas, a veces de manera artesanal en parques públicos, delimitados con cintas de scotch y redes desmontables.

LeBron James

La pandemia de la covid-19 dio el impulso final a este deporte. El pickleball “permite estar al aire libre y no exige demasiado ejercicio físico, salvo si se quiere jugar a alto nivel”, explica Karim Kerawala, gestor de clientes de 33 años, y uno de los jugadores más activos de Brooklyn.

En la aplicación donde su grupo organiza las citas, el número de miembros ha pasado de unos 200 a cerca de 2.000 en un año, explica, tras reconocer que se ha convertido en una “nueva obsesión” para él.

Varios circuitos “profesionales” se disputan el paisaje estadounidense, entre ellos el APP Tour, fundado en 2019, y cuyo primer torneo se organizó a fines de mayo en Flushing Meadows, en tierras del US Open.

Su competidor, el PPA Tour, fundado en 2018 y adquirido por el empresario Tom Dundon, propietario del equipo de hockey sobre hielo Carolina Hurricanes, firmó contratos exclusivos con los 24 mejores jugadores de la disciplina, hombres y mujeres. El circuito distribuyó 3 millones de dólares en premios en 2022, una suma que debería duplicarse en 2023, explica Hannah Johns, directora de contenidos de la organización.

“Hemos logrado grandes patrocinadores y estamos trabajando ahora con las redes de las cadenas (de televisión) más importantes que nos ayudaron a descubrir este deporte al gran público”, explica, que cita a la NBC, ABC, o Fox. La CBS retransmitió este verano un torneo.

En este sector en ebullición, la Major League Pickleball, que quiere llegar a los 40 millones de jugadores en 2030, anunció el miércoles que la estrella estadounidense del baloncesto, LeBron James se asoció a los también jugadores Draymond Green y Kevin Love para comprar un equipo.

Con información de la AFP.